Una de las áreas periodísticas que se han visto más sacudidas en los últimos tiempos por la proliferación de nuevos creadores de contenido es el periodismo deportivo. Este se ha mostrado particularmente vulnerable a los desafíos del panorama comunicativo digital debido a que históricamente se ha percibido como un área con un apego muy débil a la profesionalización (durante muchos años se etiquetó dentro de la profesión como “toy department” o “departamento de juguete”).
Esos actores no solo han llegado y fidelizado a públicos, ocupándose en ocasiones de temáticas y nichos no suficientemente tratados en la agenda temática de los medios, sino que además han emergido otras fuerzas, sobre todo las provenientes de aparatos de comunicación y medios propios de clubes, federaciones y otros organismos deportivos, que se atribuyen ya funciones y roles que antes solo correspondían, o se asociaban, a los periodistas.
Por ello, frente al amateurismo, por un lado, y al oficialismo acrítico, por otro, que estos actores pueden generar en determinadas coberturas informativas, los periodistas deportivos tienen la necesidad de diferenciarse de ellos elevando sus estándares éticos y de calidad, esforzándose más por aplicar métodos de verificación e investigación, para contrapesar con independencia el peso creciente de las fuentes y no abandonar una centralidad hacia la que empujan esas nuevas fuerzas comunicativas desde la periferia (blogueros, streamers, youtubers, influencers,…).
Este es el planteamiento sobre la que pivota Disrupting Sports Journalism, el último libro de Simon McEnnis, profesor de la School of Art and Media de la Universidad de Brighton y uno de los investigadores más sobresalientes sobre periodismo deportivo en el concierto internacional. Se trata de una obra relevante, que no solo plantea cuestiones que afectan a la práctica profesional en el escenario informativo actual, sino también pone sobre la mesa cuáles pueden ser las próximas rutas hacia la investigación en este campo para tratar de contribuir desde la academia a la búsqueda de reflexiones y soluciones válidas para el porvenir de los medios.
Hemos conversado con él para desmenuzar algunas de las numerosas claves que encierra este ensayo que radiografía de manera crítica el estado de la profesión.
- En su libro usted explora, y cito textualmente, "cómo las fronteras del periodismo deportivo se han expandido y este crecimiento ha tenido consecuencias para la supervivencia de los profesionales en este ámbito". ¿Se dieron cuenta algo tarde los medios y periodistas deportivos de que necesitaban adaptarse mejor a los requerimientos de la era digital y a los nuevos patrones de consumo de los usuarios?
- No estoy del todo seguro de que llegaran demasiado tarde, aunque lo cierto es que la industria periodística en su conjunto reconoció haberse movido con lentitud a la hora de adaptarse porque se resistieron a abandonar las maneras del viejo periodismo y, sobre todo, a renunciar a los ingentes ingresos que hasta entonces provenían de la publicidad. Seguramente también los periodistas se identificaron más con esa forma de hacer en los periódicos de siempre que pensar desde una perspectiva más amplia sobre las nuevas posibilidades de los procesos comunicativos, una manera de pensar que muchos no han abandonado todavía.
La cita a la que usted se refiere, no obstante, tiene que ver más con la diferenciación que supone la profesionalización y con algunas de las primeras investigaciones sobre periodismo deportivo realizadas por académicos con David Rowe o Raymond Boyle en las que se refieren a periodistas como fans con máquinas de escribir y cuadernos de notas. Los periodistas deportivos están luchando por articular su experiencia en la era digital porque no pueden dejar de lado esos conceptos históricos del acceso y las zonas de prensa, etc. El problema al que realmente se enfrentan ahora es la aparición de influencers, quienes ahora están siendo admitidos en conferencias de prensa debido a su capacidad para llegar a la audiencia.
Desde el momento en que las nociones de qué es un medio legítimo y quién es un periodista comienzan a descomponerse y a volverse más flexibles, los periodistas deportivos ya no pueden confiar en que su labor se va a seguir entendiendo como antes, en unos tiempos en los que copaban unos espacios físicos y marcaban territorio. Entonces, ¿qué les queda? Lo realmente interesante es preguntarse qué significa el profesionalismo del periodismo deportivo en la era digital. Además, sabemos que en periodismo no podemos apelar a esos requisitos tradicionales que existen en otras profesiones, como la exigencia de una licencia o de unos criterios claros de entrada para ejercerlo. Se trata de un ajuste de cuentas que viene sucediendo desde hace unos años y que continúa en la actualidad.
- Entonces, ¿de qué manera los periodistas deportivos están actuando o deben actuar para mantener esa diferenciación respecto a otros creadores de contenido con los que comparten espacio y audiencias?
- Esto se puede analizar desde varios ángulos interesantes. Podemos observar, por ejemplo, los aspectos discursivos y retóricos de cómo los periodistas deportivos colaboran en las redes sociales para señalar la importancia de ese trabajo de equipo al compartirlo mutuamente, ensalzándolo en tuits y teniendo interacciones públicas y conversaciones entre sí. O podemos hablar sobre cómo los periodistas deportivos cultivan su marca personal y su perfil profesional haciendo apariciones en diferentes programas en los medios, como las tertulias de radio, y situándose a caballo entre espacios profesionales y ciudadanos para cultivarse una imagen de autoridad y seriedad. Y luego está esa idea de que los algoritmos de las redes sociales privilegian unas voces frente a otras, sobre todo las que proceden de los grandes medios establecidos.
Así que, en realidad, la idea de distinción en el periodismo deportivo no está vinculada a los estándares profesionales. Creo que como académicos nos gusta pensar que los periodistas deportivos se han dado cuenta de que deben aumentar su compromiso con el periodismo serio para destacarse entre la multitud de actores, pero tal vez eso no es lo que está sucediendo en absoluto. Más bien están encontrando nuevas formas de mantener su sello distintivo aprovechando el poder de alcance de los medios de una manera mucho más amplia.
"Desde el momento en que las nociones de qué es un medio legítimo y quién es un periodista comienzan a descomponerse y a volverse más flexibles, los periodistas deportivos ya no pueden confiar en que su trabajo se va a seguir entendiendo como antes"
- Usted afirma que "los periodistas deportivos están viendo cómo las bases mismas de su práctica profesional siendo apropiadas por otros". ¿En qué medida los periodistas y los medios deportivos son responsables de esta situación? Uno podría pensar que todavía hay muchos temas, fuentes y protagonistas que se encuentran desatendidos por este tipo de periodismo...
- Sí, lo hago en el sentido de que los periodistas deportivos realmente no han evolucionado tanto a la hora de desplegar sus conocimientos en la práctica profesional. Podríamos hablar de la adopción de Twitter y todo eso, pero las rutinas centrales del periodismo deportivo no han cambiado sustancialmente desde la era predigital en términos de palcos de prensa, ruedas de prensa y dependencia de fuentes oficiales. Sin embargo, estas prácticas están empezando a ser bastante más limitadas, sobre todo debido a la importancia creciente de los medios propios de los clubes.
Por eso, esa idea de cultivar una mayor variedad de temas y fuentes es muy importante. En el libro no sostengo que los periodistas deportivos deban abandonar esas rutinas básicas, sino que deberían desarrollar un sentido más amplio de su práctica profesional estrechando más las relaciones con todo tipo de fuentes. Me gusta pensar que los periodistas deportivos son esencialmente periodistas de noticias que se especializan en deportes. Hace falta una mayor preocupación por buscar noticias para que la práctica del periodismo deportivo sea menos predecible y rutinaria.
- Usted dedica uno de los capítulos de su libro a los blogueros deportivos y su incidencia también en el ejercicio profesional de los periodistas.
- Sí, la eclosión de los blogs deportivos también ha hecho que los periodistas deportivos estén bastante a la defensiva y protejan lo que tradicionalmente se ha considerado como su área de especialización y eso también ha impedido relaciones significativas y de colaboración con grupos de aficionados, por ejemplo. Los periodistas deportivos ahora se desenvuelven mucho mejor a la hora de interactuar con la audiencia en las redes sociales y plataformas digitales, lo que les llevó un tiempo, pero creo que eso es hasta donde básicamente están dispuestos a llegar.
Volviendo a lo anterior, el problema de ser tan dependiente de fuentes oficiales es que eso excluye la posibilidad de tratar fuentes no oficiales y prácticamente todo lo demás. Cualquier historia que no pase por clubes u organizaciones deportivas no sienta bien y se genera una expectativa en los gabinetes de comunicación de que los periodistas deportivos hayan de revisar y verificar todo con ellos. Por supuesto, eso se debe a que los gabinetes temen entrar en modo de gestión de crisis antes de la publicación.
Luego está el tema de la autocensura, donde los periodistas deportivos están preocupados por no molestar a los clubes y tienen miedo a que se les puedan retirar sus acreditaciones. Por tanto, el sistema funciona en contra y desalienta a los periodistas deportivos de desarrollar fuentes no oficiales y de estar más en sintonía con la perspectivas y preocupaciones de los fans.
"Me gusta pensar que los periodistas deportivos son esencialmente periodistas de noticias que se especializan en deportes. Hace falta una mayor preocupación por buscar noticias para que la práctica del periodismo deportivo sea menos predecible y rutinaria"
- ¿Está el periodismo deportivo todavía a tiempo de reconquistar la que fue su posición de centralidad para ganar el respecto y recuperar la confianza de los aficionados? A este respecto, ¿hasta qué punto cree que las audiencias perciben que los roles que los periodistas deportivos (profesionales) deben desempeñar son o han de ser diferentes de los que adoptan otros actores en el ámbito de la comunicación deportiva?
- Los periodistas deportivos definitivamente se encuentran en una posición mucho más complicada que otros actores sobre el terreno cuando hablamos de audiencias. Por un lado, se espera que los periodistas deportivos actúen con firmeza y profesionalidad, pero cuando publican historias que los fans sienten que son críticas con sus clubes, sin importar cuán bueno sea el periodismo, se exponen a un aluvión de ataques en las redes sociales. Esto es particularmente crítico en el caso de los periodistas deportivos que actúan en el ámbito local, donde estas expectativas de lealtad y pertenencia son aún más fuertes. Por tanto, los periodistas deportivos tienen que manejar cuidadosamente esa relación con los aficionados buscando la manera de gestionar la imparcialidad a la que vez la subjetividad.
En el libro menciono a Alasdair Gold, quien cubre el Tottenham Hostpur para el digital Football London. Es alguien que hace esto muy bien: tiene esta empatía con los fans de los Spurs, con quienes comparte frustraciones y emociones similares, pero también sabe cuándo dar un paso atrás y ejercer la integridad profesional y la distancia. Este enfoque realmente es lo que le ha ayudado a generar confianza y respeto con la comunidad de fans, lo que no es nada fácil para los periodistas deportivos en la era digital. Este caso demuestra que cuando hablamos de objetividad no nos referimos a permanecer fríos y distantes respecto a las historias que cubrimos y que es necesario desarrollar y construir relaciones con la audiencia. De todas formas, no creo que esa sea una línea fácil de pisar y requiere mucha destreza por parte de los periodistas deportivos.
- Decía usted que los periodistas deportivos han aprendido a interactuar en redes sociales. ¿De qué manera esto puede mejorar la consideración que de ellos tengan las audiencias?
- Al público le gusta ver a los periodistas deportivos como a personas con las que discutir y reafirmar ideas. Menciono en mi libro que los periodistas deportivos son piezas centrales en la comunicación deportiva en las redes sociales. Si un periodista deportivo publica un enlace a las notas de los jugadores en Twitter, entonces eso da pie a una discusión con las audiencias, que le mencionan para decirle si están de acuerdo o no con él. Al mismo tiempo esto también ayuda a las audiencias a dar visibilidad y alcance a sus propias reacciones, ya que potencialmente les lleva a ser vistos por los numerosos seguidores que suelen tener los periodistas deportivos. Así que supongo que este es un caso de expectativas de la audiencia, que da vueltas a su conversación a partir de reacciones a las publicaciones y comentarios de los periodistas deportivos. Esto, en sí mismo, impregna a los periodistas deportivos de un mayor poder profesional, lo que es positivo para ellos.
"El sistema, con el poder creciente de gabinetes y medios propios de clubes, funciona en contra y desalienta a los periodistas deportivos de desarrollar fuentes no oficiales y de estar más en sintonía con las perspectivas y preocupaciones de los fans"
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