La radio, pese a comportarse como un observatorio perfecto para conocer hacia dónde se encaminan el idioma y el periodismo, sigue siendo el medio de comunicación que menos literatura ha generado hasta la fecha. Además, el lenguaje de las retransmisiones deportivas constituye uno de los campos que aún están por explorar desde el ámbito académico, aun tratándose de una tipología de programas de alto impacto social y de un tipo de periodismo con capacidad de influencia en las formas de hacer y decir de los ciudadanos. La proyección del deporte y su poder como transmisor de valores a través de los medios de comunicación son a día de hoy un hecho incuestionable.
Sobre todo ello versa Las retransmisiones deportivas radiofónicas. Estudio de la locución y análisis de sus recursos sintácticos, gramaticales, léxico-semánticos y estilísticos dentro del contexto sociocultural español, tesis doctoral leída por Francisco Javier Herrero el pasado mes de septiembre en la Universidad de Salamanca y que constituye uno de los últimos trabajos de investigación sobre Comunicación y Deporte defendido en las universidades españolas.
Esta tesis, que acaba de ser publicada por la Sociedad Latina de Comunicación Social dentro de la colección Cuadernos Artesanos de Comunicación, es una aproximación al estudio de las retransmisiones deportivas radiofónicas desde un triple prisma: el puramente lingüístico, el de la locución y el plano contextual. Así, además del estudio sobre uso del idioma, el autor analiza los elementos sonoros que están más presentes en el discurso de la radio además de la palabra (sonido ambiente, silencios y pausas); y los aspectos formales de la narración, como número de voces, velocidad de dicción, ritmo, estados emocionales, tono, timbre e intensidad, diferencias tonales y enfatización de términos o pronunciación. Igualmente, explica el rol que desempeñan estas retransmisiones radiofónicas en el ámbito sociocultural español al ser los espacios y contenidos deportivos los más seguidos por los ciudadanos.
Tras hacer un repaso por la historia de la radiofusión española, tanto generalista como deportiva, y sus figuras más relevantes, detalla los modelos de programación, formatos y contenidos existentes en las principales cadenas. En este sentido, se refiere al directo como "la esencia" de la radio deportiva y se detiene en las características de los programas contenedores de fines de semana con conexiones multiplex o carrusel, cuyos rasgos más definitorios son el ritmo y el vigor narrativo, el estilo pasional y la posición de relativa neutralidad del locutor en la retransmisión, y la total imbricación entre información y publicidad al tratarse de formatos muy comerciales.
Desde un plano lingüístico, Herrero se detiene en el tipo de construcciones sintácticas y léxicas más habituales, así como en los errores en los que los periodistas deportivos de radio incurren con mayor asiduidad. Para ello analiza una muestra de 120 fragmentos extraídos de cinco programas de sendas emisoras entre septiembre de 2009 y agosto de 2012, que suman algo más de 155 minutos y casi 30.000 términos. Entre los resultados más destacados, este tipo de periodismo se decanta claramente por las oraciones personales (87%) antes que las impersonales, las simples (85%) antes que las compuestas, y prevalecen las enunciativas (81%) y exclamativas (15%) a lo largo de la narración. Igualmente, los nombres propios (14%), sustantivos (15%) y los verbos (11%) son los tipos de palabras empleadas con mayor frecuencia.
Otras características del lenguaje deportivo radiofónico que subraya el autor son su accesibilidad pese al tecnicismo, la tendencia a la homogeneización de los vocablos empleados y la aparición habitual de tópicos, neologismos, extranjerismos, préstamos y palabras provenientes de otros campos semánticos. En su opinión, "hay errores comunes que no pasan inadvertidos por los oyentes" y se plantea si, en términos globales, "el uso de la lengua castellana en este tipo de género es pobre en los diferentes recursos lingüísticos y, por tanto, se puede mejorar".
Entre esos aspectos mejorables se situarían los tópicos o clichés que aparecen en este tipo de programas y que versan sobre los deportes que suelen ocupar la casi totalidad de los minutos (fútbol y luego baloncesto, ciclismo, motor o tenis). Esta tesis recoge una interesante lista de frases hechas con sus respectivos significados, entre las que se encuentran: a aro pasado, a la tercera va la vencida, apretar los dientes, arañar segundos, balón dividido, cambio de orientación, cerrar el partido, chicharro, dejar un recado (falta), empanada (un equipo es superado con claridad por el oponente), estar con el gatillo o con la caña preparada, desequilibrar el marcador, gol de la honra, jugar a medio gas, la pelota queda muerta, labores defensivas, meterse en un charco (complicarse la vida en la competición), pachanga, partido de la jornada, pasarlas canutas, pelotazo y tentetieso (desplazamiento del balón en largo), primer acto, sacar petróleo, sacarse la espina, sentenciar el partido, salvar los muebles, salir a por uvas, tener un guante en el pie o victoria muy trabajada.
También esta obra pone de manifiesto la capacidad del periodismo deportivo para innovar y crear constantemente palabras, significados y construcciones nuevas. Entre los neologismos de forma, la mayoría de los cuales sigue sin figurar en el diccionario, se destacan achique, aclarado (baloncesto), alargue, banco (banquillo), banderín, cantera, caracolear, carril - carrilero, chilena, cruceta, (línea) divisoria, línea medular, parón (liguero), rechace (en el DRAE solo existe rechazo) o resultadista. Muchas de esas nuevas palabras son coloquialismos como burra (ciclismo), chapa (basket) o mojar (marcar) y, en otros casos, se trata de voces que adquieren nuevas acepciones a partir de reglamentos de juego o de metáforas que, con el paso del tiempo, acaban instalándose en la lengua común.
Así, entre otros neologismos de sentido, aparecen: bandeja (baloncesto), aguantar (el balón), construir (una jugada), cuero (balón), pintura (zona en baloncesto), dormirse (despistarse), leer ('cuando un jugador adivina la intención de su rival durante una determinada acción'), enganche (entre defensa y medio campo o entre este y delantera), dibujo (planteamiento táctico de un equipo), manejar (conducir el balón), maquillar el resultado, pedrada (mal golpeo del balón o lanzamiento con mucha potencia), pegar (golpear la pelota), perfilar ("verbo que sirve para indicar que un jugador se está situando de tal manera que favorezca su disparo o acción de ataque"), picar (la pelota), poner (centrar) o recular (replegarse).
En la muestra que sirve de base para este estudio, Herrero indica que los extranjerismos y préstamos que toman los periodistas deportivos radiofónicos de otras lenguas no son cuantiosos en términos porcentuales y que, en su gran mayoría, proceden del inglés (78%, francés (9%), italiano (9%) y portugués (4%), que son precisamente los idiomas más presentes en esas mismas modalidades que copan la atención en esta tipología programática.
Entre otros errores habituales, el autor también se refiere aquellos que tienen que ver con una deficiente pronunciación, la omisión de artículos y preposiciones, el uso de palabras de dudoso significado (redebutar), el acortamiento o fusión de palabras de forma incorrecta (pa abajo, en vez de para abajo), frases mal construidas o con un dudoso sentido semántico, empleos verbales equivocados, impropiedades léxicas o vulgarismos (expresiones malsonantes).
Pese a que estos hábitos lingüísticos se apartan de lo considerado como correcto desde un punto de vista gramatical, sintáctico o léxico, la tesis concluye que los errores "no son numerosos" y que, "a partir de resultados obtenidos, no se puede afirmar que las retransmisiones deportivas radiofónicas compongan un género pobre en recursos lingüísticos, más bien todo lo contrario". Avala, además, las conclusiones del VII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla en 2012, que incidieron en los aspectos más positivos del idioma del deporte ("este aporta más de lo que destruye").
Finalmente, esta investigación deja planteado un interesante debate, que es consustancial a la naturaleza del lenguaje deportivo y al interés creciente que ha despertado en instituciones académicas, sobre la idoneidad de que las mejoras idiomáticas en este ámbito periodístico se acometan y, sobre todo, que lo hagan teniendo en cuenta el público al que se dirige. Tal como afirma Herrero, "parece que existe un punto de equilibrio entre el lenguaje deportivo transmitido por el emisor y el reclamado por el receptor" y, a su juicio, "cualquier tipo de mejora o de cambio se debería introducir de forma paulatina, sin que afectara a la actual estructura léxica, sintáctica, gramatical, semántica y estilística que se emplea".
Esta tesis, que acaba de ser publicada por la Sociedad Latina de Comunicación Social dentro de la colección Cuadernos Artesanos de Comunicación, es una aproximación al estudio de las retransmisiones deportivas radiofónicas desde un triple prisma: el puramente lingüístico, el de la locución y el plano contextual. Así, además del estudio sobre uso del idioma, el autor analiza los elementos sonoros que están más presentes en el discurso de la radio además de la palabra (sonido ambiente, silencios y pausas); y los aspectos formales de la narración, como número de voces, velocidad de dicción, ritmo, estados emocionales, tono, timbre e intensidad, diferencias tonales y enfatización de términos o pronunciación. Igualmente, explica el rol que desempeñan estas retransmisiones radiofónicas en el ámbito sociocultural español al ser los espacios y contenidos deportivos los más seguidos por los ciudadanos.
Tras hacer un repaso por la historia de la radiofusión española, tanto generalista como deportiva, y sus figuras más relevantes, detalla los modelos de programación, formatos y contenidos existentes en las principales cadenas. En este sentido, se refiere al directo como "la esencia" de la radio deportiva y se detiene en las características de los programas contenedores de fines de semana con conexiones multiplex o carrusel, cuyos rasgos más definitorios son el ritmo y el vigor narrativo, el estilo pasional y la posición de relativa neutralidad del locutor en la retransmisión, y la total imbricación entre información y publicidad al tratarse de formatos muy comerciales.
Desde un plano lingüístico, Herrero se detiene en el tipo de construcciones sintácticas y léxicas más habituales, así como en los errores en los que los periodistas deportivos de radio incurren con mayor asiduidad. Para ello analiza una muestra de 120 fragmentos extraídos de cinco programas de sendas emisoras entre septiembre de 2009 y agosto de 2012, que suman algo más de 155 minutos y casi 30.000 términos. Entre los resultados más destacados, este tipo de periodismo se decanta claramente por las oraciones personales (87%) antes que las impersonales, las simples (85%) antes que las compuestas, y prevalecen las enunciativas (81%) y exclamativas (15%) a lo largo de la narración. Igualmente, los nombres propios (14%), sustantivos (15%) y los verbos (11%) son los tipos de palabras empleadas con mayor frecuencia.
Otras características del lenguaje deportivo radiofónico que subraya el autor son su accesibilidad pese al tecnicismo, la tendencia a la homogeneización de los vocablos empleados y la aparición habitual de tópicos, neologismos, extranjerismos, préstamos y palabras provenientes de otros campos semánticos. En su opinión, "hay errores comunes que no pasan inadvertidos por los oyentes" y se plantea si, en términos globales, "el uso de la lengua castellana en este tipo de género es pobre en los diferentes recursos lingüísticos y, por tanto, se puede mejorar".
Entre esos aspectos mejorables se situarían los tópicos o clichés que aparecen en este tipo de programas y que versan sobre los deportes que suelen ocupar la casi totalidad de los minutos (fútbol y luego baloncesto, ciclismo, motor o tenis). Esta tesis recoge una interesante lista de frases hechas con sus respectivos significados, entre las que se encuentran: a aro pasado, a la tercera va la vencida, apretar los dientes, arañar segundos, balón dividido, cambio de orientación, cerrar el partido, chicharro, dejar un recado (falta), empanada (un equipo es superado con claridad por el oponente), estar con el gatillo o con la caña preparada, desequilibrar el marcador, gol de la honra, jugar a medio gas, la pelota queda muerta, labores defensivas, meterse en un charco (complicarse la vida en la competición), pachanga, partido de la jornada, pasarlas canutas, pelotazo y tentetieso (desplazamiento del balón en largo), primer acto, sacar petróleo, sacarse la espina, sentenciar el partido, salvar los muebles, salir a por uvas, tener un guante en el pie o victoria muy trabajada.
También esta obra pone de manifiesto la capacidad del periodismo deportivo para innovar y crear constantemente palabras, significados y construcciones nuevas. Entre los neologismos de forma, la mayoría de los cuales sigue sin figurar en el diccionario, se destacan achique, aclarado (baloncesto), alargue, banco (banquillo), banderín, cantera, caracolear, carril - carrilero, chilena, cruceta, (línea) divisoria, línea medular, parón (liguero), rechace (en el DRAE solo existe rechazo) o resultadista. Muchas de esas nuevas palabras son coloquialismos como burra (ciclismo), chapa (basket) o mojar (marcar) y, en otros casos, se trata de voces que adquieren nuevas acepciones a partir de reglamentos de juego o de metáforas que, con el paso del tiempo, acaban instalándose en la lengua común.
Así, entre otros neologismos de sentido, aparecen: bandeja (baloncesto), aguantar (el balón), construir (una jugada), cuero (balón), pintura (zona en baloncesto), dormirse (despistarse), leer ('cuando un jugador adivina la intención de su rival durante una determinada acción'), enganche (entre defensa y medio campo o entre este y delantera), dibujo (planteamiento táctico de un equipo), manejar (conducir el balón), maquillar el resultado, pedrada (mal golpeo del balón o lanzamiento con mucha potencia), pegar (golpear la pelota), perfilar ("verbo que sirve para indicar que un jugador se está situando de tal manera que favorezca su disparo o acción de ataque"), picar (la pelota), poner (centrar) o recular (replegarse).
En la muestra que sirve de base para este estudio, Herrero indica que los extranjerismos y préstamos que toman los periodistas deportivos radiofónicos de otras lenguas no son cuantiosos en términos porcentuales y que, en su gran mayoría, proceden del inglés (78%, francés (9%), italiano (9%) y portugués (4%), que son precisamente los idiomas más presentes en esas mismas modalidades que copan la atención en esta tipología programática.
Entre otros errores habituales, el autor también se refiere aquellos que tienen que ver con una deficiente pronunciación, la omisión de artículos y preposiciones, el uso de palabras de dudoso significado (redebutar), el acortamiento o fusión de palabras de forma incorrecta (pa abajo, en vez de para abajo), frases mal construidas o con un dudoso sentido semántico, empleos verbales equivocados, impropiedades léxicas o vulgarismos (expresiones malsonantes).
Pese a que estos hábitos lingüísticos se apartan de lo considerado como correcto desde un punto de vista gramatical, sintáctico o léxico, la tesis concluye que los errores "no son numerosos" y que, "a partir de resultados obtenidos, no se puede afirmar que las retransmisiones deportivas radiofónicas compongan un género pobre en recursos lingüísticos, más bien todo lo contrario". Avala, además, las conclusiones del VII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla en 2012, que incidieron en los aspectos más positivos del idioma del deporte ("este aporta más de lo que destruye").
Finalmente, esta investigación deja planteado un interesante debate, que es consustancial a la naturaleza del lenguaje deportivo y al interés creciente que ha despertado en instituciones académicas, sobre la idoneidad de que las mejoras idiomáticas en este ámbito periodístico se acometan y, sobre todo, que lo hagan teniendo en cuenta el público al que se dirige. Tal como afirma Herrero, "parece que existe un punto de equilibrio entre el lenguaje deportivo transmitido por el emisor y el reclamado por el receptor" y, a su juicio, "cualquier tipo de mejora o de cambio se debería introducir de forma paulatina, sin que afectara a la actual estructura léxica, sintáctica, gramatical, semántica y estilística que se emplea".
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