El béisbol es quizá la modalidad deportiva que cuenta con un lenguaje más amplio y variado, fruto de las diversas adaptaciones que han hecho de la terminología original en inglés cada uno de los países hispanohablantes donde hoy este es el deporte más practicado y seguido por el público, tales como Venezuela, Cuba, Nicaragua, República Dominicana o Panamá. En cada uno de ellos se ha forjado un léxico de gran arraigo en el territorio en el que ha prevalecido la hispanización de las palabras provenientes de Estados Unidos sobre la mera adaptación fonética y gráfica de extranjerismos.
Los medios de comunicación de los países donde el béisbol está más extendido abogan precisamente por el empleo de términos en español antes que por los anglicismos. Así lo explicitan algunos en sus libros de estilo, como el del diario Panorama, de la ciudad de Maracaibo (Venezuela). Este texto (2006) señala que "hace y hará una constante defensa por el uso de la lengua castellana" y añade que "la redacción de los textos siempre preferirá los vocablos de nuestro idioma a los de otro, más aún cuando las voces españolas signifiquen lo mismo y proyecten una sensación similar a la que se quiere dar con la voz extranjera".
Esta obra, pese a reconocer "el aporte significativo en la simplificación del lenguaje" de muchas palabras extranjeras y a pesar de que el béisbol es "un deporte de profundas raíces estadounidenses que forma parte muy estrecha de la cultura venezolana", recomienda a sus periodistas optar por las voces españolas siempre que sea posible. De esta forma, indica que "por la frase "un épico duelo de pitcheo" puede escribirse un "épico duelo de lanzamientos o de lanzadores; en vez de "play offs", emplear la expresión "juegos de postemporada"; en lugar de "hits" y de "innings", escribir "imparables" y "entradas"; y por la tan habitual "manager", usar "piloto" y "estratega", aunque ya haya una voz castellanizada para esta palabra: "mánager".
Panorama considera que si bien el periodista "escribe para un lector ya especializado (sobre todo en lo que atañe al béisbol), sus informaciones deben ser comprendidas por un público heterogéneo". De ahí que sea más eficaz la voz española a la foránea. No obstante, reconoce que "existen casos intraducibles como el de la palabra "out", que, siendo una de las tres sanciones a los bateadores que dejan pasar bolas nuevas o cuyos batazos son capturados por los defensores, no tiene la misma connotación, en este caso, del término "fuera".
A esta particularidad del lenguaje del béisbol, que a diferencia de otros deportes de origen estadounidense como el baloncesto o el fútbol americano, donde la variante léxica dominante a la hora de informar sigue siendo la que se forma directamente del inglés, se suma otra, que tiene que ver con la diversidad que caracteriza a la comunidad idiomática en español. De esta forma, encontramos cómo una misma posición en el campo o una misma circunstancia del juego derivada del reglamento recibe nombres diferentes según se trate del país donde se escriba la crónica.
Esta diversidad geográfica del uso del lenguaje del béisbol en español queda perfectamente reflejada en el Diccionario de americanismos, confeccionado en 2010 por la Asociación de Academias de la Lengua Española. En esta obra descriptiva, que recoge más de 120.000 acepciones, figuran 1.698 términos deportivos, de los cuales 452 pertenecen al béisbol, que se convierte así en la modalidad con mayor número de entradas en este diccionario por delante del fútbol (446), tal como señala en un estudio el profesor Jesús Castañón.
En este diccionario encontramos, por ejemplo, castellanizaciones directas del inglés como ampáyer o ampaya (de umpire, árbitro); pitchear o pitchar (to pitch, lanzar la pelota al bateador del equipo contrario), así como pitcheo o picheo; o jonrón (de home run, 'batazo que lanza la pelota fuera del campo y permite al bateador recorrer todas las bases hasta anotar una carrera'), que también se denomina, según la zona, cuadrangular, tablazo, toletazo o vuelacerca. Las mayores diferencias terminológicas se encuentran a la hora de referir los nombres de las posiciones en el campo (el lanzador o pícher se convierte en serpentinero, el jugador defensivo es conocido como jardinero, esto es, 'jugador que tiene por misión atrapar la pelota que ha traspasado el diamante', zona llamada también guardabosque) o de movimientos y jugadas (el strike out pasa a ser ponchado o estrucado, 'referido al jugador eliminado por fallar en el bateo').
Mientras quedas registradas estas diferencias léxicas entre territorios y los medios de comunicación de cada país hispanohablante desarrollan su propia variante del lenguaje beisbolístico, las grandes agencias transnacionales suelen optar por un lenguaje neutro o internacional, que sea lo más válido posible para todas las latitudes del español donde se encuentran los clientes a los que dirigen sus despachos. Pese a su vocación internacional, las voces más comúnmente aceptadas son las utilizadas por los principales protagonistas de este deporte y suelen coincidir con las procedentes de los países con mayor población y con mayor peso mediático en este ámbito, como la Norteamérica de habla hispana.
Un claro ejemplo de esta tendencia lo refleja el Manual de Estilo de Associated Press (AP) en Español, publicado a finales de 2012 y en cuyo glosario deportivo el béisbol sobresale como la modalidad que genera un vocabulario más numeroso. Así, esta agencia recomienda las traducciones y castellanizaciones que de esta modalidad se han hecho del inglés, tales como triple matanza (triple play), base robada o robo de base exitoso (stolen base); toletero, artillero o bateador de poder (slugger); relevista (relief pitcher); pasbol (passed ball); roleta (grounder); carrera de caballito (forced run); cerrador o taponero (closer); jardinero o guardabosque (outfielder); o torpedero, campocorto o paracorto (shortstop, posición de defensa en el infield o cuadro interior del terreno de juego, entre la segunda y la tercera base).
En cualquier caso, no todos los extranjerismos han de castellanizarse necesariamente, ya sea porque están muy extendidos y su traducción o no es sencilla ni uniforme o porque sea poco rentable desde el punto de vista de la economía del lenguaje. Así lo entiende también este manual, que aboga por mantener extranjerismos como balk ('movimiento ilegal del pitcher'), coach de banca (de bench coach, asistente del manager), bereavement (se refiere a cuando el equipo otorga un permiso a un jugador para que abandone temporalmente el club para poder atender una enfermedad grave o el fallecimiento de un familiar o allegado), strike ('lanzamiento bueno') o grand slam ('jonrón con las bases llenas').
El Manual de Estilo en Español de AP se suma a otras obras que ofrecen soluciones para abordar la traducción y el uso de los extranjerismos en el béisbol. Entre esas referencias bibliográficas, se encuentran diccionarios terminológicos bilingües español/inglés publicados en diferentes países en los últimos años, como el elaborado por Víctor M. Ortega en 2007 en Venezuela, con más de 3.500 entradas y 4.000 acepciones; o el escrito en 2009 por Jim O´Neill, profesor retirado de la Universidad St. Cloud State de Minnesota (EE.UU.), que recopila 7.500 definiciones.
Los medios de comunicación de los países donde el béisbol está más extendido abogan precisamente por el empleo de términos en español antes que por los anglicismos. Así lo explicitan algunos en sus libros de estilo, como el del diario Panorama, de la ciudad de Maracaibo (Venezuela). Este texto (2006) señala que "hace y hará una constante defensa por el uso de la lengua castellana" y añade que "la redacción de los textos siempre preferirá los vocablos de nuestro idioma a los de otro, más aún cuando las voces españolas signifiquen lo mismo y proyecten una sensación similar a la que se quiere dar con la voz extranjera".
Esta obra, pese a reconocer "el aporte significativo en la simplificación del lenguaje" de muchas palabras extranjeras y a pesar de que el béisbol es "un deporte de profundas raíces estadounidenses que forma parte muy estrecha de la cultura venezolana", recomienda a sus periodistas optar por las voces españolas siempre que sea posible. De esta forma, indica que "por la frase "un épico duelo de pitcheo" puede escribirse un "épico duelo de lanzamientos o de lanzadores; en vez de "play offs", emplear la expresión "juegos de postemporada"; en lugar de "hits" y de "innings", escribir "imparables" y "entradas"; y por la tan habitual "manager", usar "piloto" y "estratega", aunque ya haya una voz castellanizada para esta palabra: "mánager".
Panorama considera que si bien el periodista "escribe para un lector ya especializado (sobre todo en lo que atañe al béisbol), sus informaciones deben ser comprendidas por un público heterogéneo". De ahí que sea más eficaz la voz española a la foránea. No obstante, reconoce que "existen casos intraducibles como el de la palabra "out", que, siendo una de las tres sanciones a los bateadores que dejan pasar bolas nuevas o cuyos batazos son capturados por los defensores, no tiene la misma connotación, en este caso, del término "fuera".
A esta particularidad del lenguaje del béisbol, que a diferencia de otros deportes de origen estadounidense como el baloncesto o el fútbol americano, donde la variante léxica dominante a la hora de informar sigue siendo la que se forma directamente del inglés, se suma otra, que tiene que ver con la diversidad que caracteriza a la comunidad idiomática en español. De esta forma, encontramos cómo una misma posición en el campo o una misma circunstancia del juego derivada del reglamento recibe nombres diferentes según se trate del país donde se escriba la crónica.
Esta diversidad geográfica del uso del lenguaje del béisbol en español queda perfectamente reflejada en el Diccionario de americanismos, confeccionado en 2010 por la Asociación de Academias de la Lengua Española. En esta obra descriptiva, que recoge más de 120.000 acepciones, figuran 1.698 términos deportivos, de los cuales 452 pertenecen al béisbol, que se convierte así en la modalidad con mayor número de entradas en este diccionario por delante del fútbol (446), tal como señala en un estudio el profesor Jesús Castañón.
En este diccionario encontramos, por ejemplo, castellanizaciones directas del inglés como ampáyer o ampaya (de umpire, árbitro); pitchear o pitchar (to pitch, lanzar la pelota al bateador del equipo contrario), así como pitcheo o picheo; o jonrón (de home run, 'batazo que lanza la pelota fuera del campo y permite al bateador recorrer todas las bases hasta anotar una carrera'), que también se denomina, según la zona, cuadrangular, tablazo, toletazo o vuelacerca. Las mayores diferencias terminológicas se encuentran a la hora de referir los nombres de las posiciones en el campo (el lanzador o pícher se convierte en serpentinero, el jugador defensivo es conocido como jardinero, esto es, 'jugador que tiene por misión atrapar la pelota que ha traspasado el diamante', zona llamada también guardabosque) o de movimientos y jugadas (el strike out pasa a ser ponchado o estrucado, 'referido al jugador eliminado por fallar en el bateo').
Mientras quedas registradas estas diferencias léxicas entre territorios y los medios de comunicación de cada país hispanohablante desarrollan su propia variante del lenguaje beisbolístico, las grandes agencias transnacionales suelen optar por un lenguaje neutro o internacional, que sea lo más válido posible para todas las latitudes del español donde se encuentran los clientes a los que dirigen sus despachos. Pese a su vocación internacional, las voces más comúnmente aceptadas son las utilizadas por los principales protagonistas de este deporte y suelen coincidir con las procedentes de los países con mayor población y con mayor peso mediático en este ámbito, como la Norteamérica de habla hispana.
Un claro ejemplo de esta tendencia lo refleja el Manual de Estilo de Associated Press (AP) en Español, publicado a finales de 2012 y en cuyo glosario deportivo el béisbol sobresale como la modalidad que genera un vocabulario más numeroso. Así, esta agencia recomienda las traducciones y castellanizaciones que de esta modalidad se han hecho del inglés, tales como triple matanza (triple play), base robada o robo de base exitoso (stolen base); toletero, artillero o bateador de poder (slugger); relevista (relief pitcher); pasbol (passed ball); roleta (grounder); carrera de caballito (forced run); cerrador o taponero (closer); jardinero o guardabosque (outfielder); o torpedero, campocorto o paracorto (shortstop, posición de defensa en el infield o cuadro interior del terreno de juego, entre la segunda y la tercera base).
En cualquier caso, no todos los extranjerismos han de castellanizarse necesariamente, ya sea porque están muy extendidos y su traducción o no es sencilla ni uniforme o porque sea poco rentable desde el punto de vista de la economía del lenguaje. Así lo entiende también este manual, que aboga por mantener extranjerismos como balk ('movimiento ilegal del pitcher'), coach de banca (de bench coach, asistente del manager), bereavement (se refiere a cuando el equipo otorga un permiso a un jugador para que abandone temporalmente el club para poder atender una enfermedad grave o el fallecimiento de un familiar o allegado), strike ('lanzamiento bueno') o grand slam ('jonrón con las bases llenas').
El Manual de Estilo en Español de AP se suma a otras obras que ofrecen soluciones para abordar la traducción y el uso de los extranjerismos en el béisbol. Entre esas referencias bibliográficas, se encuentran diccionarios terminológicos bilingües español/inglés publicados en diferentes países en los últimos años, como el elaborado por Víctor M. Ortega en 2007 en Venezuela, con más de 3.500 entradas y 4.000 acepciones; o el escrito en 2009 por Jim O´Neill, profesor retirado de la Universidad St. Cloud State de Minnesota (EE.UU.), que recopila 7.500 definiciones.
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