Ilustración de David Lyttleton para The Guardian. 13-03-2020 |
El azote del coronavirus ha parado las competiciones casi a nivel global, lo que ha vaciado de sustancia la cobertura informativa que puedan hacer durante algún tiempo los medios y secciones de Deportes. Sin embargo, este nuevo escenario ofrece la oportunidad a los periodistas deportivos de reinventarse y de probar nuevas formas de aproximarse a la realidad que circunda a los torneos y a sus protagonistas, que son muchos más, y ahí está el reto de encontrarlos, de los que habitualmente salen en sus páginas y en sus programas.
El principal desafío del periodismo deportivo sigue siendo la construcción de una agenda temática más diversa y plural, menos plana y previsible, más acorde a su naturaleza, a su vocación y a su apellido. Por este preciso motivo, el abandono, obligado por los acontecimientos, de una rutina de trabajo ligada a los resultados, al cortoplacismo y a la exigencia de inmediatez que imponen los nuevos modos de consumo de las noticias abre estas semanas un paréntesis que este periodismo bien podría aprovechar para repensar opciones y replantearse si hay otras maneras de afrontar y desarrollar la especialización.
Al hilo de esta reflexión, nos detenemos de forma particular en estas tres posibilidades:
1. Reconciliarse con el interés general, y ahora más. Relativizar el peso del deporte en una foto general no es quitarle importancia, sino más bien darle un sentido. Se trata de alzar la mirada y aprovechar el momento para dar al deporte más contexto social, cultural, económico y político en las informaciones. El stick to sports periodístico supone privar al lector del entendimiento completo de lo que sucede. Es preciso avanzar hacia un periodismo más explicativo, de forma que los hechos ni se presenten de forma aislada ni se dejen cabos sueltos a la hora de hablar de cualquier deporte. Hacerlo así es también abrazar, con responsabilidad, un compromiso de este periodismo con la formación de opiniones, la divulgación y la culturización deportiva de la ciudadanía.
2. Hasta luego al periodismo declarativo, es el momento de buscar historias. Sin ruedas de prensa pospartido ni actos presenciales que permitan el acceso directo a la fuente, es el momento de aplicar nuevas dinámicas de búsqueda de informaciones de interés. No se trata solo de tirar de agenda de contactos como periodistas de mesa, sino también de explorar nuevos ángulos y de acudir a otro tipo de fuentes, como economistas, sociólogos o historiadores, quién sabe si para hacerlas también habituales. Sigue habiendo ahí historias esperando a ser contadas, con percha de actualidad o sin ella. Cobran más importancia la instrospección histórica y el valor del archivo, desde el análisis y el manejo del periodismo de datos.
3. La futbolización no es una excusa para no hacer un mejor periodismo. La no celebración de competiciones sitúa en el mismo plano informativo a todos los deportes y desprovee hasta cierto punto de justificación al hecho de que, al menos por unos días, se dé más prioridad a contenidos no noticiosos que a los que realmente sí lo son (preparación de atletas, que sigue, para los Juegos Olímpicos; impacto económico de la suspensión de eventos; el día a día del aficionado/ciudadano,...). Sin partidos de fútbol no hay excusa para seguir dando más cabida a anécdotas y chascarrillos de redes sociales que a noticias solo por llenar un espacio, para poner imágenes morbosas o polémicas que no aportan información, tampoco para ponerse la camiseta de nadie al informar; no hay por quién tomar partido. Es un momento también para mirar hacia un periodismo más ético para hacerlo más creíble y respetado.
Y mientras tanto esto ocurre o no, no hay que dejar de prepararse, de documentarse y de planificar las futuras competiciones, que tarde o temprano volverán.
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