Noticia publicada por The Herald Sun el pasado 5 de marzo. |
El pasado 5 de marzo The Herald Sun se vio obligado a cerrar los comentarios de los lectores en la sección de noticias en su web sobre la liga femenina de fútbol australiano por la proliferación de comentarios sexistas hacia algunas de las protagonistas, y hacia las mujeres deportistas en general. Según señaló este diario australiano, una sola historia había acumulado hasta 300 comentarios "de tono sexista". El comportamiento de ciertos lectores en este espacio forjado para crear comunidad no solo supuso una flagrante infracción de las reglas de conducta de ese foro de debate, sino que además propició un clamor entre jugadoras, periodistas y otros fans para que el periódico tomase esa decisión.
El pasado 10 de abril el defensor del lector de El País, en su columna quincenal de los domingos, advertía de cómo el foro de comentarios habilitado para los lectores en la web se está convirtiendo en terreno abonado de los extremismos, y esto tiene como consecuencia que los usuarios más fieles del diario, quienes sí van ahí con la intención de alimentar con ideas la conversación social, se acaban marchando y dejando huérfano este espacio. A este respecto, Carlos Yarnoz apuntaba como oportunidad, a la que vez como exigencia de su medio, aprovechar la puesta en marcha del sistema de suscripciones, en vigor desde el 1 de mayo, con el fin de "recuperar ese foro para los verdaderos lectores del periódico -ahora expulsados del lugar- y no para agitadores que rechazan los principios y valores de la comunidad de El País".
Son solo dos ejemplos recientes, pero hay muchos más, que ponen de manifiesto el ruido que poco a poco parece adueñarse de las áreas de comentarios de lectores, unos espacios que se se concibieron cuando fueron creados como idóneos para estrechar lazos con la audiencia, para hacer un periodismo más abierto y participativo tomando en cuenta los comentarios y las sugerencias de unos usuarios que forman parte de una comunidad. Incluso algunos medios, en una línea que potenció de forma pionera The Miami Herald, elevaron esa participación de los ciudadanos convirtiéndolos en verdaderas fuentes de información que aportan conocimientos y enfoques sobre asuntos que aseguran conocer bien y que han de servir a los periodistas como base para la publicación de nuevas historias, participativas, colaborativas o híbridas.
Pautas de conducta, insuficientes
Sin embargo, y pesar de que la mayoría de sus medios se esforzaron desde un principio por esclarecer las reglas del juego periodístico y exponer al público cuáles las pautas de conducta que han de cumplirse para participar en comentarios de noticias y artículos, el paso del tiempo ha demostrado que esto no es suficiente para dirigir la conversación y también que es preciso redoblar esfuerzos, tanto en la moderación con personal de la redacción dedicado a interactuar con la audiencia como en el filtro y depuración de mensajes que sobrepasen los límites del respeto y la convivencia social.
Si bien es cierto que los foros de comentarios suelen acoger también interesantes intercambios de ideas y pueden constituirse como reclamo para muchos usuarios que los conciben como un foro para el entretenimiento (el humor y el ingenio están presentes), no es menos cierto que el debate a menudo degenera y, sobre todo, se aleja del motivo principal que lo origina, que es la noticia que lo antecede en la página. De esta forma, el esfuerzo editorial, muy evidente en el caso de piezas más trabajadas como especiales, investigaciones o grandes reportajes multimedia, no se ve recompensado al no recibir un feedback valioso por parte del público.
Comentarios que no se refieren a la información publicada
En esos casos, suele ser una minoría de lectores quienes comentan el valor de la pieza periodística, la originalidad de la historia o cómo fue esta construida; incluso aquellos que la contrarrestan con datos, aportando enlaces o referencias a otras fuentes, y opiniones fundamentadas, no meros juicios de valor. Esto se hace muy evidente en las notas de deportes, una área informativa singular por el volumen de pasiones que mueve y que trascienden en todo tipo de contenidos y plataformas. En los comentarios aflora muy pronto ese alineamiento pasional por unos colores que desvía el foco de atención hacia rivalidades antes que al respecto de lo que se informa.
No obstante, lejos de limitarse a culpar a los lectores por esta situación, los medios periodísticos harían bien en replantear el funcionamiento de estos espacios y reconducirlos para enriquecer el debate. Saldrán ganando mucho si lo hacen. Pero no se trata solo de introducir más moderadores o filtros o de implementar servicios de suscripción que actúen de selección natural de los lectores, sino también de elevar la exigencia ética en la producción de unos contenidos editoriales más trabajados, cocinados a un fuego algo más lento a base de verificación, velando por un uso apropiado del lenguaje, aplicando criterios noticiosos y no tan ceñidos a la búsqueda de click o el morbo, y también actuando con respeto y decoro hacia usuarios y protagonistas.
La construcción de las noticias y su valor formativo
A lo mejor es más factible aspirar a una mayor calidad de los comentarios de los lectores si los contenidos que se les proporcionan no propagan precisamente esos valores que tanto se critican del periodismo, tales como el sensacionalismo, el sesgo, la superficialidad o la transmisión de estereotipos. También allanará el camino hacia esa conversación social más productiva si se prioriza más escuchar a la audiencia que censurarla, al tiempo que hacer de la información algo instructivo y que forme opiniones. El periodismo es, cada vez más, hacer comunidad y cuidar de la conversación. Porque de ella se nutre.
Pautas de conducta, insuficientes
Sin embargo, y pesar de que la mayoría de sus medios se esforzaron desde un principio por esclarecer las reglas del juego periodístico y exponer al público cuáles las pautas de conducta que han de cumplirse para participar en comentarios de noticias y artículos, el paso del tiempo ha demostrado que esto no es suficiente para dirigir la conversación y también que es preciso redoblar esfuerzos, tanto en la moderación con personal de la redacción dedicado a interactuar con la audiencia como en el filtro y depuración de mensajes que sobrepasen los límites del respeto y la convivencia social.
Si bien es cierto que los foros de comentarios suelen acoger también interesantes intercambios de ideas y pueden constituirse como reclamo para muchos usuarios que los conciben como un foro para el entretenimiento (el humor y el ingenio están presentes), no es menos cierto que el debate a menudo degenera y, sobre todo, se aleja del motivo principal que lo origina, que es la noticia que lo antecede en la página. De esta forma, el esfuerzo editorial, muy evidente en el caso de piezas más trabajadas como especiales, investigaciones o grandes reportajes multimedia, no se ve recompensado al no recibir un feedback valioso por parte del público.
Comentarios que no se refieren a la información publicada
En esos casos, suele ser una minoría de lectores quienes comentan el valor de la pieza periodística, la originalidad de la historia o cómo fue esta construida; incluso aquellos que la contrarrestan con datos, aportando enlaces o referencias a otras fuentes, y opiniones fundamentadas, no meros juicios de valor. Esto se hace muy evidente en las notas de deportes, una área informativa singular por el volumen de pasiones que mueve y que trascienden en todo tipo de contenidos y plataformas. En los comentarios aflora muy pronto ese alineamiento pasional por unos colores que desvía el foco de atención hacia rivalidades antes que al respecto de lo que se informa.
No obstante, lejos de limitarse a culpar a los lectores por esta situación, los medios periodísticos harían bien en replantear el funcionamiento de estos espacios y reconducirlos para enriquecer el debate. Saldrán ganando mucho si lo hacen. Pero no se trata solo de introducir más moderadores o filtros o de implementar servicios de suscripción que actúen de selección natural de los lectores, sino también de elevar la exigencia ética en la producción de unos contenidos editoriales más trabajados, cocinados a un fuego algo más lento a base de verificación, velando por un uso apropiado del lenguaje, aplicando criterios noticiosos y no tan ceñidos a la búsqueda de click o el morbo, y también actuando con respeto y decoro hacia usuarios y protagonistas.
La construcción de las noticias y su valor formativo
A lo mejor es más factible aspirar a una mayor calidad de los comentarios de los lectores si los contenidos que se les proporcionan no propagan precisamente esos valores que tanto se critican del periodismo, tales como el sensacionalismo, el sesgo, la superficialidad o la transmisión de estereotipos. También allanará el camino hacia esa conversación social más productiva si se prioriza más escuchar a la audiencia que censurarla, al tiempo que hacer de la información algo instructivo y que forme opiniones. El periodismo es, cada vez más, hacer comunidad y cuidar de la conversación. Porque de ella se nutre.
Como señala The Guardian en sus 'Normas comunitarias para la participación', lograrlo es cosa de todos: "La
plataforma es nuestra, pero la conversación es de todos. Queremos que
esta sea un espacio acogedor para el debate inteligente, y esperamos que
los participantes que nos ayuden a lograrlo notificándonos los
problemas potenciales y ayudándose entre sí para mantener conversaciones
cordiales y apropiadas".
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