jueves, 28 de julio de 2011

Jean-François Diana: "El periodista de deportes ha de hablar de algo más que resultados y esforzarse por contextualizar los acontecimientos"


Jean-François Diana es profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Humanas y Arte de la Universidad Paul Verlaine de Metz (Francia). Es uno de los más consumados especialistas de este país en el estudio del deporte y sus diferentes representaciones (análisis de los dispositivos en los medios de comunicación, producción e impacto en la opinión pública). Periodismodeportivodecalidad ha tenido la oportunidad de conversar con él para analizar su visión del panorama mediático deportivo actual.

- En sus libros y artículos usted normalmente prefiere hablar de 'periodismo del deporte' a hacerlo sobre 'periodismo deportivo'. ¿Por qué?

- En primer lugar, esta expresión no es mía. Procede de Jacques Marchand, uno de los directores históricos del diario L'Equipe. Esta denominación tiene varias ventajas. En primer lugar, cataloga el deporte como un área periodística en sí misma, con el mismo título y el mismo rango que la política, la sociedad, la economía o la cultura. Implica que esta especialidad sea considerada de manera integral. Para informar sobre deporte, es necesario ponerse en contacto con la sociedad en su totalidad. Un buen periodista de deportes no debe encerrarse en una superespecialización. Hoy en día, uno puede, por ejemplo, toparse con profesionales que cubren un solo equipo (el Barça, Real, etc). Esta es una tendencia de nuestro tiempo. Para mí, es incompatible con el tratamiento que requiere la información. Yo aplico esta idea a mis investigaciones y a mis clases. Pido a mis estudiantes que quieran dedicarse al deporte que busquen lo mejor de otras secciones y sean exigentes en la manera de escribir como puede serlo un crítico literario.
Por otra parte, hay que recordar que los grandes periodistas del deporte en Francia, como Antoine Blondin o Jacques Parienté, fueron personas cultas. Por último, es una manera de tomarse el deporte en serio y de tener en cuenta tanto lo que se consume como la especialización crítica. Sin embargo, a veces el fenómeno deportivo puede conducir a excesos. Y es que no por comer mucho uno se convierte en un gran cocinero; ni por el hecho ver una gran cantidad de deporte en la televisión uno llega a ser un especialista. Tratar el deporte es conocer su cultura, su historia y sus desafíos.

- La prensa deportiva es la más demandada y seguida por los ciudadanos, especialmente los más jóvenes. ¿Acaso este hecho comporta una responsabilidad especial para el periodista deportivo cuando se dirige al gran público?

- La responsabilidad del periodista deportivo es equivalente a la del periodista que hace política u otra cosa. No hay información si no existe ningún tratamiento subjetivo. Un artículo es, ante todo, un punto de vista que se reivindica y se acompaña de comentarios personales. Aunque la información no esté confirmada, debe mostrar todos hechos ignorados por el público bajo la apariencia de las cosas. En esto es en lo que consiste la comunicación. Una de las cualidades del periodista es ser valiente y audaz. Inevitablemente, el público debe estar preparado para ser desestabilizado y permanecer abierto a nuevas ideas, lo que implica necesariamente que tiene la capacidad de reaccionar y analizar.
Se trata de una de las dificultades del periodista que hace deporte, que se dirige principalmente a personas apasionadas y abrumadas por torrentes de información. En mi opinión, la función del periodista que hace deporte consiste en interesarse en los intersticios (hablar de algo que no sean los meros resultados, por ejemplo) y esforzarse por contextualizar los acontecimientos deportivos.

- Entre las diferentes disciplinas, el fútbol es la más popular, también en Francia. ¿En qué sentido la 'futbolización' de la información deportiva repercute en la forma de transmitir valores al público a diferencia de otras modalidades, colectivas o individuales?

- En primer lugar, ciertamente podemos constatar que existe una deportivización de la sociedad y, a menudo, esta deportivización se reduce a solo al fenómeno del fútbol. A modo de ejemplo, el Mundial de 1998 en Francia alcanzó una cifra insólita de 37.000 millones de espectadores de audiencia;o los informativos de la televisión francesa dedicaron 503 espacios al Mundial de 2006, en detrimento de otros temas como salud, internacional, educación, medio ambiente y sociedad. Además, las tarifas publicitarias calculadas sobre la base de "las audiencias, la franja horaria y el día de difusión", durante la final entre Francia e Italia (el anuncio de 30 segundos fue 287.500 euros) reflejan que hay mucho en juego cuando se trata de obtener los derechos exclusivos de emisión.
La cobertura de los medios de comunicación a lo largo de la historia de los Mundiales de fútbol muestra con claridad una evolución gradual de un discurso descriptivo (comentarios entusiastas para promover y explicar el evento en sí) a un discurso reflexivo (transformación del acontecimiento en un espectáculo interpretado por los medios de televisión). Lo que hoy en día ha ganado en visibilidad (retransmisión de todos los partidos, programas específicos) parece plantear un problema de legibilidad. Según Daniel Dayan y Katz Elihu, "se trata de compensar al público por lo que este pierde por no asistir en directo a la competición". En 1954, la creación de la Eurovisión permitió seguir ocho partidos del Mundial de Suecia, que se difundieron a ocho países y mostraron la celebración de la victoria de la realista Alemania sobre la sorprendente Hungría. En 2006, el reto es otro. Los medios se ocuparon, más que de representar una disciplina (que es el único anclaje realista), de proporcionar la mejor imagen: la de las instituciones influyentes (FIFA, el comité organizador encabezado por la vieja gloria Franz Beckenbauer), la de un país (Alemania, su política deportiva, su capacidad y la cultura), y finalmente la de los anunciantes, que ya tenían asegurado el alto impacto comercial y simbólico antes del inicio de la competición. En consecuencia, queda poco espacio para otras disciplinas, excepto en momentos concretos (Juegos Olímpicos, Mundial de rugby, Tour de Francia, etc).
El fútbol es un prisma social, con demasiada presencia diría yo. Hace algunos años recuerdo que un periódico español hizo una campaña publicidad irónica que mostraba las fases de un partido de fútbol mientras se hablaba de otras disciplinas, con el lema 'Nosotros solo hablamos de fútbol'. Finalmente, no hay que olvidar el tratamiento periodístico del fútbol tiende a transformar en una disciplina individual un deporte que se practica en equipo.

- El deporte, y el periodismo deportivo, también contribuyen de manera clave en la integración social y la educación entre culturas. ¿Piensa que los medios y los profesionales en ocasiones se olvidan de esto cuando otorgan espacios preferentes a informaciones sobre incidentes violentos u optan por tratamientos polémicos o sensacionalistas de las noticias?

- Es algo incuestionable que el deporte está integrado en la sociedad, aunque de una manera especial. El fenómeno deportivo lleva al extermo todo lo que la sociedad transmite de positivo y negativo: alegrías, desgracias, conflictos o fracasos. Sin embargo, cabe señalar que el deporte se nutre de un campo donde la controversia y la espectacularización de la polémica son constantes, al igual que ocurre en algunos aspectos de la política. Esto se traduce en un uso desmedido del lenguaje que dista mucho de ser un discurso racional y que encarnan los diferentes tipos de personas que toman la palabra, como los animadores o los periodistas. Por ejemplo, ha cobrado más relevancia el papel que desempeñan los asesores y los ex deportistas, que están legitimados por lo que podría denominarse la dictadura de la "verdad sobre el terreno". Simplemente, se limitan a hablar del deporte desde dentro impidiendo la posibilidad de verlo desde una óptica más alejada.
Como se suele decir en el rugby, se puede llegar lejos en la lucha siempre y cuando se respeten las normas. Debemos reconocer que a menudo estas reglas no son del todo conocidas, lo que hace que cada uno mire al deporte según sus propios intereses. Esto causa malentendidos y conflictos. Así a uno le puede sorprender, por ejemplo, que los propios futbolistas profesionales no conozcan bien las reglas de juego, y no me refiero a la historia ni a la cultura de la profesión. Desafortunadamente, esto también sucede con los numerosos periodistas que llegan a los medios.

Entrevista original en francés

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