El periodismo deportivo, por el hecho de llegar a más personas y estar más expuesto que ningún otro a la crítica ciudadana, ha de rebelarse a menudo contra sus propias sombras y hacer frente a aquellos que desde hace tiempo lo categorizan como una disciplina menor dentro de la profesión por tratarse, valga el estereotipo, de un ámbito informativo 'blando' en el que los estándares éticos, deontológicos y lingüísticos no son tan exigentes como en otras áreas periodísticas y, como consecuencia de ello, no se aplican. Ha de pelear a diario para ganarse el respeto y la credibilidad de aficionados y profesionales.
No obstante, la realidad de estos últimos años, por sí sola, se ha encargado de desmontar esta vieja teoría. Por un lado, se ha puesto de manifiesto que las graves taras de las que adolece el periodismo actual no están circunscritas ni mucho menos a una área informativa en particular; y, por otro, que cada vez son más los medios de comunicación deportivos, tanto en España como en otros países latinoamericanos, que, conscientes de haber adquirido una notable influencia social, se han dotado de herramientas de redacción y autorregulación para mejorar la presentación y la calidad de sus productos, como son los libros de estilo. Y esto es sinónimo del mejor periodismo.
La última demostración de que un periodismo deportivo de calidad es algo más que una posibilidad la constituye la publicación del Libro de Estilo de Marca, una obra ambiciosa que acaba de ver la luz tras cuatro años de gestación, una vez consumada la absorción del antiguo grupo Recoletos por Unidad Editorial, y que responde a una vieja aspiración del rotativo madrileño que, por unas causas u otras, nunca se llevó a término tras varias tentativas. Este volumen, escrito por Rafael González-Palencia y José Carlos Mendaña y publicado por la editorial La Esfera de los Libros, no es un libro de estilo cualquiera; es la obra que enseña las intenciones periodísticas y establece los procedimientos de producción periodística del diario líder en España y que, además, se suma a la selecta nómina de medios especializados que hace tiempo crearon su propio instrumento de trabajo: Mundo Deportivo (1995) y el extinto Don Balón (2004) en España, la revista El Gráfico (2000) en Argentina y el diario Lance (2008) en Brasil.
Tomando el testigo de estos trabajos singulares y de otros manuales de medios generalistas, el Libro de Estilo de Marca ha sido concebido como un texto de consulta para profesionales, pero también para aficionados al periodismo deportivo, al recoger las normas fundamentales que han de regir la práctica diaria en una redacción y, al mismo tiempo, servir de guía de escritura y enseñar a utilizar el lenguaje de forma precisa para contar y hacer comprender las historias del deporte. Con este propósito, el libro tiene una extensión de 358 páginas, estructuradas en siete capítulos: Introducción (que incorpora recomendaciones éticas y un estudio jurídico dedicado a la posición del periodista ante la legislación española); Normas generales de estilo; Los elementos del texto y su relación con el diseño; Normas ortográficas; Deportes, clubes y competiciones; Errores gramaticales y ortográficos comunes; y Apéndices léxicos (deportivo común, glosario organizado por deportes, léxico de dudas y vocabulario especializado en medicina del deporte y jurídico-económico-administrativo).
Al comienzo de este libro de estilo, Marca se presenta como un diario que trata de ofrecer a sus lectores "la más completa información sobre el deporte nacional e internacional, acompañada de las opiniones de sus protagonistas y de otros prestigiosos profesionales, tanto del periodismo especializado en el seguimiento y análisis de la práctica deportiva como de otros campos". Asimismo, señala que se dirige a un público amplio, diverso y multicultural, por lo que fija como obligación de todos sus profesionales "tratar con el máximo cuidado tanto las informaciones en sí como las herramientas comunicativas que utilizan para hacer llegar al lector dicha información, de manera que este pueda formarse sus propias opiniones".
Aunque el entretenimiento pueda considerarse como la esencia misma del deporte, el periodismo deportivo es ante todo información, sin olvidarse tampoco de su función formativa. De esta forma, Marca asume con responsabilidad su triple misión a la hora de componer las páginas y sus contenidos: preocuparse por entretener "sin que ello suponga menoscabo alguno del necesario rigor informativo ni de la veracidad" y, por otra parte, promover los valores positivos que son inherentes a la práctica de cualquier actividad físico-deportiva como son el esfuerzo, el trabajo en equipo, la amistad, la tolerancia o el respeto.
El deporte de informar con propiedad, según los autores, pasa por "utilizar un lenguaje popular e inteligible, en muchas ocasiones incluso coloquial, pero no por ello exento de corrección, pulcritud y riqueza". En el ámbito puramente idiomático, Marca apuesta por seguir, como criterio general, la doctrina de la Real Academia Española (RAE) y remite a sus trabajadores a consultar la Gramática, la Ortografía o los diccionarios académicos para resolver aquellas dudas que no estén recogidas en este Libro de Estilo.
Al trabajar sobre un terreno idiomático tan rico, diverso y dinámico como el periodístico deportivo, donde la innovación y la búsqueda del hallazgo léxico o semántico es permanente, el manual de Marca va claramente por delante de la RAE al recoger palabras, expresiones y significados que existen en el mundo del deporte desde hace años y que incluso se han trasladado al habla común de los ciudadanos pese a no aparecer todavía en los diccionarios. Para ello, el libro de estilo incorpora en varios apéndices un detallado estudio del léxico deportivo con más de 800 referencias, tanto las de carácter común a varios deportes como las específicas, que versan sobre 60 modalidades y disciplinas diferentes, desde el ajedrez hasta el voleibol.
Para la elaboración de los apéndices Marca siguió una metodología basada en la consulta previa a diccionarios, reglamentos, federaciones, deportistas y entrenadores, y, posteriormente, en el establecimiento de unos criterios objetivos para decidir qué vocablos habían de ser seleccionados. Según nos explica Rafael González-Palencia, autor del estudio lexicográfico, la criba se efectuó considerando "que la palabra fuera un extranjerismo, que presentara alguna dificultad ortográfica, que fuera de uso común en el periódico pero no estuviera recogida ni en el DRAE ni en el María Moliner, que nos interesara proponer una ortografía distinta a la de esos diccionarios (por ejemplo, con póker)...". A su juicio, las definiciones, en realidad, no son más que "la guinda del pastel", ya que "lo fundamental es que cualquier redactor de Marca puede consultar con facilidad cómo escribir un término que le genere dudas".
Así, entre los vocablos y frases deportivas que aparecen en este libro de estilo, se encuentran jugón ("término acuñado por el periodista deportivo Andrés Montes para calificar a un jugador especialmente habilidoso, atrevido y decisivo"), contravolantear (en automovilismo, "acción de girar el volante en dirección contraria a la del viraje del vehículo con el objetivo de controlar el derrape al tomar una curva a gran velocidad"), posta ("en una carrera de relevos, cada uno de los tramos recorridos entre una entrega del testigo y la siguiente o la última entrega y la llegada a la meta") o transfer ("documento internacional que confirma el traspaso de los derechos de un jugador de un equipo a otro para que pueda ser inscrito en una nueva competición").
Igualmente, quedan consignadas voces como ÑBA, etiqueta creada en 2006 por este mismo diario para referirse a la selección española de baloncesto, así como ñba (plural invariable ñba), con que define a cualquier jugador de la selección española de baloncesto, en consonancia con la etiqueta antes mencionada; tiqui-taca (término que hace referencia al fútbol basado en el toque, la velocidad y la precisión en los pases); o hacer un rondo, que aparece con dos acepciones: juego caracterizado por la abundancia de pases cortos y precisos o ejercicio de entrenamiento en el que los jugadores forman un círculo en un área poco extensa del campo y se pasan el balón entre ellos, generalmente al primer toque, tratando de impedir que uno o dos compañeros, situados en el interior el círculo, intercepten la pelota.
Dentro de cada glosario no solo figuran algunos de los muchos extranjerismos que conforman la terminología de cada deporte; también se encuentran palabras argóticas y otras formas coloquiales que están muy extendidas entre los aficionados y periodistas, tales como botella (zona), gorro (tapón), palomero o pedrada (mal tiro) en baloncesto; hachazo en ciclismo; o arreón, cantada (error grave, normalmente del portero), caño (túnel), chicharro (gol), leñero (duro), pepinazo (disparo potente) o rifar la pelota (regalársela al contrario).
Entre los preceptos estilísticos por los que opta Marca para adoptar soluciones homogéneas a cuestiones complejas, se encuentran los referidos a los extranjerismos, topónimos y antropónimos, las claves y siglas, así como a la escritura de deportes, clubes y competiciones. Como principio general de actuación, este libro de estilo señala que "debe evitarse el uso de palabras o expresiones de otras lenguas que tengan su equivalente en castellano", excepto las contempladas en los apéndices ya referidos. Igualmente, los toponímicos tanto españoles como extranjeros se utilizarán preferentemente en su versión castellana "siempre que esté debidamente acreditada por el uso y recogida por la Academia" y sin forzar, esto es, "no se traducirá un topónimo si tradicionalmente un lugar ha sido conocido con su nombre vernáculo o su castellanización ha caído en desuso". En cuanto a los antropónimos, Marca aboga por escribirlos usando la grafía elegida por el protagonista siempre y cuando se adapte al alfabeto latino.
En esta misma línea, Marca, con el fin de facilitar la comprensión del lector, hispanizará las siglas siempre que sea posible (COI y no IOC) y mantendrá aquellas forjadas en otros idiomas pero de difusión generalizada (IAAF, FINA, WTA). De la misma manera, incluye un código de clave de países adaptado al castellano para uso en fichas y clasificaciones que, si bien toma como referencia los del COI y la FIFA, acoge claves extendidas en español y que guardan mayor similitud con la grafía en español al país al que hacen referencia (se prefiere ALE a GER para Alemania o ESL a SLO o SVN para Eslovenia).
La forja de un estilo propio en un periódico deportivo también consiste en unificar los criterios de escritura de los nombres de modalidades, disciplinas, clubes y competiciones que, en un elevado porcentaje, son de origen foráneo y plantean disyuntivas. Así lo entienden también los autores de este libro de estilo, que advierten a los redactores de Marca de la importancia de observar una serie de recomendaciones. Entre ellas destacan, por ejemplo, la de escribir en redonda los nombres de deportes aunque su denominación contenga total o parcialmente extranjerismos aceptados o no por la RAE, o la de no forzar la traducción de modalidades o disciplinas que son universalmente conocidas con su nombre original.
También se establece que los nombres de las competiciones irán en mayúscula, pero no así los términos que hagan referencia al deporte o categoría en cuestión (Mundial júnior de baloncesto) y que se castellanizarán en la medida de lo posible (Gran Premio o GP en vez de Grand Prix, Liga de Campeones por Champions League), siempre y cuando la tradición o la universalización de su uso no aconsejen lo contrario (Giro de Italia, Masters de Augusta o Premier). Estos mismos criterios se aplican, siempre con excepciones, al tratamiento del nombre de clubes extranjeros, que mantendrán su forma original cuando su nombre vernáculo se haya utilizado históricamente (el Torino y no el Turín o el Göteborg y no el Gotemburgo) o si procede de un idioma diferente al propio de país de procedencia del equipo (Milan, River Plate).
Este libro constituye, en definitiva, una obra de gran valor no solo por los preceptos lingüísticos, estilísticos, éticos, deontológicos y legales que contiene, en muchos casos innovadores respecto a otros manuales de estilo, sino también porque representa una apuesta decidida del medio de comunicación deportivo más seguido en España por mejorar la calidad de su producto final.
No obstante, la realidad de estos últimos años, por sí sola, se ha encargado de desmontar esta vieja teoría. Por un lado, se ha puesto de manifiesto que las graves taras de las que adolece el periodismo actual no están circunscritas ni mucho menos a una área informativa en particular; y, por otro, que cada vez son más los medios de comunicación deportivos, tanto en España como en otros países latinoamericanos, que, conscientes de haber adquirido una notable influencia social, se han dotado de herramientas de redacción y autorregulación para mejorar la presentación y la calidad de sus productos, como son los libros de estilo. Y esto es sinónimo del mejor periodismo.
La última demostración de que un periodismo deportivo de calidad es algo más que una posibilidad la constituye la publicación del Libro de Estilo de Marca, una obra ambiciosa que acaba de ver la luz tras cuatro años de gestación, una vez consumada la absorción del antiguo grupo Recoletos por Unidad Editorial, y que responde a una vieja aspiración del rotativo madrileño que, por unas causas u otras, nunca se llevó a término tras varias tentativas. Este volumen, escrito por Rafael González-Palencia y José Carlos Mendaña y publicado por la editorial La Esfera de los Libros, no es un libro de estilo cualquiera; es la obra que enseña las intenciones periodísticas y establece los procedimientos de producción periodística del diario líder en España y que, además, se suma a la selecta nómina de medios especializados que hace tiempo crearon su propio instrumento de trabajo: Mundo Deportivo (1995) y el extinto Don Balón (2004) en España, la revista El Gráfico (2000) en Argentina y el diario Lance (2008) en Brasil.
Tomando el testigo de estos trabajos singulares y de otros manuales de medios generalistas, el Libro de Estilo de Marca ha sido concebido como un texto de consulta para profesionales, pero también para aficionados al periodismo deportivo, al recoger las normas fundamentales que han de regir la práctica diaria en una redacción y, al mismo tiempo, servir de guía de escritura y enseñar a utilizar el lenguaje de forma precisa para contar y hacer comprender las historias del deporte. Con este propósito, el libro tiene una extensión de 358 páginas, estructuradas en siete capítulos: Introducción (que incorpora recomendaciones éticas y un estudio jurídico dedicado a la posición del periodista ante la legislación española); Normas generales de estilo; Los elementos del texto y su relación con el diseño; Normas ortográficas; Deportes, clubes y competiciones; Errores gramaticales y ortográficos comunes; y Apéndices léxicos (deportivo común, glosario organizado por deportes, léxico de dudas y vocabulario especializado en medicina del deporte y jurídico-económico-administrativo).
Al comienzo de este libro de estilo, Marca se presenta como un diario que trata de ofrecer a sus lectores "la más completa información sobre el deporte nacional e internacional, acompañada de las opiniones de sus protagonistas y de otros prestigiosos profesionales, tanto del periodismo especializado en el seguimiento y análisis de la práctica deportiva como de otros campos". Asimismo, señala que se dirige a un público amplio, diverso y multicultural, por lo que fija como obligación de todos sus profesionales "tratar con el máximo cuidado tanto las informaciones en sí como las herramientas comunicativas que utilizan para hacer llegar al lector dicha información, de manera que este pueda formarse sus propias opiniones".
Aunque el entretenimiento pueda considerarse como la esencia misma del deporte, el periodismo deportivo es ante todo información, sin olvidarse tampoco de su función formativa. De esta forma, Marca asume con responsabilidad su triple misión a la hora de componer las páginas y sus contenidos: preocuparse por entretener "sin que ello suponga menoscabo alguno del necesario rigor informativo ni de la veracidad" y, por otra parte, promover los valores positivos que son inherentes a la práctica de cualquier actividad físico-deportiva como son el esfuerzo, el trabajo en equipo, la amistad, la tolerancia o el respeto.
El deporte de informar con propiedad, según los autores, pasa por "utilizar un lenguaje popular e inteligible, en muchas ocasiones incluso coloquial, pero no por ello exento de corrección, pulcritud y riqueza". En el ámbito puramente idiomático, Marca apuesta por seguir, como criterio general, la doctrina de la Real Academia Española (RAE) y remite a sus trabajadores a consultar la Gramática, la Ortografía o los diccionarios académicos para resolver aquellas dudas que no estén recogidas en este Libro de Estilo.
Al trabajar sobre un terreno idiomático tan rico, diverso y dinámico como el periodístico deportivo, donde la innovación y la búsqueda del hallazgo léxico o semántico es permanente, el manual de Marca va claramente por delante de la RAE al recoger palabras, expresiones y significados que existen en el mundo del deporte desde hace años y que incluso se han trasladado al habla común de los ciudadanos pese a no aparecer todavía en los diccionarios. Para ello, el libro de estilo incorpora en varios apéndices un detallado estudio del léxico deportivo con más de 800 referencias, tanto las de carácter común a varios deportes como las específicas, que versan sobre 60 modalidades y disciplinas diferentes, desde el ajedrez hasta el voleibol.
Para la elaboración de los apéndices Marca siguió una metodología basada en la consulta previa a diccionarios, reglamentos, federaciones, deportistas y entrenadores, y, posteriormente, en el establecimiento de unos criterios objetivos para decidir qué vocablos habían de ser seleccionados. Según nos explica Rafael González-Palencia, autor del estudio lexicográfico, la criba se efectuó considerando "que la palabra fuera un extranjerismo, que presentara alguna dificultad ortográfica, que fuera de uso común en el periódico pero no estuviera recogida ni en el DRAE ni en el María Moliner, que nos interesara proponer una ortografía distinta a la de esos diccionarios (por ejemplo, con póker)...". A su juicio, las definiciones, en realidad, no son más que "la guinda del pastel", ya que "lo fundamental es que cualquier redactor de Marca puede consultar con facilidad cómo escribir un término que le genere dudas".
Así, entre los vocablos y frases deportivas que aparecen en este libro de estilo, se encuentran jugón ("término acuñado por el periodista deportivo Andrés Montes para calificar a un jugador especialmente habilidoso, atrevido y decisivo"), contravolantear (en automovilismo, "acción de girar el volante en dirección contraria a la del viraje del vehículo con el objetivo de controlar el derrape al tomar una curva a gran velocidad"), posta ("en una carrera de relevos, cada uno de los tramos recorridos entre una entrega del testigo y la siguiente o la última entrega y la llegada a la meta") o transfer ("documento internacional que confirma el traspaso de los derechos de un jugador de un equipo a otro para que pueda ser inscrito en una nueva competición").
Igualmente, quedan consignadas voces como ÑBA, etiqueta creada en 2006 por este mismo diario para referirse a la selección española de baloncesto, así como ñba (plural invariable ñba), con que define a cualquier jugador de la selección española de baloncesto, en consonancia con la etiqueta antes mencionada; tiqui-taca (término que hace referencia al fútbol basado en el toque, la velocidad y la precisión en los pases); o hacer un rondo, que aparece con dos acepciones: juego caracterizado por la abundancia de pases cortos y precisos o ejercicio de entrenamiento en el que los jugadores forman un círculo en un área poco extensa del campo y se pasan el balón entre ellos, generalmente al primer toque, tratando de impedir que uno o dos compañeros, situados en el interior el círculo, intercepten la pelota.
Dentro de cada glosario no solo figuran algunos de los muchos extranjerismos que conforman la terminología de cada deporte; también se encuentran palabras argóticas y otras formas coloquiales que están muy extendidas entre los aficionados y periodistas, tales como botella (zona), gorro (tapón), palomero o pedrada (mal tiro) en baloncesto; hachazo en ciclismo; o arreón, cantada (error grave, normalmente del portero), caño (túnel), chicharro (gol), leñero (duro), pepinazo (disparo potente) o rifar la pelota (regalársela al contrario).
Entre los preceptos estilísticos por los que opta Marca para adoptar soluciones homogéneas a cuestiones complejas, se encuentran los referidos a los extranjerismos, topónimos y antropónimos, las claves y siglas, así como a la escritura de deportes, clubes y competiciones. Como principio general de actuación, este libro de estilo señala que "debe evitarse el uso de palabras o expresiones de otras lenguas que tengan su equivalente en castellano", excepto las contempladas en los apéndices ya referidos. Igualmente, los toponímicos tanto españoles como extranjeros se utilizarán preferentemente en su versión castellana "siempre que esté debidamente acreditada por el uso y recogida por la Academia" y sin forzar, esto es, "no se traducirá un topónimo si tradicionalmente un lugar ha sido conocido con su nombre vernáculo o su castellanización ha caído en desuso". En cuanto a los antropónimos, Marca aboga por escribirlos usando la grafía elegida por el protagonista siempre y cuando se adapte al alfabeto latino.
En esta misma línea, Marca, con el fin de facilitar la comprensión del lector, hispanizará las siglas siempre que sea posible (COI y no IOC) y mantendrá aquellas forjadas en otros idiomas pero de difusión generalizada (IAAF, FINA, WTA). De la misma manera, incluye un código de clave de países adaptado al castellano para uso en fichas y clasificaciones que, si bien toma como referencia los del COI y la FIFA, acoge claves extendidas en español y que guardan mayor similitud con la grafía en español al país al que hacen referencia (se prefiere ALE a GER para Alemania o ESL a SLO o SVN para Eslovenia).
La forja de un estilo propio en un periódico deportivo también consiste en unificar los criterios de escritura de los nombres de modalidades, disciplinas, clubes y competiciones que, en un elevado porcentaje, son de origen foráneo y plantean disyuntivas. Así lo entienden también los autores de este libro de estilo, que advierten a los redactores de Marca de la importancia de observar una serie de recomendaciones. Entre ellas destacan, por ejemplo, la de escribir en redonda los nombres de deportes aunque su denominación contenga total o parcialmente extranjerismos aceptados o no por la RAE, o la de no forzar la traducción de modalidades o disciplinas que son universalmente conocidas con su nombre original.
También se establece que los nombres de las competiciones irán en mayúscula, pero no así los términos que hagan referencia al deporte o categoría en cuestión (Mundial júnior de baloncesto) y que se castellanizarán en la medida de lo posible (Gran Premio o GP en vez de Grand Prix, Liga de Campeones por Champions League), siempre y cuando la tradición o la universalización de su uso no aconsejen lo contrario (Giro de Italia, Masters de Augusta o Premier). Estos mismos criterios se aplican, siempre con excepciones, al tratamiento del nombre de clubes extranjeros, que mantendrán su forma original cuando su nombre vernáculo se haya utilizado históricamente (el Torino y no el Turín o el Göteborg y no el Gotemburgo) o si procede de un idioma diferente al propio de país de procedencia del equipo (Milan, River Plate).
Este libro constituye, en definitiva, una obra de gran valor no solo por los preceptos lingüísticos, estilísticos, éticos, deontológicos y legales que contiene, en muchos casos innovadores respecto a otros manuales de estilo, sino también porque representa una apuesta decidida del medio de comunicación deportivo más seguido en España por mejorar la calidad de su producto final.
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