Las estadísticas son consustanciales a la propia evolución del deporte y, con él, a la del periodismo deportivo. De hecho, muy pocas crónicas están desprovistas de ese conjunto de datos que resumen el partido, y que aparecen o bien en la ficha técnica de una crónica o bien insertados a lo largo del texto. Su manejo resulta esencial para poder construir una información completa y ajustada a la realidad. Llevar la estadísticas al periodismo es también otra forma de contar historias.
Como señala el periodista deportivo y profesor puertorriqueño Omar Marrero, la estadística se ha integrado en el deporte porque es la manera de explicar o expresar los diferentes aspectos de una competición o de un partido por medio de números. Dichos números buscan ofrecer al aficionado una visión lo más clara posible de lo ocurrido y de la participación de cada jugador o deportista. Al mismo tiempo, sirve a los propios técnicos y entrenadores porque es una forma de saber quién ha jugado mejor y en qué facetas del juego debe mejorar el equipo o el deportista con vistas a futuros compromisos.
Las estadísticas pueden hacer referencia exclusiva a un partido o pueden ser acumulativas de toda una temporada o de toda una vida deportiva (series históricas de enfrentamientos entre equipos o el palmarés de una competición). Pueden, por tanto, explicar un aspecto específico de un partido (rebotes y promedios de tiro en baloncesto, errores no forzados en tenis o porcentajes de posesión del balón en fútbol) o el mismo aspecto referido a un periodo de tiempo más amplio (al acumulado de la temporada, por ejemplo).
Hasta tal punto la estadística ha cobrado relevancia en el periodismo deportivo que en algunas modalidades resulta muy complicado escribir una buena crónica sin contar los datos y récords que se hayan producido. Como señala David Fernández, “la estadística ayuda a comprender la importancia de lo conseguido desde el punto de vista histórico y a entender por qué es tan complicado conseguir éxitos o estar a punto de lograrlos”.
Cuando se manejan estadísticas es preciso tener en cuenta que su objetivo es aclarar conceptos y explicar y relacionar resultados. Por ello, más que mostrar un cúmulo de datos, se trata de seleccionar aquellos que sean más relevantes (desechando los anecdóticos e insignificantes) y los aporten más a la crónica, porque sean los más adecuados para el objetivo de nuestra información.
Ciertamente, hay deportes donde las estadísticas son más abrumadoras (casos del baloncesto o del béisbol) y otros donde pueden resultar hasta cierto punto prescindibles. A este respecto, el periodista argentino Raúl Fain Binda afirma que “la inmensa mayoría, en particular de medios estadounidenses, son aritmética en prosa: todos los párrafos giran alrededor de un dato estadístico, de un número o una serie de números”.
También en el fútbol, el deporte que ocupa un mayor espacio mediático, la estadística ha ganado su peso en los últimos años. Las crónicas, previas y análisis pospartido se basan en gran medida también en la exposición de datos. Así, durante un encuentro se habla de porcentajes de posesión del balón, tiros a puerta, córners lanzados, número de pases, pérdidas de balón, llegadas al área rival, etc.; y en una previa o en una resaca se utilizan las series históricas o los datos biográficos para comparar y extraer claves.
Un error habitual que se produce en este sentido es pretender explicar que lo que ha pasado durante un encuentro deportivo es consecuencia exclusiva de antecedentes estadísticos. De la misma manera, es una equivocación hacer cálculos de probabilidades en la previa de una competición a partir solo de los enfrentamientos precedentes entre dos contendientes en lugar de combinar los datos para llegar a otro tipo de conclusiones.
Utilizar bien las estadísticas en una crónica deportiva pasa ineludiblemente por explicar y contextualizar bien los datos, por contar todo aquello que sea relevante y que haga aún más comprensibles la información. Así, muchos de los datos que se ofrezcan no tendrán mucho sentido si con ellos no se habla también del tipo de superficie en un partido de tenis (absolutamente determinante, como se ha visto en la pasada final de la copa Davis), del trazado de un circuito en Fórmula Uno, de la incidencia meteorológica en competiciones al aire libre como el atletismo en pista (el viento es determinante para la validez de determinadas marcas en pruebas de velocidad) o del desnivel a lo largo de un recorrido, como en una etapa ciclista o en un maratón. Son factores que contextualizan, definen la dificultad y relativizan los resultados conseguidos.
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