Félix Rodríguez. Fuente: www.diarioinformacion.com |
La información deportiva es, junto con la que versa sobre moda, el área periodística donde más proliferan los extranjerismos. Se trata de una importación continua y hasta cierto punto inevitable si tenemos en cuenta el origen foráneo del sport o deporte reglamentado moderno y porque, además, hay términos para los que no siempre hallamos con facilidad una equivalencia en español. Aunque esto no justifica en ningún caso el abuso que se pueda cometer de estas voces extranjeras, sí favorece que se utilicen. En cualquier caso, para emplear bien las palabras foráneas, conocer cuáles son necesarias y cuáles superfluas, y encontrarles un correcto acomodo en nuestra lengua, no hay nada mejor que acudir a los diccionarios.
Y para ello, desde hace solo unos días, el texto de referencia es el Gran diccionario de anglicismos, obra de Félix Rodríguez González, catedrático de Filología Inglesa en la Universidad de Alicante e investigador experto en las áreas de la lexicología, lexicografía y sociolingüística del inglés y del castellano. Doctor en Lingüística Románica por la Universidad de Alberta (Canadá), Rodríguez es autor o editor de una docena de libros y más de ochenta publicaciones, muy especialmente sobre siglas y anglicismos.
Este nuevo diccionario, que acaba de publicar la editorial Arco Libros, es un texto que compendia la definición y explicación de etimología, uso y pronunciación de más de 4.500 palabras y expresiones procedentes del inglés en el español actual, las cuales se utilizan con asiduidad en ámbitos como la moda o el deporte, pero también en la tecnología, la música o la economía.
Para hablar de este importante texto, una verdadera guía práctica para filólogos, traductores, escritores y periodistas, nos hemos puesto en contacto con Félix Rodríguez. De paso, aprovechando la naturaleza del blog que nos ocupa, le hemos preguntado por el uso de extranjerismos en el periodismo deportivo en lengua española.
- ¿Por qué era necesario publicar un nuevo diccionario de anglicismos?
- La lengua española registra incesantemente un aluvión de anglicismos, especialmente en la prensa, y está claro que son muchos los hablantes que no conocen el inglés por lo que se hace necesaria una explicación de sus significados. Si tenemos en cuenta que el primer y único diccionario sobre esta materia, el Nuevo diccionario de anglicismos (Gredos 1997), que confeccioné con la colaboración de Antonio Lillo, se publicó hace por tanto cuatro lustros, se comprenderá la oportunidad de ofrecer al lector una recopilación más completa y más actualizada.
- La lengua española registra incesantemente un aluvión de anglicismos, especialmente en la prensa, y está claro que son muchos los hablantes que no conocen el inglés por lo que se hace necesaria una explicación de sus significados. Si tenemos en cuenta que el primer y único diccionario sobre esta materia, el Nuevo diccionario de anglicismos (Gredos 1997), que confeccioné con la colaboración de Antonio Lillo, se publicó hace por tanto cuatro lustros, se comprenderá la oportunidad de ofrecer al lector una recopilación más completa y más actualizada.
- ¿Por qué vías llegan al español las palabras y expresiones del inglés? ¿Principalmente el periodismo?
- Llegan por múltiples vías, principalmente las de tipo periodístico, a través de diarios, revistas y otros medios de comunicación (radio, televisión, internet… ), pero también por la prensa especializada, y una vez difundidas invaden el ámbito literario, especialmente la novela. Ahora, las innovaciones más llamativas surgen a diario en la prensa generalista, de manera particular en las crónicas enviadas por corresponsales de prensa y agencias de noticias extranjeras donde el periodista, avivado por la premura del tiempo y la dificultad de encontrar un equivalente en español, recurre a lo que le resulta más fácil, la importación sin más del anglicismo crudo y directo.
- ¿Es acaso evitable que los medios de comunicación en determinadas temáticas como la tecnología, la moda, la música o el deporte, prescindan de estos anglicismos sobre todo cuando están tan extendidos?
- La pregunta requiere una matización. Los hay que corresponden a nuevas realidades en las distintas áreas de especialidad, y la univocidad de sus voces resultan útiles para la comunicación, y si están extendidas resulta difícil sustituirlas, especialmente si contribuyen a cierta economía en la expresión, como por ejemplo voleybol por balonvolea. Ahora, cuando encontramos una palabra tan trillada y superflua como fashion, por moda, con morfología tan exótica y que no aporta ningún matiz, me parece de lo más irrisorio.
"Ahora, las innovaciones más llamativas surgen a diario en las crónicas enviadas por corresponsales de prensa y agencias de noticias extranjeras donde el periodista, avivado por la premura del tiempo y la dificultad de encontrar un equivalente en español, recurre a lo que le resulta más fácil, la importación sin más del anglicismo crudo y directo"
- ¿No hay riesgo de que por querer a veces traducirlo todo al español pueda perderse eficacia comunicativa a la hora de trasladar el mensaje a la audiencia? Se lo pregunto porque en muchos ámbitos de especialización tanto los protagonistas como el público manejan un importante número de anglicismos con los que se entienden.
- Sí, en efecto, hablamos de un master o Master, tanto en el terreno académico como en el deportivo, por ser una voz muy enraizada en esos contextos, lo que restaría eficacia comunicativa si empleáramos la voz maestro, más polisémica. El anglicismo ha triunfado porque se ha movido también en el plano oral. Sin embargo, un torneo como el denominado Open, en la jerga tenística, al transitar por un registro escrito mayormente, está dando paso en estos momentos a su equivalente español abierto, su traducción literal
- ¿Qué extranjerismos deportivos serían a su juicio evitables en el periodismo y cuáles otros estarían más justificados?
- Existen términos futbolísticos como referee, por árbitro, u off-side por fuera de juego, que han caído en desuso precisamente porque su morfología no los hace transparentes semánticamente, pero todavía aparecen esporádicamente en alguna crónica deportiva. Pero por ser ya obsoletos el periodista debiera evitarlos y optar por sus equivalentes nativos, mucho más descriptivos. Una voz más actual y que lleva las trazas de perpetuarse, a pesar de que su morfología y pronunciación son ajenas a nuestras pautas idiomáticas, es hat-trick, como se denominan los tres tantos marcados por un mismo jugador. Puede admitirse en un determinado momento, por correferencia, como licencia estilística, pero no podemos prescindir de su sinónimo autóctono y mucho más comprensible, triplete. Así parece entenderlo el Libro de Estilo de El País, al recomendar su uso.
- De acuerdo a su etimología, también a veces las palabras extranjeras se emplean con impropiedad.
- El periodista a veces por su poca familiarización con el inglés incurre en incorrecciones gráficas con palabras que tendrían la misma pronunciación que las correctas al considerar su formato. Tal es el caso de pull en lugar de pool, en la jerga bancaria, o pool position por pole position, en la deportiva. También me llaman la atención escrituras como streeper por stripper, o travesty por travesti, en el área del erotismo y en los anuncios de contactos, o stablishment por establisment, en la arena política, por creer que son más inglesas.
- ¿En qué modalidades deportivas se comete un mayor abuso de estos términos importados?
- Hay modalidades deportivas como el golf, que por ser todavía minoritarias y elitistas, y por carecer su terminología de equivalencias implantadas, utilizan profusamente los anglicismos, lo cual no deja de ser comprensible. Lo mismo podría decirse del béisbol si este deporte se abriera camino en nuestro país, y no digamos de otro aún más desconocido como el cricket.
- ¿Siente usted, como señalan algunos estudiosos del lenguaje, que la pureza del español corre peligro por el uso de extranjerismos o es esta una consideración algo exagerada?
- La defensa del idioma desde tiempos inmemoriales ha llevado a campañas contra el uso de los extranjerismos, una respuesta que tiene su razón de ser ante el uso indiscriminado y desmesurado de buena parte de ellos y su aceptación por mera inercia y esnobismo cultural en detrimento de las voces propias. Cuando vemos periodistas, sobre todo en revistas de moda, que no saben escribir sin salpicar sus escritos continuamente con las palabras “in” del momento, no podemos por menos de sumarnos a esta crítica. Pero por otro lado, tampoco podemos olvidar que una lengua nunca es pura, sino que se ha ido conformando merced a voces foráneas de muy distintos orígenes. ¿Qué sería de nuestra lengua si prescindiéramos del legado lingüístico que nos han ido reportando el latín y el árabe en el Medievo, el italiano en el Renacimiento, y el francés y el inglés en la época moderna y contemporánea? No en vano, como escribiera mi admirado filólogo venezolano Angel Rosenblat “Las voces extranjeras de las lenguas son reflejo del prestigio y del poder expansivo de las culturas”. Y algunos siglos antes ya decía Goethe también que “la fuerza de una lengua no consiste en rechazar lo foráneo, sino en devorarlo”. Y en “digerirlo”, podría añadirse con más precisión.
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