La preocupación creciente por la consecución de unos estándares encaminados a un periodismo deportivo de calidad ha propiciado una mayor concienciación dentro de la profesión, de medios y periodistas, que se ha visto reflejada en los últimos años en la publicación de libros de estilo.
Así, figuran tanto los de medios propiamente deportivos (En España Mundo Deportivo en 1995, Don Balón en 2004 y Marca en 2012; en Argentina El Gráfico en 2000 o en Brasil Lance en 2008) como aquellos generalistas que dedican secciones o apartados especiales a la singularidad de la cobertura informativa de deportes. Entre estos últimos sobresalen los de canales públicos de televisión, como el de Canal Sur en 2004, el manual de RTVE en 2011 o el de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) en 2013.
El llibre d'estil de la CCMA fija los marcos editorial, ético y
lingüístico, así como las normas periodísticas del
conjunto de medios que integran la corporación (televisión,
radio y plataformas digitales). Servicio público, compromiso por la comunidad autónoma (punto de vista de Cataluña), calidad de contenidos y transparencia. Así, no solo plasma la relevancia social adquirida hoy día por el deporte al recoger recomendaciones específicas para guiar a los profesionales en las tareas de producción y difusión de los contenidos deportivos, sino que además incide en la doble dimensión ética y lingüística de la responsabilidad social de informar correctamente a un público tan vasto y heterogéneo como el aficionado a los deportes.
A continuación, enumeramos algunos pasajes destacados de este texto, en su Manual de Uso, que invitan a reflexionar sobre los desafíos actuales del periodismo deportivo que aspira a ser considerado de calidad:
1. Tratemos el deporte como una actividad llena de componentes culturales, educativos y formativos, y, sobre todo, con una gran capacidad para promover la relación y el intercambio entre personas y colectivos de todo el mundo.
2. Nuestros contenidos deportivos reflejarán en cualquier caso valores como el esfuerzo, la superación personal, el trabajo en equipo, la nobleza de la competición y un estilo de vida saludable.
3. En cualquier formato, la información deportiva habrá de seguir los mismos principios generales del periodismo y se elabora bajo los mismos criterios que la información general.
4. Nuestra información deportiva no se mezcla con la opinión de quien la transmita, aun cuando pueda suponerse que esa opinión sea la misma que comparte la mayoría de la audiencia. En las retransmisiones y contenidos no estrictamente informativos se podrán introducir elementos de empatía sin que eso contradiga el rigor informativo.
5. Los rumores y las especulaciones no son noticia. Ni los alimentamos ni los difundimos ni los desmentimos. Tengamos presente que, muy a menudo, los rumores son interesados y tienen como objetivo utilizar a los medios para influir en operaciones de carácter económico. No informemos de fichajes, destituciones, dimisiones ni sanciones hasta que no hayamos podido confirmar la noticia a través de fuentes fidedignas, aunque no sean oficiales.
6. El tratamiento de la actualidad deportiva tiene particularidades respecto a otros ámbitos informativos por la capacidad que tiene el deporte de generar emociones o por la identificación de sectores de la audiencia con un deportista, un equipo o una actividad determinada. La implicación en la narración responde a nuestro criterio de proximidad y no contradice los principios de objetividad y veracidad.
7. Tratemos a todos los deportistas y directivos con distancia profesional. La proximidad personal que podamos tener no debe traducirse en una adulación o crítica exagerada a su actuación, en una excesiva familiaridad en el trato o en un tono demasiado amistoso u hostil a la hora de hacerle a alguien una entrevista o al informarle.
8. El uso de la primera persona del plural para referirse a deportistas o equipos (locales) denota identificación. Cuanto más informativo sea una espacio menos cabida tendrá este recurso, y en espacios estrictamente informativos nunca estará justificado. Igual ocurre con recursos expresivos empleados con un tono de voz excesivamente elevado, un discurso claramente emotivo o una entonación excesivamente marcada.
10. La prioridad del lenguaje deportivo es que el mensaje llegue con claridad a toda la audiencia, por lo que utilizaremos expresiones fácilmente comprensibles, que podrán ser más específicas en espacios especializados.
11. Para entretener y transmitir emociones cuando sea necesario, en los contenidos deportivos apostaremos por un lenguaje rico y expresivo, innovador cuando sea preciso, que refleje las formas idiomáticas propias y que se aleje de los tópicos y las expresiones vacías de contenido.
12. Utilicemos un lenguaje respetuoso al referirnos a los equipos, los resultados y las competiciones, y evitemos expresiones racistas, xenófobas, violentas, torpes, injuriosas o sexistas.
13. Intentemos huir de los tópicos. Son usos o expresiones que se crearon para buscar la originalidad y que, de emplearse tanto, se han convertido en fórmulas estereotipadas que denotan pobreza expresiva y falta de recursos.
14. Prescindamos de los extranjerismos que sean innecesarios y utilicemos palabras en nuestro idioma siempre que sea posible. Si incorporamos palabras extranjeras será porque no hayamos encontrado equivalencias y habrán de explicarse si hubiera duda que no serán entendidas por todo el mundo.
15. Evitemos recurrir al lenguaje bélico de forma indiscriminada, de acuerdo con los valores deportivos que defendemos y con nuestra responsabilidad social.
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