martes, 8 de marzo de 2016

Anderson Gurgel: "Las narrativas mediáticas del deporte basadas en victorias y medallas terminan generando un mensaje muy distinto al de la filosofía olímpica original"

El profesor Anderson Gurgel, en una conferencia.
Anderson Gurgel es periodista y profesor de Periodismo y de Marketing Deportivo en la Universidad Presbiteriana Mckenzie de Sao Paulo. Doctor en Comunicación, este brasileño es uno de los referentes en su país en estudios interdisciplinares entre comunicación, deporte y economía, una materia sobre la que ha publicado numerosos artículos y ha impartido conferencias en diferentes instituciones académicas. Autor del libro Futebol S/A – A Economia em Campo (Editora Saraiva, 2006) y coordinador de la obra colectiva  Comunicação e Esporte – Reflexões (Intercom, 2012), forma parte de un destacado Grupo de Investigación 'Em Comunicação e Esporte da Intercom'.

Gurgel tiene, además, una amplia experiencia como periodista especializado en Economía, Deportes y Tecnología en diferentes medios de comunicación como Folha de Sao Paulo, ESPN, Forbes Brasil, el diario Valor Económico o en la revista Network y el portal ITWeb (It Mídia). Actualmente, compatibiliza su labor docente e investigadora en la Universidad con la de articulista en uno de los sitios digitales especializados en comunicación más importantes de Brasil, Portal Imprensa.

Nos hemos puesto en contacto con este profesional-académico para conocer cómo se está viviendo en Brasil la larga e intensa preparación de los Juegos Olímpicos y cómo este gran evento puede repercutir en el futuro desarrollo deportivo, socioeconómico, cultural y periodístico del gigante sudamericano.

- ¿Cómo están siendo en su país estos meses previos a los Juegos de Río?
- En Brasil entre los estratos sociales más populares todavía no se vive con expectación la llegada de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, no podemos ignorar que ya hay muchas noticias sobre los Juegos en los medios de comunicación y que existe un gran interés en la compra de entradas para las competiciones, si bien se trata de acciones que todavía solo afectan a sectores privilegiados de la población. En un país tan dedicado al fútbol como este, el desafío de acoger unos Juegos y también de involucrar a los ciudadanos en general es muy grande. Aun así, los brasileños son personas a las que les gustan los festejos, lo que hace que siempre haya un gran ambiente y que al comienzo de las competiciones el interés y la repercusión sean mucho mayores. En cuanto a la cuestión de la respuesta ciudadana, tras lo ocurrido en la Copa de Confederaciones de la FIFA en 2013, no podemos pasar por alto que siempre habrá cierta preocupación por las protestas. Hasta ahora no ha habido intensas manifestaciones contra Río 2016, pero preocupa que, dado el momento político que vive Brasil, esas acciones políticas puedan surgir en cualquier momento.

- ¿Hay una responsabilidad mayor por ser la primera vez que se desarrollan en Sudamérica?
- Definitivamente, sí. La ambición que hizo que el país presentase su candidatura para acoger unos Juegos tiene que ver con la pretensión de Brasil de ser una potencia económica y política global. Esto es mucho más claro que la vocación de ser una potencia de naturaleza deportiva y olímpica. Por eso, tal como señalo en mis estudios, el proyecto de los grandes eventos deportivos nacionales siempre tuvo que ver con la influencia que puede generar una actividad de gran audiencia global para las ambiciones geopolíticas nacionales. En lo que respecta a la realidad regional, los Juegos de Río serán los primeros en América del Sur. Esto siempre fue una estrategia de legitimación de la candidatura y, en la fase actual, será una idea utilizada para las estrategias y los discursos del COL (Comité Organizador Local de los Juegos de Río) con el objetivo de crear un buen ambiente entre las naciones suramericanas. Sin embargo, creo esto es más una estrategia que un discurso político real. No veo que vayan a producirse muchas acciones de intercambio con países de la región, incluso con la proximidad de los Juegos Olímpicos. Por otro lado, cabe destacar que hay una gran expectativa de que sean muchos los suramericanos los que se desplacen a Brasil a presenciar los Juegos, como ya ocurrió en el Mundial de fútbol en 2014. El nuevo factor que puede alterar esta predicción es la aparición de la crisis epidemológica del virus zika.

- Ha aumentado la preocupación por los recortes presupuestarios del Gobierno y falta de financiación de algunas obras para los Juegos. ¿Existe temor entre la ciudadanía de que el día del encendido de la antorcha algo pueda salir mal?
- Sí y por varias razones. Primero preocupa la seguridad en un escenario de actos terroristas en muchas partes del mundo. Brasil no es un país con un pasado de terrorismo, pero actualmente eso ya no es un factor garantice la seguridad. No obstante, si uno cree que no hay riesgo de terrorismo, existen otros factores de inestabilidad, como las muchas protestas que están teniendo lugar en Brasil en los últimos años. De hecho, no podemos estar seguros de que vaya a haber manifestaciones en cuanto empiecen las competiciones. Debido a esta incertidumbre, los gobiernos están invirtiendo en varios proyectos de seguridad real.

- Cuando hablamos de Juegos Olímpicos, hay que hacerlo antes del camino recorrido por deportistas en su preparación para la gran cita. ¿Cómo se han preparado las federaciones deportivas para ello: planes de tecnificación especial, ayudas y becas del Gobierno para los Juegos...?
- Creo que el aspecto deportivo de la preparación para los Juegos Olímpicos es uno de los puntos más controvertidos en la organización de las competiciones para  Río 2016. Los críticos más duros señalan que los gerentes del modelo de planificación deportiva nacional perdieron el momento adecuado para comenzar a prepararse para este evento. Siguen la teoría de que las obras deben estar realizadas entre ocho y doce años antes de la celebración. Por tanto, para ellos el resultado que puedan tener medidas tan recientes es muy incierto. A su modo de ver, si un país que tiene un proyecto olímpico parte de una realidad con poca valoración polideportiva, la expansión debe efectuarse a largo plazo. Pero no fue esto lo que se hizo, sino más bien algunas acciones específicas con poca planificación con visión de conjunto. Mientras, el punto de vista del Comité Olímpico Brasileño y de las instancias públicas implicadas es la defensa el proyecto llevado a cabo: hay becas para atletas de alto rendimiento, incentivos para los deportistas con más posibilidades de medalla y ampliación de centros de excelencia, tanto para el entrenamiento olímpico como paralímpico.
En mi opinión, ambas partes tienen algo de razón porque hubo problemas para poder haber previsto mejor el proyecto y para pensar más en acciones a largo plazo. Por este motivo, quizá algunas actuaciones no se traduzcan en resultados en las competiciones por la escasez de tiempo en que se hicieron, ya que se requiere maduración. Además, hay que decir que no todos los buenos resultados tienen por qué ser medallas. Para un país que no tiene tradición en el deporte y que, por ejemplo, ha cosechado resultados poco significativos en torneos recientes, situarse entre los diez primeros del medallero en Río tendría un valor de conquista. Además, no podemos negar la complejidad que tienen unos Juegos y el desafío que estos van a suponer para que el periodismo deportivo brasileño haga un buen trabajo.

"El legado olímpico no solo se refiere a infraestructuras, tiene que ver también con la percepción de los recursos inmateriales generados: la imagen, los valores compartidos en la sociedad, su reflejo en los modelos educativos o la expansión cualitativa de la gestión del conocimiento" 

- ¿No son unos Juegos una gran oportunidad también para dar visibilidad a esos otros deportes menos mediáticos, especialmente en un país tan futbolístico como Brasil?
- Sin duda. Aunque hay mucha discusión acerca de intensa exposición que se hace del fútbol en el país, ya se está produciendo un cambio de comportamiento más amplio debido tanto a factores generacionales como los relacionados con las telecomunicaciones. Con todo, no nos podemos engañar, se trata de un cambio que aún es sutil, ya que el fútbol sigue siendo predominante en el gusto y en la visibilidad de los medios de comunicación más seguidos. Lo que se aprecia es que, con la multiplicación de medios de comunicación a través de canales de suscripción, en internet e incluso a demanda, se ha ampliado la oferta deportiva para diferentes segmentos de público. A pesar de que las cadenas de televisión en abierto sigan destacando el fútbol por encima de todo, han prometido cubrir las competiciones deportivas de manera amplia dando espacio a "todos aquellos deportes donde Brasil esté en disputa". A ver cómo resulta el cumplimiento de esa promesa.

- Cuando hablamos de legado olímpico, no solo hay que hacerlo de infraestructuras y comunicaciones sino sobre todo de educación, de transmisión de valores olímpicos y de fomento de la cultura deportiva. ¿Se han hecho las cosas bien en este sentido en Brasil (administraciones, colegios, federaciones, ...) para que las futuras generaciones, los jóvenes, adquieran esos valores?
- En este punto hay una gran dificultad que ha de superarse, empezando por el propio concepto de "legado". Esta palabra, un tanto vacía, permite muchas lecturas e interpretaciones. Para los políticos y dirigentes deportivos es una figura recurrente en los discursos que cambian según interese en cada momento. Incluso para la prensa el concepto reviste dificultad, de forma que muchas veces asocia esta idea a los recintos deportivos y las infraestructuras que deja la celebración de un megaevento. Para los estudiosos sobre grandes eventos deportivos, la idea de legado es más amplia y tiene que ver también con la percepción de los recursos inmateriales generados: percepción de la imagen, los valores compartidos en la sociedad, su reflejo en modelos educativos, la expansión cualitativa de la gestión del conocimiento, etc.
También hay que tener en cuenta que los legados pueden ser positivos o negativos y que, en términos urbanísticos por ejemplo, lo que puede resultar positivo para la revaloración económica de una zona (con nuevos edificios, inversiones inmobiliarias, etc.) puede ser negativo para grupos de personas que pueden haber perdido sus casas o hayan tenido que mudarse a otras áreas que están lejos o que no cuentan con estructuras mínimas básicas para vivir. En la gestión de Río 2016 y dentro de su complejidad, hay cosas positivas y negativas y muchas que serán difíciles de evaluar hasta que no pase algún tiempo. La realidad es que la ciudad de Río de Janeiro está atravesando por multitud de obras y mudanzas. Algunas de ellas serán para mejor.

- ¿Y los medios de comunicación? ¿Qué papel les corresponde a los medios de un país organizador de unos Juegos a la hora de difundir y dar a conocer esa diversidad de deportes y el olimpismo?
- Los retos en este campo son enormes, principalmente porque se trata de un país con una tradición muy centrada en un solo deporte. Se están desarrollado acciones de promoción de los Juegos a través de las principales vías de comunicación: campañas, aumento de reportajes que abordan la diversidad de las disciplinas deportivas,... Hay buenos ejemplos en este sentido, como la creación de una revista dedicada exclusivamente al seguimiento de la organización de los JJ.OO. llamada Rio 2016. Los diarios aumentaron su espacio a una mayor variedad de deportes. Las emisoras de radio y televisión también ampliaron su cobertura al mundo polideportivo. Esto indudablemente ayuda, pero si nos fijamos en la TV en abierto vemos que aún es insuficiente el espacio que se le otorga a todo lo que no sea fútbol. Como contrapartida, hay que decir que la ruptura paradigmática que se ha producido con el modelo de difusión -por el desinterés de las nuevas generaciones por la televisión y por los medios tradicionales en general- genera una oportunidad para precisamente mostrar la pluralidad de deporte a través de esos otros nuevos medios como las TV temáticas y múltiples plataformas en internet. Considero que la apuesta por la popularización de los deportes olímpicos en lugares como Brasil puede provenir de este nuevo escenario. Y ya está teniendo algunas consecuencias interesantes en una cobertura más variada del deporte.

- Usted, como periodista deportivo y académico, ha promovido la producción de ocho programas de televisión para la TV Universitária de São Paulo sobre Río. ¿Qué aspectos del olimpismo ha tratado en esta serie y con qué objetivos?
- A pesar de las crisis y del momento complicado que vive Brasil con muchos asuntos jurídicos que rodean a la preparación de los Juegos, el propio Comité Organizador está impulsando acciones en este sentido para capacitar a agentes que lleven las ideas del olimpismo a los colegios o a través de la educación a distancia. En mi caso, como periodista y profesor de Periodismo y Marketing Deportivo, tengo la oportunidad de participar en algunas de esas iniciativas, como el proyecto reciente que llevé a cabo junto con el periodista y profesor Daniel de Thomaz en la Universidade Presbiteriana Mackenzie, en Sao Paulo, donde cuentan con el Canal Universitário de São Paulo (CNU). Allí elaboramos una serie de ocho programas para esta televisión comunitaria. En este proyecto tomaron parte estudiantes de nuestra universidad y de otra, la Universidade São Judas, también de Sao Paulo. En la producción de la serie abordarmos aspectos variados del olimpismo tratando de ayudar a la divulgación del concepto en las vísperas de Río 2016, entre otros temas lo que los Juegos pueden dejar como herencia para el deporte y el paradeporte. También debatimos si vale la pena ser sede de unos Juegos y sobre lo que viene a ser el legado olímpico. También hablamos de marketing y de periodismo deportivo en este contexto y realizamos algunas aproximaciones del tema olímpico en el mundo actual, tratando cuestiones como el terrorismo, la globalización y la economía, así como su relación con el entretenimiento y la creatividad. Los programas se transmitieron por la televisión y luego se publicaron en el canal oficial de Youtube de la CNU. De ahí se puede compartir en redes sociales y ampliar así el alcance de su mensaje.


 


- ¿No harían falta más iniciativas como la suya para promover precisamente los aspectos más saludables y positivos de la práctica deportiva y no tener que esperar, además, a unos Juegos para ponerlas en marcha?
- Creo que sí. Cuantas más iniciativas en pro del deporte y del olimpismo, mejor. De hecho, hay en marcha buenos proyectos en este sentido, promovidos tanto por la iniciativa privada como por parte de los organismos públicos en el ámbito de la educación. Para romper las barreras culturales y las dificultades sociales de un país de la dimensión de Brasil, tal vez esto sea poco, pero ya son proyectos que están a la vanguardia para que lleguen esos cambios. Pese a todo, soy optimista y confío en la popularización del deporte y en el papel que este ha de desempeñar contribuyendo a la construcción de unas nuevas generaciones más saludables en mi país.

- Se lo pregunto porque desaprovechamos muchas oportunidades de sembrar cultura deportiva entre los más jóvenes, que son el futuro.
- Sí, es verdad. De manera general, no solo en Brasil, el deporte se ha convertido en un medio que favorece mucho la difusión de mensajes muy poco deportivos. Vemos a entidades de todos los sectores asociados con el deporte que tratan de captar la atención a través de la emoción, apelando a la relación con el cuerpo, a la pasión,... A mi modo de ver, el problema no es el marketing deportivo, sino el hecho de que ese marketing deportivo no tiene que ver ya solo con el deporte y está cambiando. En el caso del olimpismo un detalle interesante es que el papel de la victoria o la definición de los rankings no es lo más importante, pero estos valores sí lo son para el mundo del marketing y de los medios de comunicación y esto acaba distorsionando el mensaje del deporte. El fin de hacer un clasificación de los países que ocupan los puestos más altos en el medallero de los Juegos no es una motivación del olimpismo; esta es una preocupación de las narrativas mediáticas del deporte, que terminan generando un mensaje muy distinto de la filosofía olímpica original.

- Aunque hablemos del legado y de los valores del olimpismo, cuando llegan unos Juegos Olímpicos al final lo que se priorizan son las medallas.
- La búsqueda de la victoria es algo natural la práctica deportiva. Pero esto ha sido colocando por delante del precepto mayor que rodea al deporte, que es la promoción del ser humano. La concentración excesiva en la victoria y la búsqueda de medallas conduce a una cultura de productividad y del resultado que nacen del mundo capitalista y que encontraron en el deporte la metáfora perfecta. Como la cultura brasileña valora por encima de todo y sobre todo "ser el número 1", la idea de "ganar la medalla de oro" ha sido manejada por los políticos y los gestores de Río 2016 como una manera de involucrar a la población y generar una imagen positiva del evento, en un escenario de crisis y de dudas sobre el gasto que los Juegos han supuesto en un país con tantas necesidades sociales. Las protestas de junio de 2013 durante la Copa FIFA Confederaciones demostraron que, aunque el brasileño ame el fútbol (el deporte), este amor se debe poner en una perspectiva más amplia, en la construcción de ciudadanía. Creo que este es uno de los legados inmateriales de los megaeventos deportivos en Brasil. La llegada de los Juegos Olímpicos de Río marcará un nuevo capítulo en la construcción de la historia del deporte brasileño. Espero que sea un nuevo tiempo notable en términos deportivos, sociales y periodísticos.

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