Hace mucho tiempo que los libros de estilo periodísticos dejaron de ser concebidos solo como un conjunto de normas lingüísticas o como guías auxiliares para la escritura. De hecho, la mayoría de estos manuales han ido evolucionando hasta incluir otras cuestiones de fondo relativas a procedimientos que deben seguirse para la correcta construcción y difusión de una noticia, y a principios y criterios de comportamiento profesional.
La agencia EFE, que fue primer medio en España en plantearse con algún rigor la tarea de confeccionar un libro de estilo (su primer manual data de 1975) y distribuirlo entre el gran público (1985), también fue pionera al elaborar en el año 1988 Normas básicas para los servicios informativos, una obra que abordó exclusivamente los problemas técnicos referentes a la estructuración y presentación de las informaciones y que complementó la función del Manual de Español Urgente, centrado en las cuestiones ortográficas, morfológicas, léxicas y sintácticas, y que ya encadena dieciocho ediciones desde su concepción original.
Inspirado en este mismo modelo y acuciado por la necesidad imperiosa de adaptarse al nuevo entorno digital, EFE ha publicado hace unos días Libro del estilo urgente, un trabajo encaminado a unificar los procedimientos para la adecuada edición de textos, fotografías, vídeos y audios que ha de servir la agencia a otros medios e incorporar una nueva sintaxis narrativa que permita contar una noticia pasando por esos cuatro soportes de una sola vez y sin reiteraciones, aunándolos con vistas a su publicación directa en internet, "ese nuevo medio que es en realidad un conjunto de medios", según asevera el presidente de EFE, Álex Grijelmo, en el prólogo de la obra.
Así, este manual, cuyo borrador ha sido elaborado por el periodista Emilio Crespo, actual delegado en Lisboa y exdirector de Contenidos Digitales, fija los criterios que deberán seguir los periodistas a lo largo de todo el proceso de producción de los contenidos informativos, desde la captación de los datos y consulta de fuentes, hasta la edición y publicación, pasando por las técnicas de titulación, composición y presentación de los diferentes géneros y formatos que se manejan en el periodismo de agencia.
Igualmente, incide en los límites éticos, inspirados en el Estatuto de la Redacción aprobado en el 2006 (anexo), y en las implicaciones legales de la profesión periodística, tales como los problemas derivados del tratamiento inadecuado de las fuentes, la colisión con otros derechos fundamentales (honor, intimidad y a la propia imagen de las personas), la protección de la infancia, los contenidos en Twitter o Facebook y la propiedad intelectual.
Se trata, por tanto, de un libro de estilo atípico, más centrado en los aspectos periodísticos de forma y de fondo y que relega las cuestiones idiomáticas más fundamentales (dudas ortográficas, siglas, topónimos, gentilicios y transcripciones de nombres propios procedentes de otros alfabetos) a uno de los apéndices.
De hecho, a diferencia de la mayor parte de obras de este tipo, no incluye ni siquiera un apartado referente al léxico. A este respecto, remite a la consulta online del Diccionario de la RAE, el Diccionario panhispánico de dudas y a los trabajos de la Fundación del Español Urgente (Fundéu-BBVA), como el Vademécum, también a disposición del público en la red, o como el nuevo Estilo: manual para nuevos medios que coordina Mario Tascón y se dirige a dar instrucciones sobre cómo escribir en los diferentes dispositivos digitales y en las redes sociales.
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