Alberto Gómez Font (izda.) junto a Jesús Castañón. |
El filólogo Alberto Gómez Font iniciará el próximo 1 de septiembre una nueva etapa profesional como director de la sede del Instituto Cervantes en Rabat (Marruecos). Lo hará después de haber dedicado sus últimos 32 años al estudio del buen uso del idioma español, especialmente en los medios de comunicación, primero con la creación del Departamento de Español Urgente en la Agencia EFE y, desde 2005, desde la coordinación general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA).
Licenciado en Filología Árabe, Gómez Font (a la izquierda de la imagen, junto a Jesús Castañón) es miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, profesor en cursos sobre el uso correcto del idioma y coautor de obras como el Vademécum del Español Urgente de la Agencia EFE y de varios manuales de estilo, entre los que se encuentran el Libro de Estilo Garrigues, el Manual de Estilo de la Asociación de Periodistas Hispanos de Norteamérica (NAHJ) y el Libro de Estilo del diario Prensa Libre de Guatemala.
Antes de su marcha a Marruecos, Periodismodeportivodecalidad se ha puesto en contacto con este experto lingüístico para hacer balance de todos estos años y sobre su visión sobre el presente y el futuro del español, dentro y más allá de los medios de comunicación.
- 32 años dan para mucho. ¿Qué es lo mejor que se lleva al Instituto Cervantes de su experiencia personal y profesional a lo largo de todo este tiempo?
- Lo mejor de estos 32 años ha sido asistir a las reuniones -primero semanales y luego quincenales- de lo que primero se llamó Consejo Asesor de Estilo de la Agencia EFE y en los últimos tiempos Consejo Asesor de la Fundéu. Ahí, en esas reuniones, he aprendido casi todo lo que sé sobre el español y he disfrutado de la sabiduría de grandes lingüistas, como Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Tovar, Valentín García Yebra, Antonio Llorente Maldonado de Guevara, Gregorio Salvador, Humberto López Morales, Víctor García de la Concha y Leonardo Gómez Torrego; también aprendí en esas reuniones del saber de otros maestros, como Luis Rosales, Pedro García Domínguez, José Antonio León Rey, José Luis Martínez Albertos y Carlos González Reigosa.
Además, en esos 32 años conocí cómo funciona nuestra lengua y me di cuenta de que el purismo es contraproducente y de que hay que estar abierto a los cambios, pues muchos de los errores que corregí durante años hoy ya no son tales.
Me llevo también una visión amplia del español, más allá de España, gracias a mis viajes por Hispanoamérica y los Estados Unidos, y la convicción de que hay que mirar todo el tiempo hacia el otro lado del Atlántico.
- Para usted los medios de comunicación son los que fijan el modelo lingüístico actual porque ensanchan el idioma aportando nuevos usos, palabras y expresiones. ¿Están lo suficientemente valorados por las instituciones académicas?
- Comienzan (comenzaron hace pocos años) a estar valorados, pues los toman como modelo de uso; pero aún pesa demasiado la falacia --muy extendida entre los hablantes cultos-- de que en los medios de comunicación se maltrata al idioma, idea que comparten incluso algunos periodistas, que entonan el Mea culpa en cuanto están frente a un lingüista.
- No obstante, sigue habiendo mentalidades más puristas que recelan de ese dinamismo del lenguaje en los medios...
- Las hay, y seguirá habiéndolas, pues siempre habrá gente de ideas conservadoras y cerradas a los cambios, y eso se da en la política y también en la lengua. Lo curioso es que habitualmente esos puristas no son conocedores a fondo de la lengua, no son lingüistas, sino meros aficionados al buen uso --a su modo de ver-- del español.
- La incorporación numerosa de extranjerismos al español, si bien en algunos casos parece inevitable, ¿exige seguir en alerta para evitar que se cometan excesos? ¿En qué ámbitos hay que permanecer más vigilantes en este sentido?
- Siempre hay que estar vigilantes, pues llegan muchos más de los necesarios, por pura pose del hablante, por puras modas de ciertos grupos sociales, y eso no es bueno para la lengua.
- Lo mejor de estos 32 años ha sido asistir a las reuniones -primero semanales y luego quincenales- de lo que primero se llamó Consejo Asesor de Estilo de la Agencia EFE y en los últimos tiempos Consejo Asesor de la Fundéu. Ahí, en esas reuniones, he aprendido casi todo lo que sé sobre el español y he disfrutado de la sabiduría de grandes lingüistas, como Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Tovar, Valentín García Yebra, Antonio Llorente Maldonado de Guevara, Gregorio Salvador, Humberto López Morales, Víctor García de la Concha y Leonardo Gómez Torrego; también aprendí en esas reuniones del saber de otros maestros, como Luis Rosales, Pedro García Domínguez, José Antonio León Rey, José Luis Martínez Albertos y Carlos González Reigosa.
Además, en esos 32 años conocí cómo funciona nuestra lengua y me di cuenta de que el purismo es contraproducente y de que hay que estar abierto a los cambios, pues muchos de los errores que corregí durante años hoy ya no son tales.
Me llevo también una visión amplia del español, más allá de España, gracias a mis viajes por Hispanoamérica y los Estados Unidos, y la convicción de que hay que mirar todo el tiempo hacia el otro lado del Atlántico.
- Para usted los medios de comunicación son los que fijan el modelo lingüístico actual porque ensanchan el idioma aportando nuevos usos, palabras y expresiones. ¿Están lo suficientemente valorados por las instituciones académicas?
- Comienzan (comenzaron hace pocos años) a estar valorados, pues los toman como modelo de uso; pero aún pesa demasiado la falacia --muy extendida entre los hablantes cultos-- de que en los medios de comunicación se maltrata al idioma, idea que comparten incluso algunos periodistas, que entonan el Mea culpa en cuanto están frente a un lingüista.
- No obstante, sigue habiendo mentalidades más puristas que recelan de ese dinamismo del lenguaje en los medios...
- Las hay, y seguirá habiéndolas, pues siempre habrá gente de ideas conservadoras y cerradas a los cambios, y eso se da en la política y también en la lengua. Lo curioso es que habitualmente esos puristas no son conocedores a fondo de la lengua, no son lingüistas, sino meros aficionados al buen uso --a su modo de ver-- del español.
- La incorporación numerosa de extranjerismos al español, si bien en algunos casos parece inevitable, ¿exige seguir en alerta para evitar que se cometan excesos? ¿En qué ámbitos hay que permanecer más vigilantes en este sentido?
- Siempre hay que estar vigilantes, pues llegan muchos más de los necesarios, por pura pose del hablante, por puras modas de ciertos grupos sociales, y eso no es bueno para la lengua.
Los ámbitos más afectados por ese desembarco incesante son la economía, el mundo empresarial y todo lo relacionado con la modernidad: moda, música... Y, cómo no, la tecnología, si bien en ese campo los extranjerismos son muchas veces inevitables, pues designan nuevos objetos o ideas.
- Y luego están los manuales y libros de estilo, esas obras que ineluctablemente a usted le persiguen.
- Y me encanta que me persigan, y los echaré mucho de menos en mi nueva etapa laboral. Fui coautor de varios de ellos y me siento copropietario de las últimas 16 ediciones del Manual de Español Urgente.
- Siguen elaborándose, dentro y fuera de los medios, pero ¿se realmente se utilizan?
- Sí, se utilizan, y seguirán utilizándose, pues quienes tienen la lengua como herramienta de trabajo precisan del apoyo que encuentran, entre otras obras de consulta, en los manuales de estilo.
-¿Cómo se escribe en los medios, mejor o peor que hace unos años? ¿Se nota la desaparición de la figura del corrector en la mayor parte de las redacciones?
- Se escribe igual de bien que hace unos años, pero se nota --y mucho-- la ausencia de los correctores en las redacciones de los periódicos, las radios y las televisiones (y los medios digitales), pues se cuelan faltas de ortografía y también algunos errores sintácticos que antes eran detectados por quienes leían y corregían los textos.
- ¿Por dónde pasa el futuro del idioma español? ¿Sigue pensando que habrá que seguir pendiente de EE.UU.?
- El futuro del español está en los Estados Unidos y también en la comunidad de países hispanohablantes, pero de esos países el más poderoso es Estados Unidos, y por ello es allí donde se está cocinando el español internacional de los negocios, de la cultura, de la comunicación... El español más importante será, lógicamente, el del país más poderoso; pero con la unión del resto de países, y ahí España debe tener el puesto que le corresponde.
- Y luego están los manuales y libros de estilo, esas obras que ineluctablemente a usted le persiguen.
- Y me encanta que me persigan, y los echaré mucho de menos en mi nueva etapa laboral. Fui coautor de varios de ellos y me siento copropietario de las últimas 16 ediciones del Manual de Español Urgente.
- Siguen elaborándose, dentro y fuera de los medios, pero ¿se realmente se utilizan?
- Sí, se utilizan, y seguirán utilizándose, pues quienes tienen la lengua como herramienta de trabajo precisan del apoyo que encuentran, entre otras obras de consulta, en los manuales de estilo.
-¿Cómo se escribe en los medios, mejor o peor que hace unos años? ¿Se nota la desaparición de la figura del corrector en la mayor parte de las redacciones?
- Se escribe igual de bien que hace unos años, pero se nota --y mucho-- la ausencia de los correctores en las redacciones de los periódicos, las radios y las televisiones (y los medios digitales), pues se cuelan faltas de ortografía y también algunos errores sintácticos que antes eran detectados por quienes leían y corregían los textos.
- ¿Por dónde pasa el futuro del idioma español? ¿Sigue pensando que habrá que seguir pendiente de EE.UU.?
- El futuro del español está en los Estados Unidos y también en la comunidad de países hispanohablantes, pero de esos países el más poderoso es Estados Unidos, y por ello es allí donde se está cocinando el español internacional de los negocios, de la cultura, de la comunicación... El español más importante será, lógicamente, el del país más poderoso; pero con la unión del resto de países, y ahí España debe tener el puesto que le corresponde.
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