lunes, 16 de enero de 2017

Juan José Arevalillo: “Cuando un deporte se populariza, el lenguaje reacciona y empieza a traducir los términos que precisa casi sin darse cuenta”

Juan José Arevalillo.
Juan José Arevalillo es director general de Hermes Traducciones y Servicios Lingüísticos, una de las empresas más reconocidas y consolidadas dentro del sector de la traducción en España desde su creación en el año 1991. Lingüista y traductor, también es actualmente vicepresidente de la European Union of Associations of Translation Companies (EUATC). Asimismo participa como profesor de estudios de Traducción en la Universidad Alfonso X El Sabio y como profesor y director académico de un posgrado de tecnologías aplicadas a la traducción en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Nos hemos puesto en contacto con él como experto en la traducción de términos deportivos para conocer su punto de vista sobre las particularidades de este lenguaje periodístico especializado y los usos y abusos que de él se hacen en los medios de comunicación.

- Ustedes en Hermes Traducciones ofrecen servicios de traducción especializada en casi veinte campos diferentes, entre ellos el deporte. ¿Cuáles son las principales particularidades que presenta traducir el lenguaje deportivo?
-  Efectivamente, ofrecemos este tipo de traducción, que tiene muchísimas particularidades. Los textos que traducimos no solo se basan en aspectos meramente deportivos, sino que también traducimos muchos objetos, dispositivos y artículos relacionados directa o indirectamente con el deporte, cada uno de ellos con distintos grados de dificultad y especialización. Como ocurre también con otras traducciones, nos encontramos con dos dificultades principales: la terminología y el nivel de especialización, por lo que es muy importante que esas traducciones las lleven a cabo traductores que sepan de ese deporte en la medida de lo posible, aunque no siempre existe esa posibilidad. La mayor dificultad estriba, sin duda, en la terminología empleada, que puede variar según los destinatarios finales de esa traducción: público en general o deportistas especializados. 

- Me imagino que las frases hechas o las referencias culturales son de las que entrañan mayor dificultad. Pienso, por ejemplo, en cómo traducir a otro idioma una expresión taurina, pero que también se usa en deportes, como salir por la puerta grande.
- Por supuesto. El deporte tiene una penetración enorme en la sociedad, por lo que su influencia impregna nuestro día a día en muchas facetas, y una de ellas es la terminológica y fraseológica. Muchas veces empleamos expresiones del deporte en nuestro vocabulario cotidiano, e incluso de otras disciplinas como pueden ser los toros, por mucho que seas protaurino o antitaurino: salir por la puerta grande es un buen ejemplo de ello porque casi todo el mundo puede entender su significado de éxito en cualquier ámbito de nuestra vida. No obstante, si queremos traspasar esta idea a otros idiomas en los que no se practique la tauromaquia, la expresión se quedará vacía de significado y deberemos buscar alguna otra alternativa fraseológica, a ser posible relacionada con una actividad típica de la lengua o cultura de destino, lo cual no siempre será viable, en cuyo caso habrá que parafrasearlo.

- O la de meter el autobús en la portería.
- En este ejemplo la solución puede ser más fácil, ya que el fútbol es universal y, aunque no exista inicialmente esa expresión en la lengua de destino, resultará fácil adaptarla o incluso darle una traducción más o menos literal que todos sean capaces de interpretar implícitamente por su sentido figurado. Sin ir más lejos, es fácil encontrar en la prensa inglesa la expresión park the bus con el mismo significado. La clave en este caso es saber en qué lengua o país se originó esa expresión: probablemente haya sido en España, o quizás en Italia, donde en determinados momentos había tendencia a un planteamiento del juego muy defensivo. De hecho, esta expresión vino a sustituir al famoso cerrojo o cerrojazo de Benito Díaz cuando entrenaba a la Real Sociedad hace ya muchos años, que a su vez era primo hermano del catenaccio italiano. Digamos que se trata de una actualización.
En estos casos se da un caso de adaptación cultural —lo que en la traducción se denomina localización— que facilitará en gran medida la posibilidad de traducción. Más o menos cualquier persona puede asociar la imagen de poner un autobús delante de una portería como actitud ultradefensiva, como otra expresión del tipo colgarse del larguero. Sin embargo, si pensamos en expresiones como salir a por uvas o hacer una cantada, ambas referidas respectivamente a un fallo clamoroso del portero al salir a atajar un balón y a un fallo que propicia un gol o una gran oportunidad de gol —recuerdo que antes se usaba para ello vicegol—, o bien robar la cartera para explicar el robo inesperado del balón por despiste del defensor o acierto del atacante, el problema es otro, ya que esas expresiones son más locales y no tan universales como la del autobús, por lo que será preciso parafrasearlas o recurrir a otras expresiones locales.
A la inversa, si pensamos en el béisbol o en el fútbol americano, conocidos por todos como deporte pero no tanto sus reglas, nos encontraremos con multitud de expresiones que emplean los estadounidenses en su día a día conversacional que difícilmente entenderemos por la misma razón anterior. Pensemos en la expresión del béisbol touch base empleada para indicar que un jugador ha tocado la base y que traspasa su uso deportivo para significar una toma de contacto con alguien para saber cómo se encuentra o qué piensa respecto a algo. En este caso recurriríamos a una equivalencia, si existiera, o a una paráfrasis.

- ¿Qué modalidades deportivas suelen ser las más complicadas de traducir? Quizá sean precisamente aquellas donde es más difícil hallar localizaciones, ¿no?
-  Si el deporte tiene una dimensión universal la traducción será menos complicada; si es un deporte minoritario o local, tendremos más complicaciones, ya que estaremos abordando una terminología muy inhabitual o incluso inexistente en nuestra lengua. Pensemos en la modalidad del billar denominado snooker o en el curling. Pocos conoceremos sus expresiones técnicas referidas a su práctica o reglas, por lo que esa traducción originalmente dejaría muchas palabras en su idioma original. Por otro lado, pensemos en un deporte de masas como el fútbol o el tenis, que llevan años y años asentados entre nosotros. En un principio sufrieron del mismo mal: anglicismos constantes, pero poco a poco se fueron infiltrando equivalentes en español para terminar prácticamente con todas sus expresiones en nuestra lengua. La razón principal estriba en su socialización o práctica habitual, en cuyo caso el idioma reacciona por una necesidad interna y establece sus propios términos en paralelo con los extranjerismos o haciéndolos casi desaparecer: fuera de juego en lugar de off-side, revés en lugar de backhand, etc. En algunos casos, llegan incluso a convivir ambos como saque de esquina o córner (adaptado o no a la grafía española).
Por lo general, cuando un deporte se populariza, el lenguaje reacciona y empieza a traducir los términos que precisa casi sin darse cuenta, si bien entre los especialistas se produce cierta oposición y prefieren usar las voces extranjeras como una muestra de su control de la situación, especialización o sapiencia deportiva. De ahí que sea muy difícil conseguir ese equilibrio terminológico, máxime si tenemos en cuenta que los usos cambian y las modas también: ¿quién usa ahora la famosa invención de Matías Prats (padre) de la posición teórica del interior izquierdo que muchos recordamos? ¿Quién no usa ahora carrilero?

- ¿Recuerda alguna palabra o expresión deportiva para la que fuera especialmente difícil hallar una correspondencia?
- Sí, por tratarse de un deporte ya muy asentado me viene a la cabeza la palabra set del tenis. A estas alturas ya, en un deporte en el que la mayoría de los términos han encontrado ya su equivalente en español va a ser difícil sustituirlo. Bien es verdad que los comentaristas en ocasiones hablan de manga, pero la utilización de set es preponderante. Además, más allá del empleo de manga, no se me ocurre ahora un término que expresara con precisión ese conjunto de juegos que componen el set… La mayoría de los términos del tenis han tenido más suerte porque permitían una traducción simple como juego por game o porque se producía un calco conceptual como ocurre con la expresión down-the-line shot adaptada como golpe paralelo, o bien cross-court shot con su correspondiente calco casi literal golpe cruzado.


"Más peligroso que la invasión del término extranjero me parece la que se produce desde dentro del propio idioma, como ocurre con el uso de firmar como sinónimo de fichar. El mal se irradia desde dentro por desconocimiento y de modo gratuito"

 
- De todas formas, teniendo en cuenta el origen del sport moderno, parece inevitable que se sigan empleando vocablos en lengua inglesa, ¿no cree?
- Sin duda, la mayor parte de los deportes más conocidos, al menos en nuestro mundo occidental, suelen provenir del inglés, quizás trufados de algún término de otros idiomas —como el francés en el rugby—. Incluso, dado el carácter de lingua franca que tiene actualmente el inglés, algún deporte más exótico en cuanto a su desarrollo y origen podría llegarnos a través del inglés como idioma puente, por lo que ese proceso se va a seguir produciendo, nos guste o no. Como hemos dicho antes, solo cuando ese deporte se arraigue socialmente, se empezarán a infiltrar nuestras propias voces.

- Se lo preguntaba porque ha habido propuestas académicas de traducir o adaptar gráficamente al español extranjerismos que son de uso muy extendido entre practicantes, aficionados y periodistas deportivos. ¿Quién dice tablanieve en lugar de snowboard o esqueleto en vez de skeleton? Cuando se traduce con calzador, hay un riesgo de perder eficacia comunicativa, ¿no?
- Si esta pregunta me la hubieran hecho muchos años atrás, en una época en que era un fundamentalista de la lengua, con toda probabilidad habría abogado por las adaptaciones españolas, pero con los años uno se relaja en estos aspectos —hasta donde puede relajarse…— y miras a la realidad. Cuando practico esquí, aunque no sea en la modalidad del snowboard, no se me ocurrirá decir a mis compañeros de descenso algo así como «tened cuidado con los del tablanieve, que van descontrolados…». Quizás veo más posible una hispanización del término que un calco literal. En mi opinión, como bien dice en la pregunta, prima la comunicación.
Estos intentos académicos suelen dar lugar a infinidad de seguidores y detractores. No olvidemos que ese sentimiento lingüístico lo llevamos muy dentro y sale por donde menos se espera en ocasiones. No es necesario ahora recordar cuántas palabras se han propuesto que no han llegado a profundizar en el uso y se han perdido; incluso se han quedado en el diccionario como restos petrificados de lo que pudo ser y no fue. Al fin y al cabo, lo que debe sancionar la RAE es el uso común correcto, y este tipo de términos van más por la senda popular de la adaptación que por la académica de la imposición. En cualquier caso, no olvidemos que el diccionario académico recomienda y no obliga necesariamente, por lo que cada cual podrá emplear en su uso diario lo que le resulta más comunicativo, ya que aquí nos metemos en el campo del argot, lo que complica más el panorama.

-  Los académicos abogan por la hispanización, incluso en las grafías prescindiendo de las letras que no se pronuncian (cadi por caddie), pero en el ámbito periodístico hay disparidad de criterios y coexisten dualidades como rally-rali, derbi-derby, sprint-esprín (que luego se cambió a esprint). Unos siguen los dictados académicos y otros no. ¿No haría falta fijar un criterio más claro al respecto?
- En mi opinión el criterio más lógico sería el fonológico como se ha hecho con fútbol, tenis, penalty y córner por poner algunos ejemplos. No obstante, es cierto que en ocasiones el diccionario puede confundir por no seguir siempre el mismo criterio y el usuario puede sentir cierta vacilación. De hecho, entiendo que en las decisiones académicas prima siempre el criterio fonológico. Otra cosa es que luego el término cuaje y se use con frecuencia entre los periodistas, sobre todo, y los aficionados. Por otro lado, es más que probable que ese término hispanizado encuentre una mayor oposición entre los periodistas más especializados en ese deporte, por una cuestión de uso arraigado que es muy difícil de eliminar.
Comoquiera que no vamos a tener hispanizados todos los términos que queramos, yo recomendaría consultar el diccionario y seguir sus recomendaciones; si no aparece el término o uno se muestra disconforme, puede intentar adaptarlo él mismo siguiendo ese criterio fonológico. Si ninguna de las opciones nos gana para la causa, no deberíamos olvidar que podemos dejarlo tranquilamente en inglés y usar la cursiva —o las comillas si nuestro procesador de textos no permite este recurso ortotipográfico, lo cual es improbable— para indicar que se trata de un término foráneo.


"Escoger un término superespecializado o usarlo en inglés sin necesidad —y en ocasiones a la inversa— puede redundar en falta de comunicación"


- Si bien parece clara la línea divisoria que se traza entre lo considerado como extranjerismo necesario y lo que se entiende por superfluo, en ocasiones puede darse el caso de que traducir un término que en inglés está muy bien acotado, pueda perder matices al pasarlo al español. Pienso, por ejemplo, en passing shot, que puede ser, según el caso, golpe paralelo o golpe cruzado con el que un tenista rebasa al oponente que ha subido a la red.
- Sí, estoy de acuerdo. Como hemos dicho antes, la lengua reacciona y termina sacando de su chistera terminológica voces o expresiones que todo el mundo entiende o que resultan más próximas. Sin embargo, hay muchas que se resisten por distintas razones. Precisamente, passing shot es una de ellas, aunque en ocasiones he escuchado un (golpe) pasante, un calco muy literal pero no completamente comprensible para alguien cuyo deporte habitual no sea el tenis. La clave del término está escondida en inglés porque este golpe se emplea para superar a un rival que está atacando en la red o sus proximidades, y efectivamente puede pasarlo con un golpe paralelo o cruzado —o también con un globo—, pero pasante pierde ese matiz de estar en la red, ya que el golpe paralelo o cruzado puede efectuarse en un intercambio —o rally— de golpes desde el fondo de la pista. De ahí, la complejidad no evidente que presentan algunos términos o expresiones que se resisten con fuerza a esa adaptación o traducción. Al fin y al cabo, en este caso se puede ser comprensivo con la voz inglesa; el problema sucede cuando el uso es gratuito y tenemos un término que lo expresa a la perfección en español: estoy pensando en la palabra tackling y en su equivalente entrada: ambas tienen como fin arrebatar el balón a su contrario y puede tener también el matiz de que este acabe en el suelo sin necesidad de que sea una infracción. Tackling —y tackle— se pusieron de moda no hace mucho tiempo y no era infrecuente escuchar a los comentaristas cómo el tackling de X había sido muy duro… Lo único que se consigue así es arrinconar un término ya existente que denota exactamente lo mismo. ¿Qué fin tiene? ¿Demostrar que se sabe mucho, que es muy especialista y está a la última? No son más que fuegos de artificio, que en ocasiones pueden incluso confundir al espectador u oyente. Considero que ese locutor o periodista en general tiene que ser muy cuidadoso con ello porque puede crear tendencia, aunque sea negativa.
Sin embargo, más peligroso que esta invasión del término extranjero me parece la que se produce desde dentro del propio idioma. Yo mantengo una batalla especial con el uso de firmar como sinónimo de fichar. No hace falta leer ni escuchar mucho los programas deportivos para encontrarnos con expresiones del tipo «el Atlético de Madrid va a firmar a la nueva figura juvenil». No me cabe ninguna duda de que esa figura terminará firmando porque en algún contrato estampará su firma, pero en realidad lo que hace al firmar es fichar. En los primeros usos debió de cruzarse la idea de firmar por (un equipo) y fichar por (un equipo), y se pensó que ambos eran sinónimos, lo que dio lugar a firmar a alguien con un uso transitivo que realmente no tenía en este contexto como sustituto de fichar a alguien, cuya transitividad sí era correcta. Pues a partir de hoy es uno los verbos favoritos mal empleados en la prensa escrita y hablada. Este fenómeno de intrasuplantación me parece mucho más peligroso porque el mal se irradia desde dentro por desconocimiento y de modo gratuito.

- ¿Qué recursos recomendaría manejar a un periodista deportivo en su día a día para usar la terminología adecuada y no caer en esos errores?
- En la actualidad, con la ventana internética quien no se informe es porque no quiere. Por supuesto, no todo lo que encontremos en la Red será válido, pero ahí está la capacidad del profesional para saber desgranar lo que realmente le ayuda. El idioma en los medios está vivo y se regenera continuamente, por lo que una referencia fundamental es la Fundéu, donde puede encontrarse material de consulta de todo tipo en sus recomendaciones y en sus publicaciones. El propio nombre de la fundación indica la premura necesaria para el periodista que busca la exactitud o uso correcto de un término específico, o bien la recomendación gramatical de una construcción. Podremos estar más o menos de acuerdo con algunos términos, pero su ayuda resulta enorme para periodistas, traductores, filólogos, revisores, correctores, profesores, alumnos y lingüistas en general, y nos evitaría más de un error superfluo. Asimismo, la RAE, sus diccionarios y sus servicios de consulta facilitan un gran apoyo, pero más a largo plazo y con menos inmediatez que la que en ocasiones se precisa.
En términos generales, yo recomendaría a los periodistas deportivos huir de retóricas innecesarias y de intentar tener el estilo menos rebuscado que resulte posible. En muchas ocasiones, el propio fragor y la hipérbole de la retransmisión puede hacer caer a cualquiera en incorrecciones, anacolutos, solecismos, etc.; de ahí que pueda entenderse que a un locutor se le escape que «el juego violento contó con la concupiscencia del árbitro», con un curioso y divertido —para los demás; no creo que para el locutor…— híbrido de complicidad y aquiescencia. Entendemos que el locutor quiso hacer un alarde fallido de conocimiento léxico y la emoción o el desconocimiento —o ambos— propiciaron el error. Sin embargo, en una publicación escrita la condescendencia será menor, y no descarto ver algo parecido en algún momento, máxime con la inmediatez y la omnipresencia de las redes sociales que propagan lo bueno y lo malo a la velocidad de la luz.
Como decía antes, a mí me preocupa más ese error consagrado que sale desde dentro, pues la invasión de un término se puede combatir mejor o peor. Escoger un término superespecializado o usarlo en inglés sin necesidad —y en ocasiones a la inversa— puede redundar en falta de comunicación. Como siempre, la diferencia entre el uso y el abuso es muy fina, por lo que resulta fácil superarla: el problema es cuando la superamos y nos quedamos ahí para no volver. Yo siempre recomiendo a este respecto terminológico que hagan lo que denomino la prueba de la abuela (o de la madre): si van a usar un término foráneo, deben pensar si lo entendería debidamente su abuela o si lo entendería mejor con una palabra más española. Sé que no resulta muy académico, pero sí termina siendo muy eficaz.

-  Los periodistas deberíamos preocuparnos más por nuestra principal herramienta de trabajo, que es el idioma.
- De todos modos, de esta entrevista no quiero que en ningún momento se piense que el periodismo deportivo empobrezca la lengua ni que desatiendan el idioma, pues pone de manifiesto el buen uso del idioma como medio de relación del deporte con la cultura y la sociedad, además de llevar a cabo una labor formativa en los distintos deportes. Asimismo, el deporte es continuo generador de neologismos y enriquece la lengua (cerocerismo, villarato, tiquitaca), pero se enfrenta a una lucha constante por el equilibrio entre lo difícilmente adaptable y lo transformable, con el agravante de un uso cambiante. Entendemos que es tal la variedad de disciplinas deportivas, que resulta realmente inabarcable, pero sí debemos estar muy atentos para hablar y escribir con la mayor propiedad posible porque esos usos van a tener una repercusión social indudable.

1 comentario:

  1. Gracias, José Luis, por esta oportunidad. Para mí ha sido un disfrute indescriptible y me he tenido que contener para no extenderme más... :-)

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