Miguel Quintana es un periodista emprendedor. Forma parte de la nueva hornada de comunicadores deportivos en España que se han curtido al amparo de las plataformas digitales y que se han superespecializado en el análisis de la actualidad del fútbol nacional e internacional.
Desde sus primeros escarceos periodísticos en Ecos del Balón, y como otros compañeros de su generación, llegó a la profesión en tiempos complejos, marcados por el cambio de estructuras y modelos de negocio en los medios.
Como otros tantos jóvenes periodistas, no ha tenido la oportunidad aún de trabajar dentro de la redacción de un gran periódico, pero sí la capacidad para adaptarse ante la adversidad y tener la iniciativa de crear su propio proyecto periodístico. Hoy es marca personal, reconocida a pesar de su juventud y, como tal, trasciende al medio que lleva su sello: Diario de un periodista deportivo.
A partir de este canal especializado, que desde el pasado mes de febrero funciona con un modelo de membresías, Quintana ha forjado su particular estilo de hacer periodismo deportivo en otros medios en los que colabora, como Radio Marca, Marcador Internacional o la revista Panenka. También desde hace algo más de un año lo hace en Mister Underdog, programa bisemanal en Youtube que dirige editorialmente.
- El otro día le escuchaba decir, al hilo de las últimas polémicas del VAR en la Liga española, "si hablamos del árbitro, no se habla del juego". ¿En qué medida hablar tanto de los arbitrajes es una característica del periodismo deportivo que se hace este país?
- Sí es cierto que existe demasiada atención hacia el elemento arbitral cuando se analiza un partido de fútbol. Evidentemente, la polémica siempre ha jugado un papel importante en los medios de comunicación y en las tertulias entre aficionados, pero creo que nunca ocupado tantísimo espacio como ahora.
Creo que es mejor asumir que no voy a hacer un análisis completo del partido, que no voy a hacer una crónica perfecta, que no voy a atender a todos los puntos (de hecho creo que la mayoría de crónicas tampoco lo hacen), pero no me dejo atrás lo más importante, que es hacer el ejercicio periodístico más completo posible.
- ¿De qué estamos hablando entonces?
- Para mí lo importante, mi 'guerra', es hablar de fútbol, es hablar del juego, de lo que teóricamente nos apasiona, o al menos a mí me apasiona y creo que a mi público también. Pues entiendo que hay que retirarse en una batalla para luego poder avanzar en otros frentes. Al final, la gente no quiere en realidad que yo haga en mi análisis futbolístico una parte arbitral. Lo que quieren es que yo diga lo que ellos quieren oír. Pero la mayoría de decisiones no son ya cara o cruz, muchas veces son interpretativas. Y si te posicionas, te encumbran o te dilapidan rápidamente.
"Hay aficionados que lo que buscan es reafirmarse, pero yo no creo en ese periodismo masturbatorio de decirle a la gente lo que quiere oír. Por eso no hablo de árbitros, sino del juego"
- Acaba que decir que el aficionado que consume información deportiva está acostumbrado a que se le diga lo que quiere escuchar o lo que quiere leer. No sé si hay que entender que esto es una consecuencia del tipo de periodismo que se viene practicando y si, puestos a comparar con lo que se hace en otras latitudes periodísticas, esa manera de informar es lo que también ha motivado la existencia de ciertas actitudes y comportamientos del aficionado que quizá difieran de las de otros países, de otras culturas periodísticas.
- Esta es la gran pregunta, si fue antes el huevo o la gallina. Yo creo que se retroalimentan. Al final, la forma en la que un aficionado latino o español se acerca al fútbol no es como la de un aficionado inglés. Tiene más que ver con el aficionado portugués, que también las 'tienen gordas', o con el aficionado italiano, del que sabemos perfectamente de qué pie cojea, porque básicamente se parece al nuestro, claro. A su vez, nosotros somos periodistas que hemos nacido en España y hemos de ser coherentes con nuestro público y con nosotros mismos. Por eso siempre decimos que no existe la objetividad sino la honestidad, porque en el momento en el que naces en un país esto te condiciona.
Pero aquí los medios de comunicación tienen una responsabilidad social brutal porque marcan mucho de lo que se habla. Y pongo un ejemplo: el pasado domingo por la noche en Mister Underdog, en un programa de dos horas, no hablamos de árbitros en ningún momento; estoy seguro de que si hubiera hablado de árbitros, el chat habría sido todo sobre ese tema, habría dado más views, habría generado más mensajes y más picos, como siempre que se habla de arbitraje, pero no lo hicimos así.
Creo que quienes estamos tratando de moldear nuevas audiencias y de diferenciarnos de lo que se hace en otros medios tenemos hoy una oportunidad manifiesta. Por eso no me gusta hablar de los árbitros, me parece muy aburrido. Vemos que 'la guarnición se come al solomillo' pero a mí me gusta el solomillo. Además, desde un punto de vista estratégico, de posicionamiento de mi marca en mi contenido, puedo diferenciarme muy fácilmente porque hay mucha gente está muy cansada de escuchar o leer el periódico todo el rato lo mismo, ya no de árbitros, sino también prevaricación o de malversación. No es que sea ya un fallo humano, sino que lo ha hecho voluntariamente para joderte.
- Ha hablado de "moldear nuevas audiencias", muy interesante, en un campo donde parece que está todo inventado. ¿Eso cómo se logra?
- Bueno, lo primero que se hace creo que es que tú tienes que formar parte de esa nueva audiencia, ¿no? Yo nací en el 90, empiezo periodismo en 2008 y, al igual que muchos de mis compañeros, hay un desarraigo con el periodismo, igual que hay un desarraigo con muchas instituciones y con muchas cosas de la vida moderna. Supongo que es generacional, pero nuestra generación en ese sentido está más marcada.
Cuando ves algo que no te gusta y en lo que no crees y que el barco te va dirigiendo hacia ese sitio, o lo sigues y formas parte de ese rumbo o creas algo disruptivo. Yo al final he creado una audiencia a partir de lo que yo aprendí en Ecos del Balón, que para mí fue mi universidad y donde también creamos nuestra audiencia, además a imagen y semejanza. Los medios también podemos elegir nuestra audiencia y, de hecho, esa audiencia muchas veces es lo que define al contenido.
Para ello hay que ser honesto, como en todo, y luego hay que ser coherente. Y esa coherencia hay que mantenerla independientemente del equipo que juegue, sea Madrid o Barça, que sabes que dividen la opinión al 50%, el Villarreal o incluso la selección española, que es 'el equipo de todos'. Hay que mantener ese criterio con tu audiencia porque al cabo de unos años es lo que esperan de ti y no se puede sentir traicionada. Eso es moldear audiencia.
"Quienes tratamos de moldear nuevas audiencias y hacer algo distinto a lo que se hace en medios convencionales tenemos una oportunidad manifiesta"
- La disrupción a la que se refiere, en su caso y en el de otros jóvenes periodistas deportivos, ha llegado de la mano de las nuevas plataformas, como Youtube, donde han lanzado sus propios emprendimientos. ¿Cómo han favorecido estas plataformas digitales ese trabajo para llegar más y mejor a esas audiencias de las que habla?
- Ha sido muy importante formar parte de esta generación, que hemos crecido con internet, y hemos aprendido a manejarnos en el lenguaje de los foros y las redes sociales; hemos aprendido a manejar esos códigos propios de lo digital y eso nos ha ayudado sin duda. También para poder lanzar nuestros propios medios. Esto ha hecho que dependamos exclusivamente de nosotros, nos confiere una gran responsabilidad propia, lo que te obliga a aprender y conocer mejor lo que estás haciendo.
En mi caso no tuve la ocasión de trabajar nunca en una redacción, y por ello hay cosas que desconozco y no puedo dar lecciones sobre ello; pero también nosotros podemos hablar de una experiencia de ser periodistas, de hacer periodismo, y al mismo tiempo ser empresarios. Esta doble faceta nos ha hecho estudiar muy bien nuestros contenidos y ha sido algo muy valioso para la toma de decisiones.
Por ejemplo, es muy importante ver posibles beneficios o perjuicios, entre aquello que te pueda dar visitas pero al mismo tiempo puede hacerte perder una audiencia más fiel, y no tan puntual, y, sobre todo, debilitar la imagen de marca. Y esto es clave, porque sin audiencia te quedas desnudo; no tenemos un sueldo fijo que llevar a casa y eso nos hace ser más responsables con aquello que publicamos. Pero es verdad que también se producen comportamientos perniciosos, generados a veces por las métricas y la posibilidad de conseguir un dinero seguro y rápido al que no siempre es fácil renunciar.
- ¿Cómo se forja un periodista en empresario? Porque en las facultades de Comunicación no suele enseñarse a gestionar las cuentas de un negocio...
- Aunque es verdad que en las facultades no se les enseña a estudiantes de Periodismo para ser empresarios, la realidad es que todo está conectado. En mi caso, porque la situación económica de mi medio me lo permite, puedo hablar de todos los equipos de Primera; pero, seguramente, si tuviera más necesidad, centraría más los contenidos en Madrid y Barça. Al final, la parte empresarial debe proteger a la periodística en lugar de pervertirla.
En mi caso, aparte de la suerte que he tenido, he ido tratando de conocer a muchas personas y de enfocar mi contenido pensando cómo este puede generar un valor que atraiga el interés de marcas que se interesen por adherirse a él y, así, sin descuidar la calidad conseguir beneficios económicos. Muchas marcas se acercan a mí por mi relación con la audiencia, y les interesa mi audiencia porque esta tiene un valor y porque consideran que soy un buen prescriptor.
Todo esto es algo que se va aprendiendo sobre la marcha, aunque hay que tener olfato. Mi suerte es que esto último se me da medianamente bien y que haya podido enfocar mi carrera por ahí.
- ¿Cómo se consigue esa ecuación que usted plantea de que lo empresarial sostenga lo periodístico en un nuevo ecosistema informativo donde hay nuevos actores, hay más voces, más plataformas, como Twitch, y las audiencias están más fragmentadas?
- Twitch me parece un ejemplo para diferenciar contenidos. Es una plataforma que yo no he probado porque exige mucha periodicidad y muchas horas de directo, y donde, a mi modo de ver, prevalece la cantidad sobre la calidad. Yo para hacer el otro día un vídeo de los once jugadores revelación de la Liga española, con una duración de 14 minutos, he tenido que ver más de trescientos partidos; hay mucho trabajo detrás. Por eso hacer buen contenido, que tenga valor, no es sencillo.
En cambio, no me veo, sinceramente, estando tres horas en directo en Twitch hablando sin parar, aportando contenido interesante y defendiendo mi condición periodística. Ahí podría estar como aficionado, como influencer, como hijo de internet, pero nunca como periodista. Exige una sobreexposición en directo para lo que yo, por lo menos, no estoy preparado.
Lo que procuro siempre es tratar de enseñar a la gente cosas que no sepan, de forma contextualizada y explicar lo que haya podido suceder. Esa es mi idea, mi vocación. Por eso defender mi periodismo es no confundirlo, aunque a veces esto le ocurre al aficionado en la actualidad. Seguramente en Twitch ganaría más dinero, tendría más exposición de marca, pero no haría tanto periodismo. Defiendo mi profesión a largo plazo y no lo condiciono por el corto.
- Sin embargo, da la sensación de que en el contexto general en el que nos movemos predomina el cortoplacismo y eso lleva a que se hable y se opine a todas horas de los mismos equipos y protagonistas, Madrid y Barça. ¿En qué medida se vería mejorada la calidad si se informase de una mayor diversidad de equipos?
- Cubrir a esos equipos algo menos hace que te expongas menos y que al final tu juicio tenga una mayor perspectiva. Luego está cierto comportamiento de algunos medios convencionales que me sienta mal, y es el hecho que en la semana que juegan el Madrid o el Barça los equipos rivales importan y se les hacen entrevistas. Pero esos equipos, todos los equipos, son importantes per se, no solo cuando se enfrentan a los dos grandes.
- Luego en torno a esos dos equipos también hay algo de futbolización mal entendida, es decir, hablar de todo aquello que rodea al fútbol aunque no tenga que ver directamente con él sino con todo lo que lo rodea: chismes de redes sociales, anécdotas de la vida privada de jugadores, etc.
- Sí, eso porque todo es apelar a la pasión y a la emoción, y a veces ocupan más espacio anécdotas que analizar y hablar del juego. Es algo que ocurrió cuando tras la eliminación del Madrid ante el Chelsea se habló más de la risa de Hazard que del análisis de la configuración de la plantilla de Zidane esta temporada. Y es que hay cosas que cuestan más trabajo que otras; falta periodismo porque faltan horas y las horas cuestan dinero; es una regla de tres muy sencilla.
El riesgo está en caer en una especie de 'populismo futbolero', colocando temas muy simples para que se consuman rápido, sobre los que cualquier persona pueda opinar, haga clic y se vaya. Así estás tirando por los suelos el valor del periodismo. El problema llega cuando quieres hacer pagar por ese clic o por esa 'noticia' que antes no has puesto en valor.
¡Genial, José Luis! ¡Muy bueno!
ResponderEliminar