martes, 13 de septiembre de 2011

Extranjerismos indelebles en el mundo del rugby

El rugby es una de las pocas disciplinas que han sido capaces de convertirse en deporte nacional en naciones como Sudáfrica, Australia, País de Gales o Nueva Zelanda, y que han resistido el aplastante empuje histórico del fútbol en países de tanta tradición balompédica como Inglaterra, Escocia, Francia o incluso Argentina, manteniéndose así como la segunda o tercera modalidad con mayor arraigo y número de incondicionales seguidores.

Como prueba de la gran aceptación social con que cuenta el deporte del balón oval, basta reseñar las numerosas publicaciones periódicas no diarias especializadas exclusivamente en esta disciplina que se pueden hallar en el quiosco internacional. Entre ellas, dos de las más afamadas son la inglesa Rubgy World y la escocesa Scrum Magazine, si bien hay otros mercados, como el francés, donde la eclosión de títulos periodísticos rugbísticos ha sido especialmente notoria en los últimos años, con revistas como Rugby, Rubgy Fan o la trimestral Rugby Attitude.

Más allá de su indiscutible proyección y muy a pesar de que las imágenes del Mundial que se disputa estos días en Nueva Zelanda solo están al alcance de unos pocos afortunados, lo cierto es que el rugby ha evolucionado conservando indelebles sus valores y el resto de sus elementos constitutivos más tradicionales.

La expansión del rugby football a partir de su nacimiento en los boarding schools o colegios de internado privados del Reino Unido en la primera mitad del siglo XIX, fue gestando sus primeras reglas y, con ellas, su terminología, que exportaría décadas después al resto de países anglófonos, que durante más o menos tiempo fueron sometidos a las directrices del Imperio, y a los no anglófonos, tanto de europeos como americanos.

Así, la terminología original del rugby union (rugby a quince) ha perdurado, pese a diversas modificaciones reglamentarias, en lo esencial, y esta se ha exportado del inglés a otros idiomas, que en mayor o menor medida han acabado asumiendo y adaptando pronunciaciones, grafías y, sobre todo, conceptos.

En el caso particular de la lengua española, los términos rugbísticos son, en su mayoría, extranjerismos. Estas voces foráneas, principalmente anglicismos, han seguido utilizándose en su forma original debido a definen a la perfección y en una sola palabra (economía del lenguaje) un concepto ya asentado entre jugadores, entrenadores y periodistas, lo que dificulta mucho la posibilidad de hallar una correspondencia en español que no comporte una pérdida parcial de significado.

De esta forma, no suelen traducirse vocablos como flanker, con que se denomina a cada uno de los dos jugadores que juegan con los números 6 y 7 y que forman parte de la tercera línea del equipo; maul, tipo de formación espontánea que se produce cuando el jugador que tiene la posesión del balón está siendo sujetado por uno o más jugadores del equipo contrario; o ruck, agrupamiento entre jugadores de ambos equipos que están en contacto físico y de pie, empujándose para hacerse con la posesión de la pelota, que está en el suelo entre ellos (melé abierta o melé espontánea).

Sin embargo, como ocurre en el resto de deportes, también en el rugby la asunción de formas extranjeras convive con la adaptación de términos. Algunas traducciones consolidadas son, por ejemplo, ensayo (try), patada a seguir (chip), botepronto (drop), talonador (hooker), zona de marca (in-goal), parada de volea (mark), línea defensiva (back line), continuidad (continuity) o transformación (conversion kick).

Pero no solo la forja terminológica en esta modalidad se ha producido a partir del idioma del país inventor, sino también de la lengua francesa, cercana y muy influyente, sobre todo a raíz de la eclosión allí de este deporte desde mediados del siglo XX y de la cobertura periodística realizada con motivo de la participación de la selección nacional (les Bleus) en el entonces llamado Torneo Cinco Naciones.

Lo cierto es que hoy día se utiliza más melé (hispanización de mêlée) que scrum y avant que forward pass (pase adelantado), o se suele preferir la grafía francesa touche a la inglesa touch para hablar de saque de lateral o línea de puesta en juego.

De la misma manera, en español se ha tomado más como referencia el francés para forjar palabras y expresiones como juego a la mano (más cercano a jeu à la main que a handling), juego al pie (jeu au pied / kicking play), pilar (pillier / prop), placaje (placage / tackle) o medio de apertura (demi d'ouverture / fly-half).

Anglicismos y galicismos constituyen así una parte importante de la terminología del rugby, cuyo desarrollo ha motivado estudios específicos en diccionarios. Entre ellos, destaca, con más de 200 entradas en español, catalán, inglés y francés, el Diccionario de rugbi publicado por el TERMCAT en el año 1995 dentro de la colección de los Juegos Olímpicos y que ha sido actualizado con motivo de la publicación en 2010 del Diccionari general de l´esport.



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