lunes, 6 de diciembre de 2021

Leontxo García: "El ajedrez es una mina de oro periodística de la que me limito a sacar un poco, pulirlo y presentarlo al público"

 Leontxo García, en una imagen reciente. Fuente: Twitter (@leontxogarcia).

Leontxo García lleva 38 años escribiendo crónicas y haciendo pedagogía sobre ajedrez. Este periodista, que llegó a la redacción de El País en 1985, tuvo el convencimiento de que se dedicaría a esta profesión y no a ser jugador de ajedrez apenas dos años antes, cuando cubrió como enviado especial en Londres para el diario Deia los duelos del Torneo de Candidatos Kaspárov-Korchnói y Smyslov-Ribli. Ahí empezó una carrera periodística brillante que le ha llevado convertirse en referente nacional e internacional como experto comunicador, conferenciante y embajador de este deporte.

Hemos conversado por videoconferencia con él, que se encuentra en Dubái (Emiratos Árabes) para informar con detalle de todo lo que ocurre en el Mundial que enfrenta al noruego Magnus Carlsen, vigente campeón, y al aspirante, el ruso Ian Niepómniachi. La conexión, aunque algo inestable por momentos, hizo posible esta entrevista que él tuvo la gentileza de conceder desde la habitación del hotel en que se hospeda mientras ultimaba para El País el que sería un nuevo boletín de noticias [desaprueba explícitamente el anglicismo newsletter] sobre ajedrez para su nutrido grupo de suscriptores.

- ¿Qué significa que un diario como El País haya reforzado su apuesta editorial por la especialización en la información sobre ajedrez?
- Para entender por qué el ajedrez ocupa este lugar esto hay que recordar una anécdota de cuando El País se estaba creando como periódico, poco antes de ver la luz el 4 de mayo de 1976. En esos meses previos al lanzamiento, el entonces director, Juan Luis Cebrián, invitó a formar parte de su equipo fundador al periodista argentino Héctor Kúperman, corresponsal de guerra que en ese momento trabajaba para al agencia de noticias italiana Ansa. Kúperman le contestó al director que ya estaba mayor para montar un periódico desde cero pero le ofreció como alternativa crear una sección diaria de Ajedrez que él mismo coordinaría. A Cebrián le gustó la idea y por eso El País ha publicado desde su primera edición una columna diaria sobre este deporte.

- Todo eso fue varios años antes de que usted decidiese siquiera dedicarse a esto.
- Sí, yo comencé mi andadura en El País en 1985 y lo hice cubriendo durante dos meses y medio como enviado especial a Moscú el segundo duelo Kárpov-Kaspárov por el Campeonato del Mundo. El periódico empezó a ver entonces que, más allá de la buena imagen que le daba esa cobertura del ajedrez, que este es un deporte que tiene muchos más seguidores de lo que parece, que son silenciosos pero son muchos y además llaman y escriben al periódico sobre las crónicas que yo publicaba. Esa apuesta del periódico ha ido respondiendo así a un interés creciente por este deporte que fueron observando entre los lectores. 
Esto se ha visto incrementado aún más, primero por la pandemia, ya que el ajedrez es el único deporte que se puede jugar por internet y su práctica durante el confinamiento se disparó, y luego por la emisión de la serie 'Gambito de Dama', que ha sido una de las más vistas en la historia de Netflix y puso de moda el ajedrez no solo en España sino en todo el mundo. Todo esto ha ido haciendo ver a El País que el ajedrez despierta el interés de muchas personas. 
Eso nos ocurre, por ejemplo, en nuestra sección semanal 'El rincón de los inmortales', que sale cada lunes y donde ya hemos publicado 325 vídeos. Es uno de los productos de vídeo de mayor éxito del periódico con una cantidad enorme de seguidores. Si sumas todo eso, reforzar la apuesta editorial por el ajedrez es algo que tiene todo el sentido, claro.

- El cine o las series de televisión son al final capaces de universalizar modas y visibilizar cuestiones que luego entran en el debate público. ¿Hasta qué punto estas modas o tendencias que impulsan series como 'Gambito de Dama' pueden llegar a tener un efecto en la agenda temática de los medios para hacer que el ajedrez forme parte en otros medios deportivos como un contenido habitual en su cobertura informativa? 
- [Silencio] A ver espero que no suene petulante por mi parte, pero voy a hacer ahora un poco de filosofía. Yo estoy cada vez más convencido de que cada vez hay más gente que piensa menos, y esto ocurre por una serie de factores: mal uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías, la llamada "telebasura" (con las que se nos inunda desde unos canales de televisión incluso en horario infantil), la desigualdad creciente en el mundo y ahora aún más por la pandemia, las prisas con las que vivimos en los países más avanzados... entonces viendo todo esto necesitamos más que nunca promover un juego que enseñe a pensar como el ajedrez, ¿no? Lo bueno es que cada vez hay más gente preocupada por este fenómeno, con sensibilidad por un problema que ya es universal.
En este contexto, 'Gambito de Dama' hace un poco de espoleta o de multiplicador de esa preocupación porque hizo ver a mucha gente que la serie servía para difundir una actividad que es beneficiosa para la humanidad. Además de todo esto, influye el hecho de que la serie esté muy bien hecha y también que el ajedrez es muy cinematográfico, aunque pueda parecer lo contrario. Porque al fin y al cabo, la imagen tópica que tenemos del ajedrez es dos personas, normalmente hombres, sin móviles que se pasan horas delante de un tablero. ¿Qué interés puede tener eso? Pero que en los cerebros de esas dos personas están ocurriendo cosas interesantísimas, se trata de un deporte con más de 1.500 años de historia documentada, tiene conexiones fascinantes con muchas ramas de la ciencia (psiquiatría, matemáticas, psicología, la inteligencia artificial), es un arma pedagógica fundamental, etc. Si juntamos todo eso, una serie como 'Gambito de Dama' puede impulsar definitivamente que todas esas sensibilidades y preocupaciones salgan a la luz.

"El País ha ido respondiendo a un interés creciente de los lectores por el ajedrez, que se ha visto multiplicado en los dos últimos años primero por la pandemia (en el confinamiento se disparó su práctica) y luego por la serie 'Gambito de Dama', que hizo de espoleta para popularizar aún más este deporte en el mundo"


- En El País, además, se pone de manifiesto cómo para cubrir de la mejor manera un deporte de este tipo es necesario no solo conocerlo bien sino haberlo practicado, como es su caso.
- Claro, al haber estado antes en el otro del escenario, en el que ahora están los jugadores de los que yo escribo, eso me permite tener una aproximación bastante estrecha para saber cómo piensan o se pueden sentir o de lo que ocurre ahí dentro. Por supuesto, eso me ayuda, pero la clave del éxito del ajedrez en El País, y de que yo lleve 36 años trabajando aquí se puede resumir en una anécdota que voy a contar y que me ocurrió antes incluso de llegar a este diario. 
Ocurrió en 1983, cuando yo empecé como periodista generalista en el diario Deia, donde mi primera cobertura como enviado especial fue para cubrir en Londres las semifinales del Torneo de Candidatos, en los duelos Kaspárov-Korchnói y Smyslov-Ribli. Me planteé entonces cómo lograr que un lector medio de un diario regional como Deia, acostumbrado a leer sobre fútbol y fútbol, pelota vasca, ciclismo o baloncesto, al llegar de pronto a la página sobre ajedrez se parase a leer mi crónica. Tuve claro que eso no lo podía lograr si me dedicaba a describir qué es la defensa siciliana o hablar de otras cuestiones técnicas. Pero no tenía la menor idea de cómo lo iba a conseguir. Mi intuición me llevó a ir al hotel donde estaban alojados los jugadores. Llegué al hotel Park Lane, empecé a husmear por los pasillos y, de pronto, tuve la enorme suerte de ver algo que me encendió la bombilla por completo: vi a miembros del séquito de Kaspárov, que en ese momento era un ciudadano ruso ejemplar y embajador del espíritu renovador de la Perestroika de Gorbachov, hablando muy amigablemente con el grupo de personas que acompañaban a Korchnói, que era un traidor que había escapado de la URSS y que, por tanto, era enemigo público número uno para Rusia. Aquello que estaba presenciado yo estaba estrictamente prohibido por las leyes soviéticas y dije: "Esta es la historia". Hice mi primer reportaje, que titulé "En ajedrez sí hay distensión Este-Oeste" (en ese momento todavía estaban vivos los rescoldos de la Guerra Fría) y les encantó a mis jefes, que lo destacaron en grande en el diario. 
Ahí me di cuenta de cuál debía ser el enfoque adecuado para que el ajedrez tuviese cabida en los medios generalistas. Y por eso precisamente hago tanto hincapié en las maravillosas conexiones que tiene este deporte con las artes o las ciencias, o con los personajes fascinantes que han vivido en torno a esta actividad a lo largo de 1.500 años de historia. Para resumir, diré que el ajedrez es una mina de oro periodística, de la que yo me limito a ir sacando oro, pulirlo para ponerlo presentable y presentarlo al público. Llevo 38 años sacando oro y queda todavía un montón de oro por sacar.

"Mis crónicas van dirigidas a alguien que no tiene por qué saber siquiera cómo se mueve un peón para poder entenderla y disfrutarla. Esta ha sido la clave. Para los más aficionados ya están mis columnas, que son básicamente partidas comentadas técnicamente"


- El reto es apasionante desde luego. Me imagino que también habrá influido en su forma de escribir y de enfocar las crónicas el hecho de pertenecer a una sección de Deportes que se ha constituido como una de las grandes escuelas de cronistas deportivos en español.
- Sí. Mi primer trabajo para El País fue cubrir durante dos meses y medio como enviado especial a Moscú el segundo duelo Kárpov-Kaspárov por el título mundial. Y recuerdo que lo primero que hice fue aprenderme de memoria el libro de estilo del periódico. Mis primeras entradillas eran poco más que modelos académicos de perfección [ríe] en cuanto a cómo aplicar minuciosamente aquel libro de estilo. Luego ya empecé a perder un poco el miedo y pensé en que todos los días durante dos meses y medio no podía estar escribiendo de la misma manera cambiando solo los datos y había que buscar la originalidad. Opté por salpimentar las entradillas, incluso desde la primera frase, con cosas que enganchasen al lector y ya no lo soltasen hasta el final de la crónica. Eso es algo que siempre me grabé a fuego. 
Como también tengo claro que a quien yo me dirijo no es al aficionado al ajedrez, porque el aficionado se supone que me va a leer en todo caso, sino que a quien realmente tengo que enganchar es a quien no sabe de ajedrez y a quien tengo que le interese lo que le estoy contando. Luego para los muy aficionados, tengo mi columna diaria, que es básicamente una partida comentada técnicamente. Pero mis crónicas van dirigidas a alguien que no tiene por qué saber siquiera cómo se mueve un peón para poder entenderla y disfrutarla. Esta ha sido la clave. Y luego hay algunos principios básicos como trasladar la atmósfera de la ciudad o el país donde se celebra el torneo, como lo exótico que puede resultar para un lector hispanohablante hablar de lugares como en el que me encuentro ahora, Dubái.

- El dirigirse al no aficionado le obliga como periodista especializado a hacer un esfuerzo, que en su caso a estas alturas ya no lo será apenas, para buscar recursos y hacer algo de divulgación sobre el ajedrez y explicar lo que acontece.
- Exacto es algo que tengo que hacer cada día. Aunque ciertamente ya no me cuesta ese esfuerzo por el tiempo que llevo escribiendo sobre ajedrez, lo que sí hago todavía es intentar quitarme de la cabeza cuando escribo una crónica la parte de mi cerebro que es ajedrecista. Hasta el punto de que me hago creer a mí mismo que yo de ajedrez sé más bien poco. Desde ese enfoque creo que mis crónicas salen mejor. Al final se trata de enfocarla bien, dejando a un lado la cuestión técnica y contando todo lo que pasa alrededor de la competición y los entresijos de la misma, porque esto es lo que apela al interés general y es lo que realmente hace que funcione.

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