Los hábitos de consumo televisivo están cambiando y, como señalan muchos estudios recientes, en parte debido a que la población joven opta cada vez más por internet para consumir contenidos audiovisuales. Pese a ello, la televisión informativa sigue desempeñando una función pública esencial. En España son 16 millones de telespectadores los que a diario ven los telediarios de las principales cadenas.
"La televisión no ha muerto. Sigue congregando en todas partes audiencias millonarias, pero cada vez más fragmentadas entre más canales de los que podemos abarcar y con la ficción virando hacia un consumo a la carta". Así lo destaca el profesor Rafael Díaz Arias en la introducción de su flamante manual La información periodística en televisión, un texto académico que llega para ocuparse del medio televisivo y su adaptación a un ecosistema mediático convergente, de la manera de informar, de su lenguaje o de su géneros y programas.
El autor defiende las posibilidades informativas de la televisión, más allá del infoentretenimiento en muchos casos imperante, a partir de los siguientes planteamientos:
- En televisión es posible mostrar e informar; la interrelación entre palabra e imagen da a la televisión un enorme poder expresivo.
- En televisión hay que servir a las audiencias, pero no someterse a sus caprichos.
- La televisión informativa tiene que ser plural y diversa, dando voz a todas las tendencias y sensibilidades de la sociedad.
- En televisión también se puede experimentar y explorar narrativas interactivas (televisión híbrida).
- La televisión es puesta en escena, pero en la televisión informativa, espectáculo, lo justo para hacer comprensible y atractiva la información.
- La televisión puede llegar a la perfección en el directo, pero no todo puede contarse en directo.
- La información en televisión es una obra colectiva fruto de la creatividad de profesionales con distinta formación y orientación.
Rasgos de la información deportiva en TV
Díaz Arias analiza también las claves de la especialización informativa y el marco deontológico en la redacción de televisión y se detiene para ello en las peculiaridades de las distintas secciones, entre ellas la de Deportes. A este respecto, destaca su clara tendencia a la espectacularización de los contenidos y su excesivo sesgo temático al ocuparse informativamente solo de un escaso número de modalidades y protagonistas: "La información deportiva opera con una doble reducción: solo versa de los deportes mayoritarios y de entre ellos el fútbol, y en los grandes acontecimientos deportivos internacionales el centro de atención son los deportistas españoles".
No obstante, esto no ha sido siempre así. Como el propio autor recuerda en este libro, hace apenas tres lustros la información de deportes solía someterse a criterios noticiosos de selección y jerarquización semejantes al resto de secciones: "El informativo tenía información deportiva, una información deportiva no muy extensa, pero realmente una información importante y equilibrada. Este equilibrio se rompió cuando la mayoría de las televisiones introdujeron un espacio monográfico dentro de sus informativos diarios y luego, en muchos casos, los convirtieron en espacios autónomos con vocación de infoentretenimiento".
Así, la competencia por la audiencia hizo que los deportes tuvieran cada vez más minutos en los noticieros hasta que hace diez años las cadenas privadas convirtieron estos espacios en "magazines diarios, donde el deporte, el fútbol esencialmente, se presenta como si fuera un programa del corazón, en el que los discos, productos publicitarios y las novias de los futbolistas ocupan tanto o más espacio que los encuentros o las polémicas deportivas".
Como consecuencia de esta evolución, Díaz Arias subraya la paradoja de que se hable de Deportes cuando en realidad en muchos casos no hay información deportiva pura en esos espacios; el hecho de que los protagonistas del deporte llenan minutos por sus actividades ajenas a la competición, más propias de otras secciones o áreas de la actualidad; y también que ciertos contenidos, con planos fijos en ruedas de prensa, se llegan a emplear como soporte publicitario de marcas patrocinadoras de un equipo.
Por todo ello, el autor aboga por reforzar la especialización en la información deportiva en televisión y de hacerla extensiva también a la cobertura de otros deportes menos mediáticos, así como a subsanar ciertas "licencias inadmisibles en otras especialidades" como la de mostrar "una identificación total y, a menudo acrítica, con los representantes deportivos españoles". Se trata de ese fenómeno llamado "periodismo de bufanda" o "periodismo de camiseta", que se propaga por muchas redacciones de forma preocupante porque normaliza conductas como la mezcla constante entre información y opinión confundiendo al telespectador o la ostentación de parcialidad, contrarias a los principios éticos de la profesión.
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