De izda. a dcha., Villalobo, Mascardi y Martínez. |
Juan Mascardi es cronista, guionista y profesor de Periodismo Televisivo y Digital en la Universidad Abierta Interamericana de Rosario (Argentina). Antes de dedicarse a la docencia y a la exploración de narrativas transmedia, contó historias para la radio y realizó colaboraciones en periódicos y revistas de ambos lados del Atlántico, como As, Clarín, La Capital, Infobae, Replicante o Yorokobu. Hincha confeso de Boca Juniors (Maradona lo metió en todo esto), nunca dejó de escribir sobre fútbol y de hacer periodismo hiperlocal, que empezó a practicar de forma prematura a los 14 años en Emisora Colón, la radio de su ciudad. Es autor de "El atleta que renació de los escombros en el atentado a la AMIA", crónica publicada en La Nación y finalista en los Premios de Periodismo SIP 2013.
Roberto Martínez, también argentino, es periodista. Hijo del "Larguirucho" Roberto Martínez, exjugador entre otros del Espanyol y Real Madrid, con el fútbol en casa desde que nació, su incursión en la información deportiva también fue inevitablemente temprana. En 1989 inició su carrera como corresponsal en su país del diario Mundo Deportivo, rotativo donde siguió hasta 2011, ya residiendo en la Ciudad Condal, para hacer el seguimiento de los futbolistas suramericanos de La Liga española. Ha sido productor de Radio La Red y ha colaborado con numerosas publicaciones internacionales, entre ellas El Gráfico. Autor del blog toqueygambeta.com, escribió el libro Barçargentinos, historia de los argentinos del F.C. Barcelona. Desde 2013 forma parte del equipo de columnistas de ESPN.
Marcos Javier Villalobo trabaja en la redacción del diario La Mañana de la ciudad de Córdoba y colabora también en la revista El Gráfico. Es uno de los jóvenes valores con mayor proyección del periodismo deportivo argentino actual. De hecho, en 2013 ganó el primer premio en la categoría de Deporte de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) por su crónica "Viaje al olvido", la historia sobre un volante del fútbol regional cordobés que perdió la memoria jugando un partido y 46 días después la recuperó escuchando una canción, “Paloma Loca” de la Mona Jiménez.
Mascardi, Martínez y Villalobo. Los tres son argentinos, son periodistas deportivos y tienen en común haberse adentrado en esta profesión en buena medida gracias a la lectura de las páginas de El Gráfico desde que eran imberbes. Para ellos, esta revista que está a punto de cumplir 95 años fue inspiradora y constituye en cierto modo la que fue su primera gran escuela de periodismo. Nos hemos puesto en contacto con ellos para no hablar desde lejos ni de oídas y poder extraer con fundamento la visión de lo que históricamente ha representado y sigue siendo El Gráfico para el periodismo en Argentina.
Periodismo iniciático
Roberto Martínez, también argentino, es periodista. Hijo del "Larguirucho" Roberto Martínez, exjugador entre otros del Espanyol y Real Madrid, con el fútbol en casa desde que nació, su incursión en la información deportiva también fue inevitablemente temprana. En 1989 inició su carrera como corresponsal en su país del diario Mundo Deportivo, rotativo donde siguió hasta 2011, ya residiendo en la Ciudad Condal, para hacer el seguimiento de los futbolistas suramericanos de La Liga española. Ha sido productor de Radio La Red y ha colaborado con numerosas publicaciones internacionales, entre ellas El Gráfico. Autor del blog toqueygambeta.com, escribió el libro Barçargentinos, historia de los argentinos del F.C. Barcelona. Desde 2013 forma parte del equipo de columnistas de ESPN.
Marcos Javier Villalobo trabaja en la redacción del diario La Mañana de la ciudad de Córdoba y colabora también en la revista El Gráfico. Es uno de los jóvenes valores con mayor proyección del periodismo deportivo argentino actual. De hecho, en 2013 ganó el primer premio en la categoría de Deporte de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) por su crónica "Viaje al olvido", la historia sobre un volante del fútbol regional cordobés que perdió la memoria jugando un partido y 46 días después la recuperó escuchando una canción, “Paloma Loca” de la Mona Jiménez.
Mascardi, Martínez y Villalobo. Los tres son argentinos, son periodistas deportivos y tienen en común haberse adentrado en esta profesión en buena medida gracias a la lectura de las páginas de El Gráfico desde que eran imberbes. Para ellos, esta revista que está a punto de cumplir 95 años fue inspiradora y constituye en cierto modo la que fue su primera gran escuela de periodismo. Nos hemos puesto en contacto con ellos para no hablar desde lejos ni de oídas y poder extraer con fundamento la visión de lo que históricamente ha representado y sigue siendo El Gráfico para el periodismo en Argentina.
Periodismo iniciático
- ¿Qué representa esta revista centenaria en el desarrollo del periodismo deportivo de su país? ¿Y qué papel desempeñó en su trayectoria profesional?
- J.Mascardi: El Mundial de fútbol de México '86 marcó un punto de inflexión en mi vida. Ese año se despertó una pasión inigualable y me atrapó un sentimiento -tan extraño de definir- hacia una de las personalidades más significativas de nuestra era: Diego Armando Maradona. (...) Entonces en medio de las paperas más felices de mi vida, mi viejo me trajo para que me entretuviera mientras durara la enfermedad el ejemplar de El Gráfico previo al debut de la selección argentina frente a Corea del Sur. En la tapa posaban abrazados "el Diego" y Daniel Passarella con los típicos sombreros de Guadalajara. Y allí descubrí el amor por la lectura (...).
Pero ese fue solo el punto de partida. Desde aquel año analógico a esta era de sobre información digital surgió una necesidad de rastreo hacia el pasado: leer viejos relatos de El Gráfico. Así, recorrí kioscos de reventa, me metí en peluquerías donde había pilas de ejemplares y redescubrí a grandes periodistas de la época como Dante Panzeri.
Soy periodista gracias a las paperas, a Maradona y a El Gráfico. La enfermedad que te agranda las amígdalas hasta dejarte mudo fue el motivo para permanecer encerrado un mes en mi casa mientras se disputaba el Mundial México ’86. Mientras mis amigos cursaban el séptimo grado de la Primaria y escribían sus propias gambetas en el potrero de calle 13 y 50, mi único contacto con la realidad era el Mundial ’86 a través del Philco, la revista El Gráfico que llegaba al pueblo con intermitencias. Dos días antes del debut de la selección Argentina en el campeonato, mi padre –que era también mi médico- me regaló el diagnóstico más feliz de mi vida: “Tenés paperas”. Ello implicaba quedarme en mi casa viendo de punta a punta todos los partidos del torneo donde brilló Maradona, apareció Butragueño, explotó la Dinamarca de Laudrup y se esfumaron las esperanzas de Platini y Zico.
- R. Martínez: Esperar la salida de la revista El Gráfico a los quioscos los lunes a la tarde ha sido una costumbre deliciosa para muchos periodistas de mi generación. Ha habido semanas en las que he contado los días las horas y los días con ansiedad para leerla. No puedo hablar por más gente que por mí, pero diría que a muchos colegas y a muchísima gente les ha pasado algo parecido. La forma de narrar los acontecimientos que ha caracterizado a la revista. La enorme calidad y capacidad de sus periodistas en la escritura. Su edición cuidada. La extraordinaria jerarquía de sus reporteros gráficos... Por su redacción han pasado grandes maestros del oficio. Todo ello ha convertido a El Gráfico en escuela de periodismo.
Los periodistas que hemos tenido la posibilidad de colaborar allí guardamos la experiencia como un tesoro. También lo es su archivo histórico. Otra prueba de la llegada que ha tenido la publicación hasta este tiempo, a pesar de haber tenido que cambiar en los últimos años para adecuarse a nuevos escenarios.
A nivel particular, mi padre, que había querido ser escritor de joven y acabó siendo futbolista profesional, me dijo cuando empezaba en el periodismo que "para mí no sos periodista. Te voy a considerar periodista cuando El Gráfico publique un trabajo tuyo". Cuando regresé a Argentina después de dejar Mundo Deportivo e irme de España, viví el enorme honor de coronar ese sueño suyo, y mío. Publicar trabajos en El Gráfico lo considero como haber hecho un Máster en la profesión. Y mi padre ya me considera periodista, je.
"Publicar trabajos en El Gráfico lo considero como
haber hecho un Máster en la profesión"
(Roberto Martínez)
- M. Villalobo: El deporte argentino en su amplitud ha sido reflejado a lo largo de la historia por El Gráfico. Por ende, es el referente máximo del periodismo que hace deportes en Argentina.
Me crié en lo que en nuestro país se llama “el interior del interior”, en un pueblo de las sierras cordobesas llamado Embalse. Y eran pocos los que tenían “el lujo” de poseer la revista. Era todo un acontecimiento cuando llegaba El Gráfico al pueblo. De niño veía la revista El Gráfico como un tesoro. Esa revista me provocaba muchas ilusiones. Aún tengo ediciones viejas guardadas en mi casa de Embalse; y cuando voy, repaso siempre algunas de esas amarillentas hojas. Y leo textos de Juvenal, un maestro para el periodismo grafico (y futbolero). En El Gráfico escribieron Dante Panzeri, Osvaldo Ardizzone, Daniel Arcucci, Guillermo Blanco, y actualmente mí admirado Eduardo Sacheri. Hay una larga lista de nombres ilustres del periodismo y la escritura que regaló esta revista. Y... fueron formadores, sin duda. Generaron, en sus distintas épocas, formas de ver el deporte y de hablar y escribir sobre deportes.
El periodismo como legado
- El Gráfico cultivó desde sus inicios un tipo de periodismo concebido también como vehículo para la enseñanza. ¿No es esta la mejor contribución que puede hacer un medio de comunicación al desarrollo cultural de un país?
- J.M.: El fútbol y el deporte pueden ser vehículos no solo de enseñanza. Han sido también un medio de manipulación, de distracción o de evasión. Pero la cultura popular expresada en las páginas de la revista han sido también puntos de partida para luego saltar hacia otros autores, otros libros, otras historias. La revalorización de la cultural oral, la emoción que genera una foto, el conocimiento del mundo a través de El Gráfico ha sido una ventana del mundo. Esa tradición es la que vivió durante años y derramó en las urbes y en los más pequeños y remotos poblados de Argentina.
- R.M.: Así es. Totalmente de acuerdo.
- M.V.: Totalmente de acuerdo. Contribuir a la sociedad y a la cultura de un país debería ser una responsabilidad innegociable para el periodismo. Antes nos enseñaban que los medios gráficos eran “educadores” en el buen sentido de la palabra. A propósito de la palabra, El Grafico hacía y hace culto a la palabra bien escrita, bien redactada. Formar, generar un espacio de pensamiento crítico, no sólo el adorno del elogio. Es muy emocionante hablar con alguien que te diga: “Mi viejo aprendió a leer con El Gráfico”. Es una carga de responsabilidad grande y llena de orgullo que ese medio sea argentino y que hable de deportes, cuando sabemos que muchas veces en la historia el periodismo que hace deportes ha sido ninguneado.
"Es muy emocionante hablar con alguien que te diga: “Mi viejo aprendió a leer con El Gráfico”.
Llena de orgullo que ese medio sea argentino
y que hable de deportes" (Marcos J. Villalobo)
Los referentes periodísticos
- ¿Recuerda alguna nota o reportaje, algún autor de El Gráfico que le marcara a usted profesionalmente?
- J.M.: En mi adolescencia el autor era secundario. Las crónicas, las entrevistas, las galerías de fotos eran un sello de la revista. Con el paso del tiempo comencé a ponerle “rostros” a los relatos y ahí aparecieron Juvenal, García Blanco y Daniel Arcucci. Con el tiempo comencé a bucear sobre Panzeri. En el 2013 compré un libro, Dirigentes, decencia y wines, de Matías Bauso, que reúne decenas de textos de Dante Panzeri. Un viaje en el tiempo, un libro clave que fundamenta las bases de uno de los mejores momentos de El Gráfico y que subraya la relevancia de los que significaba trabajar allí. En lo personal, escribiendo una crónica sobre Jeanette Campbell, la primera mujer argentina en participar en Juegos Olímpicos y la primera en conseguir una medalla, encontré la cobertura realizada por la revista y fue muy emotivo. En el perfil que escribí traté de hacer un diálogo de relatos y fue una experiencia muy intensa.
- R.M.: Cada cobertura informativa de las peleas de los boxeadores argentinos por títulos mundiales... Los mundiales de fútbol... A los 16 años, después de que Argentina venció (2-1) a Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México, me quedé despierto hasta las 4.45 AM para esperar que el canillita (asistente del quiosquero de mi barrio) dejara la revista por debajo de la puerta de la casa de mis padres... Recibir la revista me emocionaba.
Aunque también me entristeció recibirla con una portada negra, de duelo, tras el 0-5 de Colombia en el Monumental en 1993 por las eliminatorias de Estados Unidos '94. Partido que había presenciado en directo en el estadio como corresponsal de Mundo Deportivo en Buenos Aires.
Luego, las entrevistas a deportistas emergentes. Es curioso e impactante comprobar su evolución después de haber sido 'descubiertos' por El Gráfico. Hace poco revisaba con placer, y por necesidad, ya que debía realizar un trabajo, la primera entrevista al 'Cholo' Diego Pablo Simeone tras debutar en Vélez Sársfield como jugador profesional. Hoy es uno de los entrenadores más prestigiosos del planeta.
- M.V.: Como decía anteriormente, Juvenal (Julio César Pasquato). El maestro de maestros. Y reitero los apellidos de los que hice referencia antes. A propósito de Juvenal, hay un texto de julio de 1988 que tiene como título “Una polémica tan vieja como el fútbol”. Ese artículo magistralmente escrito repasa la historia del deporte y del periodismo que hace deporte, es actual para ese momento (1988, dos años después del Mundial de México) y es tranquilamente adaptable a la actualidad. El Gráfico tiene muchos textos históricos, pero para mi visión del fútbol este artículo de Juvenal, de cuando yo tenía ocho años, es como mi “manual de procedimiento”.
El periodismo y la construcción del ideario colectivo
- Eduardo Archetti escribió que esta revista fue el medio de comunicación más influyente en la historia de Argentina en el siglo XX porque contribuyó a la forja de la identidad nacional y sus valores ligados al deporte, y a la creación del imaginario del fútbol argentino ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
- J.M.: Sí, totalmente. Si bien conozco más en profundidad la etapa de la revista en donde fui contemporáneo, El Gráfico fue el sello, la corroboración de una mirada, el espacio donde el desarrollo del deporte argentino se veía reflejado. Y eso hace a la identidad nacional.
"El Gráfico fue el sello, la corroboración de una mirada, el espacio donde el desarrollo del deporte argentino se veía reflejado" (Juan Mascardi)
- R.M.: Sí, señor.
- M.V.: No tengo dudas. El gran Alfredo Di Stéfano supo decir: “Para cualquier jugador del fútbol argentino sólo existen tres sueños: 1) jugar en la primera de su equipo, 2) salir en la tapa de El Gráfico y 3) jugar en la selección nacional”.
Desde hace un año tengo el privilegio de colaborar para la revista y mi segunda nota fue una entrevista a Oscar Dertycia, tremendo goleador que brilló en Instituto, Argentinos Juniors, Fiorentina, Tenerife, entre otros, y me reclamó que una de las espinas de su carrera fue no haber sido tapa de El Gráfico. Una descripción de lo que significó para el fútbol esta revista.
Periodismo deportivo de calidad y otros periodismos
- El Gráfico, fiel a su tradición periodística, sobresale por su vocación de corrección idiomática y por un estilo muy cuidado. ¿Es acaso una excepción en la prensa deportiva argentina, a diferencia de otros periodismos más populares como Olé, por ejemplo?
- J.M.: Para quienes nos apasiona el periodismo narrativo El Gráfico funciona como un espejo. Desde hace algunos años comencé a escribir crónicas y perfiles, muchas de ellas vinculadas con el deporte, y de alguna manera es un homenaje íntimo a esa escuela rodante de buenas plumas y relatos que nos hacían viajar en tiempo y espacio. No creo que sea una excepción, sino que con la llegada de la TV por cable, aparecieron otros formatos con estilos diferentes. Vale decir que el mismo Gráfico fue mutando con mayor vértigo sobre fines de los ‘80 y comienzos de los ’90. Lo primero que tenemos que hacer es desterrar algunas verdades absolutas que llegaron en los ‘90 para quedarse, que la gente no lee o lee menos, o la televisión “es show y morbo”, o que la gente no entiende, o que se lee el diario como haciendo zapping. El Gráfico creo que también sintió ese cimbronazo y diarios como Olé aprovecharon la oportunidad con otra propuesta.
Hoy en día creo podemos poner en duda esas verdades absolutas poniendo el valor agregado en recuperar lo mejor de otros tiempos, revalorizando la crónica son sus sellos: la mirada de autor, el dominio de cierta narrativa, procurando generar placer estético a la hora de contar.
- R.M.: Ese estilo distinguió siempre a la revista El Gráfico. El Diario Olé no existe al lado de El Gráfico porque privilegia la llegada masiva a la calidad de la publicación. Se hojea y el papel generalmente se usa después para prender el fuego del asado. No hay temor a perder algo. Olé hace mucho tiempo que utiliza becarios y mano de obra barata para ahorar costos, además de no reparar en el lenguaje y en la edición. El Gráfico lo hacían maestros del periodismo. A los mayores responsables de Olé en la actualidad no les importa caer en la chabacanería. Deberían editarlo día a día algunos de los excelentes columnistas que tienen, como Walter Vargas por ejemplo. Un gran periodista y mejor persona.
Yo no me como el caramelo de que lo barriobajero es cool. La grosería es lo que es. Duele porque hay gente muy capaz en Olé, pero el poder se lo han otorgado a un ultra que envuelve la crítica en la vulgaridad y la pasión sin filtro. No hay ningún mérito en el partidismo y en el desenfreno. Eso se debería dejar para la revista oficial de un club, no para un medio masivo de comunicación. El Gráfico nunca se permitió y jamás se permitiría prácticas como las de Olé, que además, por intereses creados, mide con rasero diferente las actualidades de Boca y River. Por poner un ejemplo. El Gráfico no traiciona, ni se traiciona. Hoy también es un placer leerlo porque los periodistas que lo hacen no buscan un protagonismo personal, sino que otorgan todo el tiempo y el espacio a los entrevistados. Así, aunque las plumas no sean las de la época de oro, la revista le sigue haciendo honor a su historia.
- M.V.: No me gustaría hablar de otros medios, y más en un momento como el actual donde existen muchas susceptibilidades. Prefiero optar por decir que en la actualidad El Gráfico sigue siendo cuidadoso y puntilloso en cuanto al cuidado de las palabras, y su sintaxis; además de su rigurosidad periodística.
También vale destacar la grata aparición de la revista Don Julio. Surgió el año pasado y en sus notas se aprecia ese respeto por la palabra y su calidad en las historias. Y sin lugar a dudas, las columnas de Ezequiel Fernández Moores y Fernando Pacini en el suplemento CanchaLlena, del diario La Nación, son impecables.
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