jueves, 9 de mayo de 2013

Piedad Villavicencio: “Un libro de estilo puede allanar el camino, no solo a la RAE sino a cualquier estudioso del idioma”



Piedad Villavicencio Bellolio es una de las principales expertas en el estudio del uso del idioma español en el ámbito hispanoamericano. Nacida en Guayaquil (Ecuador), compagina desde hace años su labor como profesora de Lenguaje y Comunicación en diversas instituciones universitarias de su país con la de auditora de Calidad de la Redacción de El Universo. En este diario publica desde octubre de 2003 la columna dominical 'La Esquina del idioma', una sección pionera en la prensa ecuatoriana, y concebida para atender las dudas y consultas de los lectores y explicar las claves para un manejo apropiado de nuestra lengua. 

Periodismodeportivodecalidad se ha puesto en contacto con esta defensora apasionada del idioma con el objetivo de conocer su visión sobre el presente y el futuro del español en el ámbito internacional, y sobre el papel que están llamados a desempeñar en este sentido los medios de comunicación.


- 'La Esquina del Idioma' se encamina hacia los diez años de vida. ¿Qué resumen hace de esta experiencia? ¿Quizá lo más enriquecedor haya sido el contacto permanente con los lectores?
- 'La esquina del idioma' me ha dado la oportunidad de entrar a las aulas de escuelas, colegios y universidades; también, de cruzar fronteras. Cuando por algún motivo imperioso no se ha publicado esta columna, enseguida he recibido cartas y llamadas telefónicas de alumnos y profesores de diferentes rincones del Ecuador. Ellos suelen decirme que la columna del idioma es un material didáctico de uso obligado. 
Estar en comunicación con los lectores, ayudarlos a resolver alguna duda idiomática, me ilusiona y motiva a estar en permanente estudio. Estos casi diez años de trabajar en defensa del idioma español ha sido y es una experiencia gratificante.

 - Tal vez los estudiosos del idioma como usted no dejan por eso de aprender. La lengua es algo vivo y cambiante.
-  Quien se interna por los entresijos de la lengua jamás encuentra el fin del camino, no porque no se logre resolver alguna duda lingüística, sino porque el idioma está en constante movimiento. En estos tiempos de globalización, el terreno se torna fértil y la cosecha resulta inacabable.

- Y ante este cambio permanente en un idioma tan diverso y amplio como el español, ¿cómo se pone orden? ¿cómo se fija la norma cuando los usos son tan dispares?
- Hoy es complicado poner orden o fijar una norma; sobre todo, cuando muchas Academias no disponen de recursos humanos y económicos para emprender proyectos que tiendan a la difusión de recomendaciones para unificar los usos. Aparte de esto, los hablantes ya no aplican a rajatabla todo lo que recomiendan las Academias. Las empresas que difunden información quieren estar en armonía con los hablantes más que con la norma. Y ante eso, ningún defensor del idioma ni ninguna Academia puede hacer nada: simplemente se cumple aquello de que «el hablante impone la norma».

- Muchos ciudadanos siguen teniendo la percepción de que las Academias actúan con demasiada lentitud a la hora de incorporar palabras a su diccionario. ¿Tiene usted la misma percepción?
- Los diccionarios académicos no pueden actualizarse tan rápido. Cualquier cambio, adición o supresión debe pasar por un exhaustivo análisis. Esto, hablando del diccionario impreso, porque el que está disponible en internet se actualiza de manera paulatina. Y al decir esto no me yergo como defensora de las Academias.

- Y eso hace que tengamos que acudir también a otro tipo de obras como los diccionarios de uso o los libros de estilo periodísticos.
- Eso es así. Cuando el Diccionario académico no nos resuelve alguna duda, hay que recurrir a otras obras. Pero, en sí, los diccionarios de uso y los libros de estilo periodístico son un complemento de los diccionarios académicos. Digo que se complementan porque no todo lo que se busca está en una o en otra obra. Los libros de estilo tienen la particularidad de que algunas de sus normas funcionan generalmente dentro de un ámbito u organismo específico. Recogen unificaciones o usos que se basan en criterios o reglas locales, convenciones que a veces se contraponen a la norma académica. Así, lo que es de uso obligado en un medio de comunicación o en una región específica, puede no serlo en otro diario o país.

- Precisamente, usted es una gran conocedora de estas obras porque ha participado en la actualización del Manual de Estilo de El Universo. ¿Actúan los libros de estilo de los medios de comunicación como terreno de avanzadilla de la Real Academia Española?
- Por supuesto que sí. Los medios de comunicación imponen tendencias y normas. Son una herramienta poderosa para fijar los usos, en algunas ocasiones correctos, en otras no tanto. Pero la mayoría de los lectores cree en cómo se escribe en los medios. Un libro de estilo puede allanar el camino, no solo a la RAE sino a cualquier estudioso del idioma.

- Luego el periodismo tiene un papel decisivo en la experimentación que hace de los nuevos usos del idioma, que está en permanente evolución. 
- Aparte de las características inherentes al trabajo periodístico, en este ámbito se tiene la responsabilidad no solo de comunicar bien sino de usar el idioma con propiedad, pues, reitero, muchos lectores creen en la forma en que se construyen las noticias. Por ejemplo, un neologismo que se emplee de manera frecuente puede crear hábito y la consecuente aceptación del término en los espacios académicos. Un periodista debe analizar si el efecto que espera conseguir con el uso de vocablos extraños justifica el posible deterioro que pueda causar a la herramienta idiomática. Esto no implica que la evolución del idioma se entorpezca, todo lo contrario: como ente vivo que es nadie podrá detener su desarrollo.

- La globalización y el desarrollo de internet han abierto un nuevo camino de estudio del idioma, ese que algunos denominan 'español internacional' y otros prefieren llamarlo 'español neutro'. ¿Hablamos de una realidad incipiente o tan solo de una posibilidad?
- No es una realidad incipiente ni una posibilidad, tampoco es inminente. El español internacional ya está presente en las redes sociales y en cualquier medio digital. En estos ambientes nos vemos apremiados a usar vocablos comunes, que se entiendan en todas las latitudes. Si nos limitáramos a usar términos regionales, nuestros mensajes se quedarían en la mitad del camino. Me gusta que el idioma español sea internacional, pero hay que estar vigilantes porque su desarrollo sea óptimo.

- ¿Cómo ve el futuro del idioma español? ¿Goza de buena salud?
- Está rebozante de salud. Se regenera minuto a minuto. Tan solo hay que tener mente abierta para aceptar los cambios que impone su internacionalización. Su horizonte se ve amplio y fructífero. Quién me diera la oportunidad de reduplicar mis días para seguir luchando por su preservación.


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