"El periodismo deportivo se ha caracterizado por una serie de deficiencias éticas que han soslayado los estándares normativos de la profesión. Los instrumentos de rendición de cuentas pueden jugar un papel valioso para superar estas disfunciones". Así lo destacamos en el artículo 'Mapping Media Accountability Instruments in Sports Journalism' (Mapeo de los instrumentos de rendición de cuentas en el periodismo deportivo), que acaba de ser publicado en el nuevo número monográfico sobre ética, investigación y comunicación de la revista académica El Profesional de la Información.
A propósito de este tema y aprovechando la reciente celebración del IV Congreso sobre Ética Periodística en la Universidad de Sevilla, hemos dialogado con Carlos Maciá-Barber, profesor titular de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid e investigador experto en deontología periodística, con el propósito de conocer su visión sobre el grado de desviación ética del que adolece el periodismo deportivo actual y sobre posibles recetas para corregir y mejorar el ejercicio profesional de forma que se encamine hacia una mayor calidad informativa.
Pero, ante todo, ¿de qué hablamos cuando lo hacemos sobre disfunciones éticas en este ámbito informativo? A Maciá-Barber son cinco las prácticas que le preocupan sobremanera, algunas ya clásicas, otras más actuales. Estas son:
Pero, ante todo, ¿de qué hablamos cuando lo hacemos sobre disfunciones éticas en este ámbito informativo? A Maciá-Barber son cinco las prácticas que le preocupan sobremanera, algunas ya clásicas, otras más actuales. Estas son:
1. "La constante mixtura de información y opinión (que no interpretación especializada como experto o cronista). Los juicios de valor, de intenciones, infundados... que se mezclan con hechos, sin más, no son más que una manipulación, sea por intereses personales, empresariales o publicitarios. Más grave aún cuando quienes incurren en la falta son periodistas-estrella, por el enorme impacto añadido. Para entendernos: cuando me narran un partido y se detecta que el comentarista huele a tal o cual club; es más, no se oculta o incluso se alardea de ello.
2. La espectacularización y la magnificación de lo superficial, más cuando existe violencia verbal y provocación (por ejemplo, los duelos Piqué-Ramos, para entendernos). Que el periodismo otorgue portadas a esta temática no ayuda en nada a la deportividad. Pero claro, eso vende... y una barbaridad.
3. El estímulo del enfrentamiento, la polémica, la acusación infundada... como criterio frecuente de lo noticioso y motor de atracción de la audiencia. El criterio de lo noticioso no puede ser este.
4. El nulo papel de la mujer, tanto en labores de responsabilidad en el diseño y en la elaboración del mensaje periodístico, como en el protagonismo de la información.
5. El imperio de los intereses particulares de la empresa informativa, por encima del interés general o el derecho a la información. ¿Es casualidad que las cadenas de televisión abrieran sistemáticamente los informativos deportivos con la F1 cuando poseían los derechos de emisión y dejaran de informar al respecto por completo tan pronto los perdían? Resulta un escándalo que propietarios y directivos consideren que los verdaderos clientes de las cadenas son los anunciantes, y que el producto que manufacturan y ofrecen sean las audiencias".
A pesar de su especificidad, el incumplimiento de ciertos estándares éticos en este tipo de periodismo no se aparta tanto del que suele producirse en el conjunto de la profesión. "En la teoría, el nivel de exigencia ética es idéntico. Y en la práctica, el incumplimento, frecuente, es similar". Sin embargo, tal como señala este profesor, la minusvaloración hacia todo lo que tenga que ver con deporte puede desembocar en cierta laxitud profesional y, por ende, desconsideración social a la hora de tomarse más en serio esta especialización: "El problema se agranda porque de modo tradicional se consideran los contenidos deportivos como una información suave, de menor trascendencia y donde casi todo se permite y perdona por su aparente intrascendencia. Grave error, porque todo mensaje posee consecuencias y el daño existe".
En su opinión, cabe detenerse especialmente en el caso, "el más sangrante", del imperio de la publicidad de apuestas deportivas, que califica como "descontrolado": "Se entremezcla publicidad y narración deportiva; se banaliza el riesgo que supone jugarse la nónima o la paga; se impacta en la juventud sin reparar en el riesgo de la ludopatía. Es una plaga que se propaga con facilidad al asociarse a rostros de deportistas famosos. Y el dinero que mueven los anunciantes parece justificarlo. La Administración ha de arbitrar medidas. Es un contrasentido limitar la publicidad del tabaco y el alcohol en el deporte, pero mirar a otro lado con las apuestas, en las que las mafias se han introducido alterando incluso el discurrir de las competiciones".
Utilidad de instrumentos de rendición de cuentas
Muchos son los medios y colectivos profesionales los que a lo largo de los últimos años se han dotado de instrumentos de rendición de cuentas, como libros de estilo, códigos deontológicos, defensores de la audiencia o blogs y observatorios profesionales, todo ello con el objetivo primordial de buscar soluciones y enmendar posibles faltas éticas para corresponder de la mejor manera posible el ejercicio periodístico con la exigencia de calidad.
Pese a las buenos propósitos de estos instrumentos, Maciá-Barber prefiere mirar más allá y plantear el debate en términos de formación, educación y compromiso. "Pueden y deberían funcionar en la misma medida que para el resto de contenidos informativos. No cabe distinguir entre temáticas, salvo en el caso en que se incite al delito, claro. Cosa distinta es valorar la utilidad de los instrumentos en su conjunto, o por separado. Bienvenidos sean, aunque la clave está en la formación, tanto de los periodistas como de la ciudadanía. La educación y la cultura juegan un papel fundamental. Como ocurre en la propia valoración y práctica del deporte mismo".
Otro elemento clave son las culturas periodísticas, que difieren según los territorios y, como consecuencia de ello, permiten identificar un grado de desarrollo de instrumentos de rendición de cuentas muy dispar según hablemos de unos países u otros. ¿Hasta qué punto podrían ser aplicables o emulables en España iniciativas como los códigos deontológicos específicos para este ámbito informativo que existen en Estados Unidos (APSE) o en Alemania? "Todo puede estudiarse y adaptarse a la cultura periodística propia. Si un código específico ayuda a una mejora en el quehacer periodístico e incrementa la calidad del producto, tanto mejor. Pero han de funcionar las pautas generales, que deberían resultar suficientes por sí mismas. ¿Realmente han contribuido en esas naciones a solucionar problemas éticos y engrandecer al colectivo? Si existen pruebas que lo demuestren, entonces no hay que dudarlo".
2. La espectacularización y la magnificación de lo superficial, más cuando existe violencia verbal y provocación (por ejemplo, los duelos Piqué-Ramos, para entendernos). Que el periodismo otorgue portadas a esta temática no ayuda en nada a la deportividad. Pero claro, eso vende... y una barbaridad.
3. El estímulo del enfrentamiento, la polémica, la acusación infundada... como criterio frecuente de lo noticioso y motor de atracción de la audiencia. El criterio de lo noticioso no puede ser este.
4. El nulo papel de la mujer, tanto en labores de responsabilidad en el diseño y en la elaboración del mensaje periodístico, como en el protagonismo de la información.
5. El imperio de los intereses particulares de la empresa informativa, por encima del interés general o el derecho a la información. ¿Es casualidad que las cadenas de televisión abrieran sistemáticamente los informativos deportivos con la F1 cuando poseían los derechos de emisión y dejaran de informar al respecto por completo tan pronto los perdían? Resulta un escándalo que propietarios y directivos consideren que los verdaderos clientes de las cadenas son los anunciantes, y que el producto que manufacturan y ofrecen sean las audiencias".
A pesar de su especificidad, el incumplimiento de ciertos estándares éticos en este tipo de periodismo no se aparta tanto del que suele producirse en el conjunto de la profesión. "En la teoría, el nivel de exigencia ética es idéntico. Y en la práctica, el incumplimento, frecuente, es similar". Sin embargo, tal como señala este profesor, la minusvaloración hacia todo lo que tenga que ver con deporte puede desembocar en cierta laxitud profesional y, por ende, desconsideración social a la hora de tomarse más en serio esta especialización: "El problema se agranda porque de modo tradicional se consideran los contenidos deportivos como una información suave, de menor trascendencia y donde casi todo se permite y perdona por su aparente intrascendencia. Grave error, porque todo mensaje posee consecuencias y el daño existe".
En su opinión, cabe detenerse especialmente en el caso, "el más sangrante", del imperio de la publicidad de apuestas deportivas, que califica como "descontrolado": "Se entremezcla publicidad y narración deportiva; se banaliza el riesgo que supone jugarse la nónima o la paga; se impacta en la juventud sin reparar en el riesgo de la ludopatía. Es una plaga que se propaga con facilidad al asociarse a rostros de deportistas famosos. Y el dinero que mueven los anunciantes parece justificarlo. La Administración ha de arbitrar medidas. Es un contrasentido limitar la publicidad del tabaco y el alcohol en el deporte, pero mirar a otro lado con las apuestas, en las que las mafias se han introducido alterando incluso el discurrir de las competiciones".
Utilidad de instrumentos de rendición de cuentas
Muchos son los medios y colectivos profesionales los que a lo largo de los últimos años se han dotado de instrumentos de rendición de cuentas, como libros de estilo, códigos deontológicos, defensores de la audiencia o blogs y observatorios profesionales, todo ello con el objetivo primordial de buscar soluciones y enmendar posibles faltas éticas para corresponder de la mejor manera posible el ejercicio periodístico con la exigencia de calidad.
Pese a las buenos propósitos de estos instrumentos, Maciá-Barber prefiere mirar más allá y plantear el debate en términos de formación, educación y compromiso. "Pueden y deberían funcionar en la misma medida que para el resto de contenidos informativos. No cabe distinguir entre temáticas, salvo en el caso en que se incite al delito, claro. Cosa distinta es valorar la utilidad de los instrumentos en su conjunto, o por separado. Bienvenidos sean, aunque la clave está en la formación, tanto de los periodistas como de la ciudadanía. La educación y la cultura juegan un papel fundamental. Como ocurre en la propia valoración y práctica del deporte mismo".
Otro elemento clave son las culturas periodísticas, que difieren según los territorios y, como consecuencia de ello, permiten identificar un grado de desarrollo de instrumentos de rendición de cuentas muy dispar según hablemos de unos países u otros. ¿Hasta qué punto podrían ser aplicables o emulables en España iniciativas como los códigos deontológicos específicos para este ámbito informativo que existen en Estados Unidos (APSE) o en Alemania? "Todo puede estudiarse y adaptarse a la cultura periodística propia. Si un código específico ayuda a una mejora en el quehacer periodístico e incrementa la calidad del producto, tanto mejor. Pero han de funcionar las pautas generales, que deberían resultar suficientes por sí mismas. ¿Realmente han contribuido en esas naciones a solucionar problemas éticos y engrandecer al colectivo? Si existen pruebas que lo demuestren, entonces no hay que dudarlo".
Tampoco la figura del defensor, del lector o de la audiencia, aparece en esta área informativa, con la excepción de ESPN. De momento no se plantea la existencia de un defensor del lector en línea que pudiera ejercer como el mejor moderador posible de la conversación digital y social que ya establecen medios con sus audiencias. En opinión de Maciá-Barber, esta carencia hay que hacerla extensiva al periodismo en general, donde no se ha concebido adecuadamente en muchos casos. "El defensor como sistema de autorregulación no ha calado en el periodismo por varios motivos, pero el principal, me parece, es la endogamia, que mina la independencia y autonomía del profesional. Por mucha valía, capacidad y honestidad de la persona designada para ejercer el cargo, resulta harto complicado juzgar la labor del medio y de los colegas con los que se ha trabajado, o se seguirá trabajando en el futuro. Como se defendió en The Washington Post en sus orígenes, el defensor ha de ser alguien sin pasado ni futuro en la redacción, alguien ajeno por completo a la empresa. Y precisamente la mayoría de estatutos que regulan esta figura imponen justamente lo contrario. Mal se empieza".
También los mecanismos de rendición de cuentas más recientes e innovadores que han surgido en la red, tales como los blogs o los observatorios, velan por la transmisión de contenidos periodísticos de calidad en tiempos de ruido e infoxicación y constribuyen constantemente a reabrir la reflexión y la autocrítica sobre las fallas que se producen en el sistema informativo actual. "Las redes sociales se han convertido en un sistema que detecta con inmediatez todo tipo de errores y desmanes; además, suponen un altavoz potente para denunciarlos. En esa línea funcionan los blogs u observatorios, con la ventaja de analizar la realidad informativa del deporte desde una óptica especializada, y hasta científica. Su labor no cae en saco roto y contribuyen a la mejora de la práctica periodística. Todo sin olvidar que no solo los periodistas son responsables únicos del proceso: los deportistas deberían mostrar ejemplaridad. La mayoría son un referente, pero no falta quien desmerece por su comportamiento. Y el periodismo debe combatirlo sin tapujos".
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