Martí Perarnau es uno de los indiscutibles referentes del periodismo deportivo español, adonde llegó hace ya 38 años y mientras todavía practicaba el atletismo de competición. Olímpico en Moscú 1980 y campeón y plusmarquista nacional de salto de altura (2,21 metros) en todas las categorías, acudió con absoluta convicción a la llamada de una profesión que no ha dejado de cultivar desde entonces, cada día y a cada hora, de una forma tan apasionada como perfeccionista.
Alejado del ruidoso forofismo que invade una buena parte del periodismo deportivo actual, siempre se ha mostrado como un firme defensor de los viejos principios y valores de la profesión; el rigor, la honestidad y la prudencia son su mejor carta de presentación, los mismos avales que le han granjeado un estilo propio, y el respeto y la credibilidad de compañeros y lectores a lo largo de todos estos años.
- Usted hizo su particular 'Máster de Periodismo Deportivo' antes de tiempo; fue deportista antes de decidir ser periodista. ¿Qué valores adquiridos de su etapa como atleta de alto rendimiento le han servido para desarrollar mejor su labor profesional en los medios de comunicación a lo largo de todos estos años?
- Fundamentalmente me ha resultado beneficios en dos vertientes: primero, por la parte del conocimiento. Ser atleta de alto nivel te aporta unas experiencias insólitas y enriquecedoras, vives momentos únicos, conoces grandes rivales y deportistas y va creciendo tu conocimiento concreto en materia deportiva. Ese conocimiento me ha resultado muy útil en el periodismo, al saber qué ocurre con una lesión, qué piensa y siente un deportista en los buenos y los malos momentos, etc. En segundo lugar, la práctica deportiva te exige esfuerzo, trabajo y te acarrea sinsabores y amarguras de los que debes levantarte. Aunque quien no lo ha practicado cree que es un tópico barato, el deporte es una gran escuela para la vida, donde te ocurre lo mismo. Y sí, me ha servido mucho, sobre todo en los malos momentos. Para seguir adelante a pesar de los pesares.
- Como consecuencia de esa simbiosis surge Perarnau Magazine, para hacer un periodismo más plural y analítico que lo que habitualmente se ve, lee o escucha en los medios de comunicación más convencionales.
- Bueno, las cosas surgen como surgen. Llega un día en que pienso que los medios clásicos están algo atrancados y que necesito dar un paso adelante, así que creo mi propio medio. De momento, muy modesto, pero al que se suman muchas energías de gente a la que no conocía pero que siente algo similar: jóvenes periodistas o periodistas ya muy veteranos y experimentados; deportistas, entrenadores, etc. De pronto, durante los Juegos Olímpicos de Londres veo que se reúnen 26 colaboradores escribiendo a diario grandes piezas del evento olímpico hasta un total de 265 piezas en dos semanas. Y hay deportistas olímpicos, como Xavi Llobet en Triatlón; campeones de España, como Pablo Villalobos en Maratón o Ekaitz Saies en Piragüismo; periodistas con nueve Juegos Olímpicos a sus espaldas, como es el caso de Pedro Gabilondo, que cubre el Balonmano; filósofos, chavales jóvenes y gente curtida, que entre todos construyen una cobertura inimaginable. Es el poder de la energía colectiva. Algo de lo que uno se siente verdaderamente orgulloso.
- ¿Hace falta contar más cosas y hacerlo de otra manera en el periodismo deportivo actual? Se lo pregunto sobre todo porque el fútbol por exceso arrincona informativamente a casi todo lo demás... excepto en las semanas en que se disputan los Juegos Olímpicos, claro.
- Diría que hace falta contar historias del deporte. No necesariamente antiguas, ni mucho menos. Actuales, muy actuales, pero historias. Y por supuesto de fútbol. A mí me apasiona el fútbol, pero también la mayor parte de los deportes. Y creo que al lector medio también. Cada deportista tiene una historia detrás y el periodismo se ha ido excesivamente a lo superfluo, a lo banal. A opinar de todo sin saber de nada.
- Aunque las prioridades futbolísticas puedan parecer poco discutibles, lo cierto es que los contenidos deportivos no siempre se ajustan a criterios puramente periodísticos y logros de otras modalidades se quedan sin visibilidad mediática ¿No habría que replantearse la aplicación de ciertos criterios de selección y jerarquización de los contenidos más allá del 'esto es lo que vende'?
- Es que el 'esto es lo que vende' es totalmente fluctuante. El magazine tuvo más audiencia durante los Juegos Olímpicos que durante la Eurocopa de fútbol. Quizás fuese casualidad. O quizás no. Quizás la audiencia está dispuesta a fluctuar, a apasionarse por otras materias, pero tienes que dárselas. Si solo les das el monotema, la audiencia jamás se moverá. Por otro lado, yo no veo que los medios vendan más ahora que cuando poseían un abanico más amplio.
- Decía recientemente Julio Maldonado 'Maldini' que el mayor piropo que puede recibir hoy un periodista deportivo es que le llamen "creíble". ¿Tanto ha perdido el periodismo deportivo como para que los lectores pongan en entredicho la profesión?
- En esencia, el periodista es un intermediario. Intermedia entre unos hechos y unos receptores. Ser honesto en dicha intermediación es clave para ser creíble. Y lo que ha llevado a la paupérrima situación actual es que dicha intermediación ha dejado de ser honesta. Esto no es exclusivo de los tiempos actuales. Hubo tiempos peores, lo aseguro porque los viví. Y tampoco es exclusivo del periodismo: toda la intermediación está en crisis en el mundo entero.
- ¿Cuáles son los retos que ha de afrontar el periodismo deportivo en el nuevo entorno digital? En un momento donde Twitter y las webs exigen correr mucho para ser el primero en dar la noticia, ¿ha de ser la mayor la exigencia ética, deontológica y lingüística del profesional que es seguido por miles de ciudadanos?
- Me parece imprescindible ser más prudente que nunca. Las prisas están perjudicando aún más la depauperada situación. Twitter mata famosos cada diez minutos y debemos evitar ser presos de dicha prisa. Además, francamente, prefiero no dar primicias urgentes, pero ser fiable y cabal en las informaciones que doy.
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