Sus columnas en Mundo Deportivo sobre los contenidos de los programas de Deportes en televisión son de lectura obligada. En su análisis, minucioso e incisivo, Mònica Planas invita a la reflexión sobre la función social que ha de desempeñar el periodismo en su labor diaria y sobre la gran responsabilidad que contraen los profesionales que hablan o escriben sobre deportes, el área informativa que más se mueve entre pasiones y que más expectación y debate genera entre aficionados y también entre los propios periodistas.
Planas, además de escribir en MD desde 2007, lo hace en el diario Ara (sus trabajos en este caso versan sobre crítica de televisión generalista) y colabora en Catalunya Ràdio, donde habla de periodismo y medios de comunicación. Asimismo, compagina su labor profesional con la docencia universitaria; imparte la asignatura de Introducción al Periodismo en la Universitat Ramon Llull de Barcelona desde hace ocho años.
Hemos querido compartir con ella, en su doble calidad de periodista y profesora de Periodismo, sus inquietudes sobre el estado actual de la profesión en España; sobre contenidos, formatos, comportamientos, actitudes y valores que imperan en la televisión deportiva; y sobre la idoneidad a día de hoy de los estudios universitarios de Periodismo más allá de la especialización.
- Todavía sigue existiendo la percepción popular, tanto dentro como fuera de la profesión, de que hoy día cualquiera puede hacer periodismo deportivo. ¿En qué medida el comportamiento y la actitud de los medios que hacen deportes contribuyen a afianzar esta creencia tan arraigada?
- Creo que en una medida considerable. Primero porque, siendo honestos, hay algunos escasos ejemplos que corroboran esta percepción. Hay algunos personajes que se autodenominan periodistas y que, sin ejercer ni mucho menos lo que realmente exige este oficio, confirman la teoría de que si ellos lo han logrado cualquiera podría. También hay que añadir los periodistas que presumen de no haber pasado por la Universidad. Y a veces lo hacen con cierto desprecio hacia los que sí lo han hecho. Como si los licenciados en periodismo hubiesen perdido el tiempo mientras otros les adelantaban por la derecha, llegaban antes y han sido más listos porque no necesitaban que nadie les enseñase. En el periodismo existe mucho intrusismo. Seguramente habrá ejemplos de profesionales que, sin necesidad de pisar una Universidad, han logrado ser buenos periodistas. Pero no creo que sea el ejemplo habitual o el consejo generalizado. Y mucho menos ahora. Cuarenta años atrás, cuando los estudios no estaban tan reglamentados quizá era lógico. Se accedía al oficio de otra manera. Ahora me parece impensable e irresponsable. Es cierto que la profesión de periodista se aprende sobre todo trabajando, en el día a día. Pero entender las raíces de lo que estás haciendo, el origen, la reflexión teórica que puede explicar el engranaje complejo y casi perfecto de esta profesión me parece esencial y más especialmente teniendo en cuenta cómo está evolucionando el periodismo. La formación teórica es lo que te garantiza la capacidad de reflexión cuando estás en activo y ejerciendo tu trabajo. Y eso es fundamental.
A partir del momento en que el compromiso y el sentido de la responsabilidad de nuestro oficio se pierden, se cae en el problema de aparentar que “cualquiera puede ser periodismo”. Porque al receptor le desaparece la sensación de 'garantía' de lo que está consumiendo. La 'manolización' o la 'chiringuitización' del periodismo deportivo ha contribuido en parte a ello. Han querido 'deconstruir' el oficio a partir de modificar el lenguaje y las convenciones periodísticas. Y con ello, en muchas ocasiones han arrastrado más cosas: el valor real de la información, la exageración de la anécdota, el impacto visual más allá del contenido, el conflicto como ingrediente…
Todos los que desde los medios hablan y escriben sin tener la garantía de sus fuentes, simplemente reproducen informaciones escuchadas sin contrastar, confunden información con opinión, mezclan publicidad e información, se comportan como taberneros y energúmenos y olvidan su responsabilidad como profesionales perpetúan la idea de que el periodismo lo ejerce cualquiera. Cualquiera que lo quiera hacer mal, por supuesto. En estos casos, que quede claro, no se está ejerciendo el periodismo. Simplemente se está apareciendo en un medio.
- Quizá la causa de tanto desprestigio se deba también a una especialización insuficiente, a una falta de formación. El periodismo deportivo como área de especialización es una parcela informativa altamente técnica.
- A pesar de un pesimismo generalizado sobre el periodismo deportivo, yo sigo pensando que en este país hay muy buenos periodistas deportivos en activo. La lástima es que esta profesión exige un ritmo de vida que les hace imposible compaginar su actividad laboral con la enseñanza universitaria y especializada. Y también es cierto que, en otros casos, algunos periodistas deportivos han acabado montados en el dólar y no tienen ningún interés en dedicarse a la enseñanza universitaria porque con esto no se van a hacer ricos.
No tengo claro que el problema sea una falta de formación, sinceramente. Primero porque creo que los estudios de periodismo cada vez son más completos y existen cada vez más másteres de especialización. Pero, más allá de ello, a mí me gustaría poner énfasis en que los valores esenciales de este oficio (que son los que están en evidente crisis y degeneración) son transversales a cualquier especialidad periodística. El área de especialización por supuesto te puede proporcionar una mayor seguridad a la hora de utilizar las herramientas, un bagaje superior, unos conocimientos teóricos más profundos, un terreno de pruebas que te permita despegar con más fiabilidad. Pero creo firmemente que el desprestigio del oficio proviene de una crisis de los valores esenciales y más elementales, de una pérdida de la credibilidad y de las garantías que ofrecemos como profesionales que van más allá de la especialización.
"Cuando se habla y se escribe sin la garantía de las fuentes, se reproducen informaciones escuchadas sin contrastar, se confunde información con opinión o se mezcla con publicidad, se comportan como taberneros y energúmenos y olvidan su responsabilidad como profesionales, no se está ejerciendo el periodismo; simplemente se está apareciendo en un medio"
- Afirma que los estudios académicos de Periodismo son cada vez más completos, pero ¿se ha mejorado la preparación de los periodistas desde la Universidad o queda mucho por hacer aún? De un tiempo a esta parte han proliferado los másteres en Comunicación y Periodismo Deportivo en España.
- Es cierto que han proliferado los másteres, aunque esto también ha tenido mucho que ver con la crisis. En los años de las vacas gordas proliferaron las universidades que decidieron ofrecer estudios relacionados con la comunicación. Cada año salían en España una cantidad tremenda de licenciados en distintas especialidades que el mercado conseguía absorber de manera sorprendente. La crisis lo cortó por lo sano. El mercado periodístico dejó de poder engullir tal cantidad de profesionales que estaban supuestamente preparados para trabajar. La reciente proliferación de másteres ha servido, en muchos casos, para parar el golpe. Dilatar la llegada a un mercado laboral sobresaturado intentado ofrecer profesionales más formados y con una mayor especialización. Es decir, profesionales que a nivel de formación marcaran un poco más las diferencias en un mercado abarrotado y muy uniforme. Lo que no sé es hasta qué punto esto ha sido y es suficiente. Porque la crisis ha implicado que periodistas que llevaban años ejerciendo el oficio de manera impecable también estuvieran en el paro buscando trabajo. Y la experiencia siempre es un grado. Es otro tipo de máster.
Pero como decía en la anterior pregunta, sí creo firmemente que los estudios de periodismo en general (y deportivo en concreto) nunca han sido tan completos, han ofrecido tantas posibilidades y han ofrecido tantas facilidades para llevarlos a cabo.
La pregunta, sin embargo, estaba formulada de una manera muy interesante: “¿Se ha mejorado la preparación de los periodistas desde la Universidad?” decías. Y diré que sí pero sólo en la medida que los estudiantes lo quieran aprovechar.
Como profesora de Periodismo debo decir que la Universidad da muchas facilidades, posibilidades, oportunidades y conocimientos. Lo que no tengo tan claro es que los estudiantes que consiguen llegar a todo ello lo estén aprovechando. Observo, cada vez más, estudiantes acomodados que creen que la Universidad es una simple extensión de sus estudios escolares obligatorios, un lugar donde creen que están en “su derecho” de obtener un título sin necesidad de esfuerzo. Y no. La Universidad son unos estudios SUPERIORES que uno elige de manera voluntaria. Y esa voluntariedad implica compromiso y esfuerzo, que es lo que cada vez echo más de menos. El título no es un derecho, el título hay que conseguirlo y merecerlo. Lo he hablado mucho con profesores universitarios (y no solo de periodismo) y comparten este punto de vista. Me preocupa muchísimo que los estudiantes accedan a la Universidad sin dominar la ortografía y sin habilidades para redactar una respuesta coherente a nivel gramatical. Me alarma que haya estudiantes que no entiendan el valor del lenguaje como materia prima de nuestro oficio. Básicamente porque el lenguaje es una herramienta clave en la estructuración del pensamiento. Las universidades han puesto mucho de su parte para formar de manera correcta a sus estudiantes. Me gustaría ver cómo los estudiantes corresponden con esfuerzo y compromiso (y no con tanto acomodo) a estas facilidades.
- Se suele hablar de periodismo deportivo cuando muchas veces no se trata más que de puro entretenimiento y de unos contenidos que tienen que ver cada vez más con la vida privada de los protagonistas que con la mera competición, seleccionados a partir de criterios comerciales y no periodísticos. ¿No ha llegado la hora de hacer un poco de pedagogía para empezar a diferenciar unos formatos de otros y llamar las cosas por su verdadero nombre? Esto ayudaría a no confundir y a no meter a todos en el mismo saco.
- Comparto totalmente esta distinción entre lo que es periodismo y lo que es entretenimiento. Ahora bien ¿quién debe ejercer esta pedagogía? Por supuesto, desde la Universidad debe hacerse (y puedo asegurar que me esfuerzo mucho en ello por la parte que me corresponde). Pero ha llegado un punto que los estudiantes llegan ya a las aulas universitarias con la confusión adquirida y muy arraigada, porque antes de ser universitarios son ya consumidores de medios. ¿Qué es lo que hace tan difícil distinguir una cosa de la otra? Los propios programas. Los responsables de estos formatos son los primeros que quieren vender su producto como periodismo. No te vas a encontrar ninguno que diga: “Señores, en este programa damos noticias pero son para entretenerles, no es periodismo”. La etiqueta de “periodismo” es la que prestigia el formato. Todos quieren hacerlo. Todos quieren llamarse periodistas. No vas a encontrar ni uno que te diga: “Simplemente estoy aquí para que pasen un buen rato con unos vídeos alucinantes cargados de efectos”. O “Aquí no vamos a ejercer el periodismo. Solo he reunido un montón de energúmenos sin escrúpulos donde la gracia está en que nos aticemos y creemos conflicto entre nosotros”. Nadie quiere admitir ni desvelar la esencia de su fórmula. Todo el mundo quiere, antes que nada, ponerle la etiqueta de "periodismo" a lo que hace. Sea lo que sea. Y aquí es donde volveríamos a las causas que exponíamos en la primera pregunta de esta entrevista.
"Me preocupan la preeminencia del impacto sobre el contenido, el valor del conflicto por encima de la opinión y el argumento, la preponderancia de lo instantáneo por encima de lo contrastado"
"Acceder hoy al oficio de periodista sin pisar una universidad me parece impensable e irresponsable"
- Usted reivindica la defensa de unos valores éticos y de una dignidad profesional de la que el periodismo parece estar alejándose poco a poco. ¿Qué tipo de conductas y actitudes son las que más le preocupan?
- Hace años un periodista era sinónimo de un “aval de la información”. Ahora no. Cada vez más nuestra profesión está puesta en duda. Los consumidores pierden la confianza en nosotros. No somos los únicos responsables. Los intereses económicos de los grandes grupos de comunicación, la manera como han sucumbido a las presiones del poder, la presión de los intereses publicitarios… han mermado también nuestro papel y nuestra credibilidad. Vivimos un poco atenazados entre la desconfianza del público y la presión que ejercen nuestros propios medios. Ante esta doble presión, lo único que puede salvarnos es nuestro sentido de la responsabilidad y el compromiso con nuestro propio oficio. Regresar a la idea de ser ese “aval” de la información.
A veces me da risa el debate sobre el valor de las distintas plataformas donde consumir periodismo (que si periódicos digitales, que si redes sociales, que si la pervivencia del papel…) cuando creo que, sea cual sea la plataforma, la esencia del periodismo y sus valores deben ser transversales a cualquier medio o plataforma. Sea cual sea la plataforma, el nivel de compromiso con el oficio tiene que ser idéntico.
No me gusta que se entienda el periodismo como una simple casualidad, como un simple flujo de información improvisada que unos emisores mandan a unos receptores desde un altar. Creo que el periodismo bien hecho proviene siempre de una reflexión previa. Lo que garantizamos a nuestros receptores no son simples datos de información, sino la buena manipulación (en el sentido de elaboración y no de tergiversación, por supuesto) del contenido. Ejercer el periodismo no debe ser entendido como un simple acto de informar sino como un compromiso. Los periodistas deben ser una garantía para los receptores y es algo que los consumidores nos deben exigir: nuestro sentido de la responsabilidad.
Volviendo a la pregunta, me preocupan la preeminencia del impacto sobre el contenido, el valor del conflicto por encima de la opinión y el argumento, la preponderancia de lo instantáneo por encima de lo contrastado.
- Pese a ello, desde la periferia de programas deportivos de radio y TV se asegura cada cierto tiempo que en "España se hace el mejor periodismo deportivo del mundo". ¿No es dañina tanta autocomplacencia en vez de tomar nota de modelos que existen en otros países?
- La autocomplacencia suele ser dañina. Prefiero el espíritu crítico que te permite valorar lo positivo a la vez que buscar fórmulas para mejorar, experimentar nuevos caminos y descubrir nuevas fórmulas. El periodismo debería aprovechar los grandes acontecimientos deportivos no solo para lucirse de manera individual o como cadena sino para descubrir nuevos modelos, formatos e ideas entre los que están cubriendo los mismos eventos. Quizá aquí la responsabilidad no es tanto de los periodistas a nivel individual sino de los responsables de contenidos de las cadenas de televisión. Son los que tienen que observar nuevos formatos, buscar nuevos modelos en el extranjero. Pero la mayoría parecen ensimismados en explotar lo que ya tienen, en exprimir al máximo las fórmulas que les funcionan, que en aprender y descubrir nuevas ideas. Una vez encontradas y valoradas, ya se encargarán de transmitirlas a los periodistas para que las lleven a cabo. No me gusta que todo recaiga en la responsabilidad individual de los periodistas. Los responsables de los medios de comunicación, los directivos, los jefes de contenidos tienen aquí también su misión. El trabajo es en equipo. Donde no llegamos unos deben llegar los otros. Igual que la responsabilidad. El periodista es el que da la cara, pero no nos olvidemos que detrás de él hay un engranaje importante de profesionales que tienen mucho que ver con el resultado final de lo que el espectador consume.
- Que el fútbol -y todo lo que lo rodea- abarque casi todos los espacios deportivos en este país ¿resta posibilidades a este tipo de periodismo para elevar la calidad de sus contenidos? Se lo pregunto porque la necesidad de informar sobre fútbol por exceso acaba provocando que nos quedemos sin noticias.
- Cierto. El fútbol es lo que “más vende”. Se acaba exprimiendo tanto que se va más allá de la noticia. Acabamos derivando en la anécdota. La dilatación de los formatos (para que sean más rentables económicamente) hace que la información se convierta en un chicle que se estira más allá de sus posibilidades. Y esto afecta directamente a su calidad.
- ¿Le molesta tener que escribir con tanta asiduidad sobre errores que cometen compañeros de profesión?
- Me encanta mi trabajo. Lo disfruto muchísimo. Pero no tengo la sensación de “escribir sobre errores de compañeros”. Yo no corrijo (o no lo siento así) cuando hago crítica de tele. Yo corrijo los trabajos y exámenes de mis alumnos en clase. Eso sí. La crítica televisiva pertenece al género de la opinión. Entiendo la crítica televisiva como un análisis en la manera que tiene la tele de comunicar, no como una corrección. Cuando empecé a ejercer esta especialidad (reflexioné mucho antes de tomar la decisión) definí de manera muy clara cuál quería que fuese mi objetivo: explicar a los lectores cómo la tele nos comunica la realidad y demostrar que existe la manera de reflexionar sobre ello. Demostrar que la tele no es algo que te tragas sino que puedes pensar sobre ello y, muy importante, mantener el espíritu crítico sobre lo que has visto. Yo no diría que mis compañeros periodistas, o los aludidos en los artículos “cometan errores”. Ellos no lo sienten así, y están en pleno derecho de ejercer su trabajo como consideren o mejor les plazca. El periodismo no es una profesión de decisiones irrefutables. No tengo la verdad absoluta. Yo ofrezco mi punto de vista procurando facilitar argumentos que sostengan y acrediten esa opinión que defiendo. El lector decidirá si comparte ese punto de vista o le convence más el de otro. Incluso no estando de acuerdo conmigo, el hecho de leer unos argumentos provoca una reflexión al respecto sobre el mero hecho televisivo que ya me parece provechoso. Yo me conformo con ello. Lo que más me gusta de mi trabajo como crítica de televisión es el valor del análisis y la capacidad de argumentación. El veredicto final es siempre del lector/espectador.
"En televisión todo el mundo quiere, antes que nada, ponerle la etiqueta de "periodismo" a lo que hace. Sea lo que sea. Llamarlo así es lo que da prestigio al formato"
"No me gusta que se entienda el periodismo como un simple flujo de información improvisada que unos emisores mandan a unos receptores desde un altar. Creo que el periodismo bien hecho proviene siempre de una reflexión previa. Ejercerlo debe ser entendido como un compromiso"
- Me imagino que sus críticas le habrán granjeado enemistades y polémicas...
- Es posible. Lo desconozco. Primero porque los que se enfadan, en general (hay alguna excepción, sin duda), procuran no hacérmelo saber. La opción más recurrida es la del silencio y aparente indiferencia. Hacer que no lo has leído. Con lo cual, yo no me entero. Y lo comprendo perfectamente. Cuando, de manera excepcional, la polémica o el enfado se hacen explícitos, debo decir que lo entiendo perfectamente. Las personas que más suelen enfadarse son las que disfrutan mucho con su trabajo y les gusta mucho lo que hacen. Recibir una crítica (negativa, se entiende) cuando has hecho algo en lo que tú has disfrutado mucho y de lo que te sientes especialmente orgulloso, duele. A veces hasta duele mucho. Es normal. Y mi obligación es comprender el enfado pero prescindir de ello. Lo veo como algo normal que tampoco me afecta. O que ya no me afecta. Cuando acepté este trabajo supe que podía pasar. Ahora bien, y esto que quede muy claro: cuando ejerces de crítico de televisión (o de cualquier otro ámbito) tienes que tener claro que tu finalidad no es hacer amigos ni sembrar complicidades. Mis amigos yo ya los tengo. Eso no depende de mi actividad laboral. No es que debas evitar hacerlos tampoco, porque al fin y al cabo los críticos somos periodistas o personas que no estamos en una burbuja o en un altar. Nos relacionamos (o al menos yo lo procuro) con el resto de la profesión con absoluta naturalidad igual que lo hacen el resto de compañeros. Las críticas de tele pueden haber hecho que alguien se enfade conmigo o provocado alguna polémica, pero también me han permitido conversar con personas muy interesantes y que saben mucho de su oficio, con mucha experiencia profesional, con personas que me han querido expresar con amabilidad sus puntos de vista, con periodistas que han sabido debatir con buen humor, periodistas con los que hemos intercambiado opiniones y que juntos hemos reflexionado sobre ámbitos del oficio que son comunes… Y eso te permite aprender y evolucionar en el ejercicio de tu especialidad. No me siento enemiga de nadie y las polémicas quedan atrás y con el tiempo pierden valor e importancia. Algunas hasta dan un poco de risa pasados los meses. Acumulo mucho más de positivo y eso es más perdurable en el tiempo: tratar con personas que demuestran una madurez y una complicidad en esta profesión que va más allá de un artículo que critica un vídeo o una tertulia.
-¿En qué aspectos considera, en suma, que el periodismo deportivo que se hace en España es manifiestamente mejorable?
¡Ufff! Es manifiestamente mejorable, sí. A pesar de las cosas buenas que también hay. ¿Qué aspectos? Los que he ido mencionando a lo largo de esta entrevista me parecen los básicos.
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