Estudio Neuroinsight for Twitter (2017). |
Periodistas, deportistas y aficionados nunca han estado tan conectados como hoy gracias a las redes sociales, y muy especialmente a través de Twitter, la plataforma en la que el mundo del deporte conversa y comparte contenidos e impresiones sobre la vertiginosa actualidad que rebosa en los TL. Qué duda cabe a estas alturas que Twitter y otras redes sociales han cambiado en estos años la forma en la que se consume el deporte, pero también la manera de hacer periodismo deportivo, con sus luces pero también con sus sombras.
Twitter se ha convertido en la plataforma idónea para avanzar noticias de última hora (breaking news), pero sobre todo en el recinto donde el periodismo disputa continuamente una carrera desbocada por dar la noticia primero, aunque solo sea una parte, un avance. También es el canal perfecto para estar al día y conocer las novedades sobre fichajes, destituciones, renovaciones de contrato, parte de lesiones y declaraciones, muchas declaraciones, de los protagonistas en sus respectivas cuentas y plataformas. Ya no hace falta acudir a los medios para encontrar esta información rápida, práctica y directa sobre tu equipo o futbolista preferido.
Esta red social también sobresale por ser la favorita de muchos usuarios para seguir la evolución de una competición deportiva mientras la ve en directo por televisión o en la web. Estos no solo se limitan ya a recibir actualizaciones, el minuto a minuto comentado por un periodista o también estadísticas y análisis que publica el medio, sino que además comentan y tejen una conversación multidireccional y global con otros miles de aficionados que también están siguiendo el evento. Efectivamente, no se trata ya de ver el partido sino de verlo y tuitearlo al mismo tiempo.
En este nuevo ecosistema de relaciones sociales cruzadas y directas, el periodista se abre paso desde su cuenta(s) propia(s) para ir construyéndose una marca personal-profesional a partir de su experiencia y de su especialización. A medida que adquiere notoriedad y crece en número de seguidores, la figura del profesional puede incluso trascender a la del medio y erigirse como un medio en sí mismo. Una parte importante de la reputación y de la credibilidad del periodista deportivo pasa hoy por su comportamiento en redes sociales, por lo que publica y por cómo interactúa con sus seguidores. Las cuentas unidireccionales, que solo se dedican a la autopromoción, tienen poco sentido en la era de la conversación.
Disfunciones en la práctica periodística
No obstante, pese a las incontables posibilidades que ofrece Twitter al periodismo para llegar más y mejor a los públicos, el desarrollo de esta red social ha traído consigo una serie de disfunciones en la práctica profesional. Entre otras, destacan las siguientes:
. Los periodistas permanecen atados a su TL, llegan a obsesionarse con ello, y dedican buena parte de su tiempo a la actualización y seguimiento de las noticias. De la valiosa curación de contenidos de lo que otros publican se ha pasado a la dedicación de recursos profesionales a la simple monitorización de likes y retuits de deportistas conocidos, así como de contenido pseudodeportivo al que se le da prioridad frente a verdaderas noticias. Los esfuerzos en las redacciones se reparten a veces de manera inversamente proporcional al interés informativo.
. Desaparecen, por tanto, las técnicas del gatekeeping tradicional a la hora de
seleccionar y jerarquizar las informaciones a partir de criterios puramente noticiosos. La categoría 'noticia' ahora es mucho más
difusa y ambigua porque en torno a ella se da cabida a todo tipo de contenidos, sean informativos, pseudoinformativos o de puro entretenimiento.
. Los ritmos de trabajo de aceleran y esto expone mucho más al periodista, que multiplica riesgos para producir, consumir o retuitear informaciones inexactas o falsas. Se adquiere así una inercia peligrosa en la que la verificación deja de ser una prioridad y, sin ella, el periodista se vuelve más prescindible a los ojos del fan, a quien se parece cada vez más.
. El periodista, acostumbrado a la exposición pública y en pleno proceso de la construcción de su propia marca, en ocasiones tiende a mezclar en sus publicaciones lo personal con lo profesional. Esto es evidente en los casos en los que el periodista adquiere popularidad al contar con un importante número de seguidores para los que se convierte en referente. Pero el autobombo, aun lícito, lejos de incentivar al seguidor, puede resultar cansino y disuasorio.
. En el periodismo en general, y en el deportivo en particular, se ha transformado completamente la noción de "primicia" o "exclusiva", que ahora, si la hay, apenas dura unos minutos en redes sociales. Y es difícil atribuírsela a alguien -cuesta mucho trabajo hacerlo- porque al poco tiempo ya aparece en otros medios, en muchos casos sin ni siquiera citar a la fuente. De dónde provenga la noticia parece algo secundario.
. Se mezclan las funciones de reportero, cuya misión reside en recabar datos e informar sobre hechos, con la de comentarista, que opina continuamente, y casi de cualquier asunto. Esta hibridación confunde a los lectores, aunque no parezca importar demasiado mientras se logre ese fin que justifica cualquier medio en redes sociales que se llama engagement.
. El periodismo ha creado el hábito de lectura de titulares y declaraciones en formato corto y cómodo; en ocasiones ni siquiera se ponen hipervínculos a la web porque estos obligan a hacer clic y a salir de un TL que se recorre deslizando el dedo. Se lee mucho menos texto y se prefiere lo visual, cada vez más; lógico si pensamos en las nuevas generaciones. Pero las publicaciones en Twitter se presentan muchas veces en formatos nativos que carecen de la profundidad y el contexto necesarios para entender lo que acontece.
Priorizar el consumo fácil y rápido en redes sociales amenaza con alejar al periodismo de su esencia.
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