miércoles, 6 de abril de 2011

La estandarización de los extranjerismos deportivos. El caso particular de la terminología del golf

El lenguaje periodístico deportivo ha entrado a formar parte de la lengua común al universalizarse el uso de sus palabras y expresiones entre los ciudadanos. No obstante, esta socialización de los términos deportivos varía en función de la popularidad que haya alcanzado una disciplina determinada.

De manera especial en el fútbol, pero también el baloncesto, el ciclismo, el tenis y -en los últimos tiempos- el motociclismo o el automovilismo (Fórmula Uno), el léxico empleado es más fácilmente comprensible para todos los tipos de público porque son modalidades a los que los medios dedican una atención preferente y de las que se ha divulgado su terminología, originalmente de índole técnica y en la mayor parte de los casos de procedencia extranjera.

Sin embargo, la terminología de esas otras modalidades más minoritarias que todavía no copan grandes espacios en la agenda periodística, sigue teniendo un carácter más críptico, de forma que determinados vocablos y expresiones a menudo requieren de una traducción o explicación añadida (entre paréntesis si es preciso) por parte de los periodistas para hacerlos efectivamente entendibles.

A caballo entre lo mayoritario y lo técnico se encuentra la terminología del golf, que todavía permanece alejada del gran público pese a tratarse de un deporte que ha ganado en popularidad de manera ostensible en los últimas décadas gracias a los éxitos internacionales de figuras como Severiano Ballesteros, Txema Olazabal o Sergio García en el caso de España.

Ciertamente, el carácter técnico del léxico golfístico es en gran medida consecuencia del caudal de voces extranjeras que componen el reglamento de esta disciplina. A pesar de que desde las instituciones académicas se han producido intentos por hispanizar su vocabulario (han surgido los verbos chipear, dropear y patear; y se han castellanizado las formas búnker, hándicap, albatros o cadi), los medios de comunicación siguen decantándose por el uso de las grafías originales en inglés, al tratarse de términos cuyo uso está justificado porque no desplazan a otros en nuestra lengua y definen un concepto nuevo (green, tee, swing, putt o drive).

Además, otro factor decisivo que determina que los medios se decanten por el uso de la voz inglesa original en lugar de hallar o forzar una correspondencia en castellano es la economía del lenguaje. Términos como bogey, birdie o eagle definen con exactitud un concepto que en español no tienen una traducción clara (uno sobre par, uno bajo par y dos sobre par, respectivamente) o requeriría de más de una palabra e incluso una oración para definir completamente su significado (match play es la fórmula de juego que consiste en jugar por el mayor número de hoyos ganados; y medal play o stroke play es la modalidad en la que se juega a hacer el menor número de golpes a lo largo de un recorrido).

Así, nos encontramos, por ejemplo, con que approach se traduce por golpe de aproximación; backspin es un golpe con efecto de retroceso; followthrough equivale a la parte del movimiento que acompaña a la bola después de haberla golpeado; slice se puede definir como un golpe con efecto de izquierda a derecha; pro-am es la competición en la que toman parte golfistas; fourballs constituye la modalidad de competición en la que se enfrentan dos jugadores contra dos, jugando cada golfista su bola y puntuando en cada hoyo el mejor resultado individual de cada equipo; o foursomes, una modalidad en la que cada equipo está formado por dos jugadores que utilizan la misma bola, que deben golpear de manera alternativa.

También en este caso, a pesar de la extranjerización dominante del lenguaje, la especialización periodística no ha de estar nunca reñida con la divulgación. Sea mediante voces españolas o con palabras en inglés y sus pertinentes explicaciones, los informadores deportivos deberán procurar que el mensaje sea siempre claro y comprensible para todos.

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