El periodismo deportivo en España y en la mayoría de los países iberoamericanos es casi sinónimo de ‘periodismo futbolístico’. La preeminencia del fútbol en los espacios informativos invisibiliza a casi el resto de modalidades, que, salvo contadas excepciones, quedan relegadas a la mínima expresión en las páginas de los periódicos de papel e internet, así como en la programación radiofónica y televisiva.
Lo cierto es que los medios de comunicación especializados dedican al deporte rey aproximadamente tres cuartas partes de su tiempo, mientras que las demás disciplinas tienen por lo general un mayor tratamiento en medios impresos de información general, especialmente en el caso de grandes eventos como los Juegos Olímpicos o los Mundiales de Atletismo, o en los de carácter local y regional, donde se les otorga una mayor notoriedad a los logros de deportistas y equipos de la tierra, sea cuales fueren sus especialidades.
La jerarquía de la información futbolística alcanzada en los espacios deportivos es tan evidente que solo es puesta en entredicho temporalmente cuando se produce la aparición esporádica de grandes figuras nacionales en otras modalidades, como ocurre en España con el tenista Rafael Nadal, el piloto de Fórmula Uno Fernando Alonso, el jugador de baloncesto de la NBA Pau Gasol o el ciclista Alberto Contador. Estos deportistas se convierten en ídolos y son capaces de movilizar y animar al público a buscar información y demandar opinión o análisis de una materia no balompédica.
Este predominio es tan flagrante que frecuentemente se produce una traslación de términos futbolísticos –los más conocidos, utilizados y, por tanto, comprensibles para el lector más habitual de este tipo de prensa- a las páginas de otras modalidades deportivas, con el fin de explicar sus reglas y conceptos. Ya sea mediante metáforas o símiles más o menos conseguidos, este tipo de periodismo hace uso de la popularidad del lenguaje futbolístico para hacerlo extensible al resto de ámbitos del deporte.
La ‘futbolización’ de la información deportiva, sin embargo, no depende tanto de criterios noticiosos como de otros puramente mercantilistas, ya que el fútbol y todo lo que lo rodea es espectáculo. Es, por tanto, la base real del negocio periodístico, especialmente en televisión, donde las retransmisiones deportivas se han convertido en los espacios más codiciados por las cadenas españolas para hacerse con sus derechos de emisión y así incrementar su cuenta de resultados a base de publicidad.
El periodismo deportivo, por su carácter universal y enorme proyección a todas las capas de la sociedad, ha de desempeñar en este sentido un papel más comprometido con los ciudadanos en el fomento y la enseñanza de las actividades y competiciones deportivas en sus más diversas manifestaciones, desde las disciplinas con un mayor número de seguidores y licencias federativas dentro del deporte profesional hasta otras de carácter más minoritario.
De esta forma, los medios deportivos contribuirán a formar más y mejor al público, y hacerlo partícipe de aquellos éxitos alcanzados por conciudadanos que a veces son injustamente valorados y rápidamente olvidados.
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