Filólogos como Fernando Lázaro Carreter (El dardo en la palabra, de 1997, y El nuevo dardo en la palabra, 2003), que a lo largo de su obra se dedicó especialmente al estudio del uso del lenguaje en los medios de comunicación, centran sus críticas en la información deportiva porque, a su juicio, esta incurre habitualmente en errores gramaticales o porque adolece de un repertorio léxico poco extenso y variado.
Aunque no se trata ni mucho menos de una debilidad lingüística propia y exclusiva de este tipo de periodismo sino que habría que extenderla a otras áreas informativas, desde el ámbito académico señalan que los profesionales que trabajan en esta área de especialización adoptan con mayor asiduidad que otros determinados usos que se apartan peligrosamente de lo considerado como idiomáticamente correcto y, por consiguiente, requieren de una mayor vigilancia para corregir errores comunes.
Uno de los aspectos directamente relacionados con la pobreza del léxico empleado en el periodismo deportivo son las frases gastadas y expresiones tópicas que, de manera recurrente, pueblan crónicas y noticias para expresar situaciones y estados de ánimo de jugadores y equipos antes, durante y después de los partidos.
Una vez más, los analistas de la resaca deportiva del fin de semana apuntan que hay liga (y la seguirá habiendo pase lo que pase) porque el Real Madrid le ha recortado en la tabla de posiciones del campeonato español dos puntos al F.C. Barcelona; o que tal o cual equipo tiene opciones matemáticas (los números salen, efectivamente) de mantener la categoría o de clasificarse para competiciones europeas cuando todavía queda un mundo de campeonato por disputarse.
Estas fórmulas poco innovadoras depauperan el mensaje y son prescindibles porque alargan innecesariamente el texto, no aportan datos ni información y abundan en los aspectos más triviales y menos sustanciales de la información. Así lo recalcan diversas obras elaboradas por medios de comunicación con el propósito de mejorar la calidad de sus informaciones deportivas, tales como El idioma español en el deporte. Guía práctica (1992), de la agencia EFE, o el Libro de Estilo de Canal Sur y Canal 2 Andalucía (2004) en su apartado referido a la sección de Deportes.
Otros tópicos son: jarro de agua fría, la flor y nata de..., la Liga en un pañuelo (o en un puño), la manita, las espadas siguen en todo lo alto, la suerte va por barrios, limar segundos, lleno a rebosar (o lleno hasta la bandera), llevar la batuta del equipo, llevarse el gato al agua, marcaje férreo, no hay rival pequeño, no hay quinto malo, no hay más cera que la que arde, olfato de gol, partido a cara o cruz, partido al rojo vivo, partido del siglo, paso de gigante, perita en dulce, poner toda la carne en el asador, pólvora mojada, primeros compases, punto fatídico, rematar a placer, reverdecer viejos laureles, robar la cartera al defensor, tirar del carro, tirar la toalla y victoria sin paliativos.
Con expresiones tan manidas como estas, el periodismo deportivo se banaliza y se aleja de su propósito original de sorprender, cautivar y entretener al público. Simplemente, pierde precisión y calidad.
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