El ciclismo de competición llegó a ser deporte rey antes que el fútbol y acaparó espacios de privilegio en los medios de comunicación de la Europa continental durante la primera mitad del siglo XX. De hecho, nació y se desarrolló amparada en el crecimiento de las primeras grandes cabeceras de la prensa deportiva diaria, La Gazzetta dello Sport (Milán, 1896) y L´Auto-Vélo (París, 1900), que primero fomentaron las clásicas de la época como París-Ruan o Milán-San Remo y luego acogieron e impulsaron las primeras vueltas ciclistas por etapas.
En 1903, L´Auto anunciaba en portada (en la imagen) la disputa de la primera edición del Tour, cuyo ganador luciría un maillot de color amarillo, el mismo que las páginas del diario fundador del evento, L´Auto. Por su parte, en 1909 La Gazzetta ideó una ronda similar que recorriera de norte a sur el país transalpino. Desde ese momento, el diario lombardo se convirtió en patrón del Giro, un hecho que motivaría, también en este caso, que el color de las páginas rosa del rotativo se trasladase a la maglia que viste el líder provisional o el vencedor de la prueba (desde 1931).
Todavía hoy la organización de las dos vueltas ciclistas más importantes del mundo sigue estando asociada a ambas cabeceras deportivas, las cuales han contribuido a través de la difusión de noticias a la popularización de un deporte y su terminología. Todo este proceso de acunamiento y mecenazgo ha sido el que, con el paso de las décadas, ha propiciado en parte que actualmente el ciclismo sea una de las pocas modalidades deportivas cuyo léxico no provenga mayoritariamente del inglés y que, tal como recogen a diario los medios de comunicación en lengua española, sea asumido fácilmente por la gran mayoría de los ciudadanos a pesar de que contiene un buen número de vocablos extranjeros, sobre todo galicismos e italianismos.
Efectivamente, a través de L´Auto primero y luego de su heredero natural, L´Equipe, Francia desempeñó un papel decisivo en la formación de la terminología del ciclismo, al igual que ocurrió con otras actividades gestadas o desarrolladas en este país, como el rugby (melé, avant, touche), la hípica (piaffé, passage) e incluso el boxeo (crochet). A este respecto, Recaredo Agulló (Diccionario de Términos Deportivos, 2003) recuerda también que el influjo del francés ha sido notorio en los deportes aéreos, el automovilismo o la esgrima.
Así, las crónicas de ciclismo en los medios en lengua española han acabado consolidando en sus pasajes voces como maillot (que ha desplazado a jersey, su correspondencia en castellano), coulotte (ya hispanizada como culote), pavés (adoquinado), col (puerto de montaña), grimpeur (escalador), routier (rutero o ciclista especializado en pruebas de carretera), coequipier (compañero de equipo) e incluso finiseur (ciclista cuyas características le permiten demarrar en llano en el último o últimos kilómetros en busca de la victoria, sin esperar al esprín).
Al igual que las voces procedentes del francés se emplean de modo habitual para evitar repeticiones, dar lustre y enriquecer los textos periodísticos sobre ciclismo, el lenguaje periodístico en español también ha incorporado italianismos, muy habituales y recurrentes cada vez que se disputa el Giro, tales como maglia, grupetto (pequeño grupo de corredores que marchan rezagados respecto al pelotón) o volata (esprín o llegada).
Pese a la universalización de la información periodística sobre ciclismo y a la existencia de vueltas por etapas prácticamente en todo el mundo, la terminología original de esta disciplina, proyectada desde las crónicas primigenias de los primeros diarios deportivos franceses e italianos, se ha mantenido hasta hoy y sigue siendo una de las que más extranjerismos acoge en su seno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario