jueves, 28 de mayo de 2020

Alberto Salcedo Ramos: “Una buena crónica deportiva es la que va más allá de la competencia y convierte el deporte en un espejo donde mirarnos y entendernos"

Foto: Marcela Sánchez.


Alberto Salcedo Ramos es uno de los referentes del periodismo narrativo latinoamericano. Para este premiadísimo autor colombiano desde que comenzó su carrera profesional (hace más de treinta años en el periódico El Universal, de Cartagena de Indias) la crónica, en todas sus temáticas posibles, fue siempre un género a caballo entre el periodismo y la literatura. No dejó de escribir en periódicos y revistas (ha colaborado en decenas de publicaciones de varios países), pero desde muy pronto buscó formatos largos, también en libros de no ficción. 

Hemos conversado con él para conocer su fascinación por el periodismo y por el deporte, muy especialmente por el boxeo, un mundo sobre el que ha escrito decenas de crónicas, que han acabado recopiladas en el libro Boxeando con mis sombras (2018). También sobresale El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé (2005), un personaje al que siguió durante años hasta escribir la que está considerada por muchos como una de las piezas maestras del periodismo narrativo de los últimos años.

- ¿En qué momento decidió que a lo que usted le habría de mover era contar historias, que quería ser periodista?
- En la adolescencia ya tenía más o menos claro que quería contar historias. Cuando iba a terminar la escuela secundaria y declaré mi deseo de ser escritor, mi madre entró en pánico. Me dijo, palabras, palabras menos, que como escritor me moriría de hambre. Para que eso no sucediera me propuso una alternativa que, vista con ojos de hoy, parece un chiste: me dijo: “mijo, mejor estudia periodismo, que así, al menos, garantizas un sueldo mensual”. Al principio parecía que mi madre tenía la razón, pero si ella viviera hoy y viera el descalabro económico que han sufrido muchos medios, quizá me diría: “anda, mijo, qué vergüenza contigo”. El caso es que al contar historias de no ficción puedo ser escritor, como quise desde la adolescencia, y periodista, como decidí después”.

-¿De qué fuentes y autores bebió sobre todo para ir esculpiendo su estilo narrativo?
- He oído montones de historias orales contadas por narradores de mi tierra, en el Caribe colombiano. He leído a decenas de autores de no ficción, que van desde Joseph Mitchell hasta Susan Orlean, pasando por Gay Talese, Joan Didion, Truman Capote, David Remnick, Leila Guerriero, Juan Villoro, Martín Caparrós, Tomás Eloy Martínez, Jon Lee Anderson, David Remnick. Una lista larga, muy larga. En ficción he merodeado por los predios de Rulfo, Borges, García Márquez, Camus,  Yourcenar, Joyce Carol Oates, Mark Twain (que además era una cronista superlativo), Pablo Neruda, César Vallejo, Julio Ramón Ribeyro. Oigo música todo el tiempo: los tangos de Santos Discépolo, las rancheras de Pedro Infante, el jazz de Louis Armstrong, las canciones de Billie Holiday, las coplas vallenatas de Rafael Escalona, los versos de Serrat. Aquí la lista sería muchísimo más larga, porque tengo más discos que libros y porque soy más melómano que lector. Es más: te diría que me dediqué a escribir prosas porque nací sin talento para la música. He abrevado en el cine, he recorrido caminos, he visto cómo los demás se tropiezan y también me he tropezado yo mismo. Todo eso, al mezclarse, se ha ido convirtiendo en el estilo con que escribo. 

- Usted siempre ha reivindicado el periodismo de calle, el ir ahí donde hay historias por contar que no siempre se publican en los diarios... 
- Así es. Siempre recuerdo aquella frase preciosa de Cortázar: ‘el amor pide calle, pide viento’. Bueno, lo mismo pide el periodismo.

- Cuando hablamos de ese terreno híbrido entre periodismo y literatura que usted también representa, solemos referirnos a la crónica. ¿Es esto más que un género en Latinoamérica?
- En el periodismo de América Latina siempre ha existido esa tendencia a informar a través de piezas narrativas. Ya en el siglo XIX José Martí decía que la crónica propició un salto democrático importante, por cuanto “descentralizó la inteligencia” al permitir que ciertas plumas brillantes pasaran de los libros a los diarios. 

- Y luego está la crónica deportiva, que usted también ha cultivado. ¿Hay tantas historias deportivas por contar?
- Siempre me han encantado los deportes. Yo descubrí las competencias deportivas desde mucho antes de saber que quería escribir. Yo me ponía frente al televisor por el mero gusto de ver ciertos deportes que me apasionaban. No necesitaba ningún argumento elaborado para explicar esa pasión. Me encantaba el deporte y punto. No más. Albert Camus decía que las cosas más importantes que aprendió sobre la moral de los seres humanos, las aprendió en una cancha de fútbol. Esa es la justificación de un escritor, como puedes ver. Creo que fue Gesualdo Bufalino quien dijo que cuando uno va al estadio y se fija más en el comportamiento del público que en lo que pasa en la cancha, es un sociólogo. Pues, bien: yo tengo esa tendencia a desviar mi atención para ver algunos detalles que roden el suceso deportivo, pero ese es un hábito que fui adquiriendo a través de mi oficio de cronista. Al principio yo no era así: al principio sólo estaba ahí por el gozo que me producía el deporte”. 

Foto: Marcela Sánchez.


"Normalmente el afán de registro oportuno convierte el deporte en una sucesión de estadísticas tediosas, en relatos insulsos sobre el partido que todos ya vimos, en comentarios calenturientos de opinadores que se pelean entre ellos y hacen que el suceso deportivo pase a un segundo plano"








- El 'diarismo' deportivo privilegia el fútbol, también en Colombia. ¿En qué medida este sesgo temático en los medios resta opciones al periodismo deportivo más narrativo?
- Eso que acabas de llamar “el diarismo deportivo” es de las cosas más aburridas que pueden existir. Normalmente el afán de registro oportuno convierte el deporte en una sucesión de estadísticas tediosas, en relatos insulsos sobre el partido que todos ya vimos, en comentarios calenturientos de opinadores que se pelean entre ellos y hacen que el suceso deportivo pase a un segundo plano porque lo que entonces genera noticia es la polémica de ellos. Si me pides hablar de alguien que mire con inteligencia la belleza del deporte, yo pienso en George Plimpton, en Ring Lardner, en A.J. Liebling, jamás en Fernando Niembro [popular comentarista deportivo argentino que trabajó durante muchos años para Fox Sports y para el canal colombiano RCN durante el Mundial de fútbol de 2018].

- Talese se refería al periodismo deportivo como el más honesto que existe porque ahí cuentas lo que ves. ¿Está de acuerdo con esa opinión?
- Totalmente.

- Como Talese, usted siente fascinación por el boxeo. ¿Puede ser este, junto con el ciclismo, el deporte más periodístico? 
- Eso es algo que ya he dicho muchas veces. Pasa lo mismo que te dije en una respuesta anterior. Ahora, como escritor, puedo buscar palabras para justificar mi pasión por el boxeo, pero al principio ese acercamiento no se dio de manera literaria. Simplemente sentí una fascinación por todo lo que veía: el colorido de los guantes, el sonido de los golpes, la danza de algunos boxeadores, el intercambio de puñetazos. El boxeo excita mi lado más primario, y eso sucedió desde mucho antes de decidir que quería escribir sobre este deporte. 

- O el más literario. De hecho, usted necesitó un libro para contar los golpes de Kid Pambelé después de más de dos años de trabajo. 
- Es un libro que me ha dado muchas alegrías. Muchas.

- ¿Qué hizo que esa historia fuera tan especial?
- Yo quería contar la historia de Kid Pambelé porque él fue mi ídolo en la infancia. Quería que el cronista que soy de la contara al niño que fui. Me gusta el boxeo pero me gusta mucho más contar historias. Nunca quise que fuera un libro que pudiera leerse como el trabajo deportivo de un experto que conoce el boxeo. Quería contar la complejidad de la vida, los dolores de un hombre, su forma de levantarse y volver a caer. Ese hombre es Pambelé pero pudimos ser nosotros si hubiéramos nacido y crecido en tu entorno, sin estudios y con esa vida tan dura.

- ¿Cuáles son a su juicio las claves para escribir una buena crónica deportiva? 
- Ir más allá de la competencia deportiva. Convertir el deporte en un espejo donde todos podamos mirarnos para entendernos.

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