El periodismo tiene como misión esencial informar con veracidad y el máximo rigor en tanto que servicio público, pero también contribuir a la formación y educación de la ciudadanía, una faceta no siempre atendida desde los medios de comunicación pese a la gran influencia que estos ejercen en las maneras de hacer y decir de quienes los leen, ven o escuchan.
Así, hablar de la dimensión ética del ejercicio del periodismo es hacerlo no solo sobre la toma de decisiones editoriales en la selección, jerarquización y tratamiento de los contenidos, sino sobre todo de actitudes y conductas profesionales, que afectan a la decisiva relación con las fuentes informativas y a la que se entabla con el público al que se dirige y a la comunidad a la que pertenece. De todo ello suelen ocuparse los códigos deontológicos de la profesión, textos concebidos por medios y asociaciones y federaciones del gremio y que recogen los principios fundamentales de actuación que han de regir la actividad periodística, con compromiso y responsabilidad social.
En el caso particular del periodismo deportivo, la parcela informativa de mayor impacto y seguimiento en un considerable número de países, los códigos deontológicos no se han detenido lo suficiente para atender determinadas situaciones que en ocasiones pueden llegar a comprometer la integridad profesional de estos periodistas especializados y para alertar sobre abusos cometidos en los últimos años.
Entre otras actitudes y conductas reprobables, se encuentran la incompatibilidades (ejercer como informador en un medio a la que vez que trabajar en gabinetes de alguna federación o club o como representante de alguna empresa deportiva) o el denominado “periodismo de bufanda”, que señala comportamientos de periodistas que manifiestan de forma abiertamente parcial sus preferencias deportivas en el desempeño de su labor informativa y que en muchos casos no es más que una consecuencia directa de la peligrosa proximidad y complicidad que llegan a establecer con sus fuentes más habituales (futbolistas, directivos, entrenadores, agentes de deportistas,etc.). Como señalan los periodistas deportivos norteamericanos, 'There´s no cheering in the press box' (los periodistas no vitorean cuando trabajan en la tribuna de prensa), una máxima que señala una clara línea divisoria entre lo que define el comportamiento de un periodista profesional y el de un simple hincha.
En este sentido, es muy destacable el grado de profesionalización existente en el periodismo deportivo de Norteamérica, donde esta especialización obtiene una mayor consideración, tanto gremial, social como incluso académica, y donde existe una gran preocupación por la autorregulación. Esta realidad se plasma en la existencia de una larga tradición de libros de estilo específicos y en la confección de códigos de conducta para profesionales de la información deportiva en medios como la agencia canadiense Canadian Press (1989) o The New York Times (2004), así como en colectivos profesionales como the Associated Press Sports Editors (APSE), entidad que aglutina a periodistas y fotógrafos de la agencia y de la mayor parte de medios impresos de Estados Unidos.
Al margen de estos textos que recopilan los estándares éticos más irrenunciables del ejercicio de informar sobre competiciones y resultados, existe una serie de reglas no escritas que, pese a no constar en ningún corpus ni a ser discutidas en ningún foro, son asumidas como obligatorias por los periodistas deportivos norteamericanos porque forman parte de la convención profesional, de su cultura periodística, y, por tanto, se da por hecho que hayan de seguirse y cumplirse.
Esas pautas deontológicas han sido recogidas por Scott Reinardy y Wayne Wanta en su manual The Essentials of Sports Reporting and Writing (Routledge, ediciones en 2009 y 2015) tras haber entrevistado a decenas de periodistas deportivos norteamericanos. Estas son algunas de las respuestas más destacadas:
1. No vitoree en la sala de prensa. No se comporte como un hincha, sino como un reportero.
2. No pida autógrafos, da igual sobre quién esté informando.
3. Vístase de una manera apropiada, de forma que haga ver que usted es un profesional.
4. No pregunte a alguien si está feliz o triste tras ganar o perder. Eso se da por hecho.
5. Tenga la piel gruesa. No tenga miedo a escribir cosas que vayan a ofender a algunos. Nunca va a complacer a todo el mundo.
6. Recuerde que los jugadores y los entrenadores no son sus amigos. Independientemente de cuál sea su relación con ellos, cuando tenga que escribir una historia dura debe ser capaz de hacer su trabajo con la máxima imparcialidad.
7. El resto de periodistas tampoco son sus amigos. Aunque es seguro que pueda salir con ellos a tomar una cerveza tras un partido o los fines de semana, cuando se trata de conseguir una historia es la guerra. No vaya derramando sus secretos en estado de embriaguez.
8. No haga apuestas en competiciones que esté cubriendo como periodista.
9. Respete la jerarquía; los periodistas de equipos locales suelen tener preferencia a la hora de elegir sitio en la tribuna de prensa respecto a los de equipos visitantes, de la misma forma que los veteranos podrán desbancar a los 'rookies'.
10. No tienda emboscadas en una entrevista. Si alguien realiza una entrevista, está bien unirse a la conversación pero no sea maleducado ni interrumpa. Tampoco se limite a apuntar lo que otro periodista haya preguntado; haga alguna contribución.
11. No sea descuidado en la tribuna de prensa y recoja todo lo que allí ensucie.
12. Nunca intente entrevistar a un/a deportista cuando esté comiendo.
13. Nunca entre en una sala de entrenamiento a hacer preguntas a menos que tenga permiso para ello.
14. Sea respetuoso con los periodistas profesionales y aprenda de los veteranos.
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