Carlos Toro -dcha.-, en la Universidad Pontificia de Salamanca. |
Para el periodista y escritor Carlos Toro en España hay dos periodismos deportivos: el del fútbol y el que versa sobre el resto de deportes. "El fútbol es un fenómeno que se retroalimenta, la gente quiere fútbol y le damos fútbol hasta extremos aberrantes. Eso es educar mal al aficionado, a la sociedad y al futuro periodista deportivo. El fútbol es un elemento disociador del resto de deportes desde el punto de vista informativo y económico. Porque el fútbol les roba el aire a los demás deportes con nuestro consentimiento y nuestra aportación", así lo manifestó el pasado día 2 de mayo en la Universidad Pontificia de Salamanca durante la presentación del libro Periodismo Deportivo de Manual.
Periodista deportivo desde hace más de treinta años, Toro ha cubierto Juegos Olímpicos y Mundiales de fútbol, entre otras muchas grandes competiciones. Apasionado y experto conocedor de la historia del atletismo dentro y fuera de España, es fiel a su cita de los lunes en la columna que escribe, en papel, en el diario El Mundo. Conversamos con él para compartir sus reflexiones sobre el estado del periodismo deportivo actual y los cambios producidos en la profesión en los últimos años, así como el futuro de los distintos soportes informativos.
- Usted ha sido y es muy crítico con los programas deportivos que se hacen en televisión. ¿Por qué?
- La televisión ha tenido una fusión de géneros, hasta tal punto que por ejemplo, los partidos de fútbol aquí se cuentan como si fuera la radio, lo cuentan segundo por segundo, pero no debería ser así, ya lo estás viendo. ¿Por qué? Por un sentido del espectáculo. Si el narrador se limita a decir "Iniesta, Piqué,...", puede parecer soso; pero se hace radio en televisión, los géneros se confunden, se pervierten por un sentido nocivo del espectáculo. El espectáculo debe continuar sin espacios muertos, hay que estar hablando siempre. Esto en la radio es normal porque no estás viendo el partido, pero en televisión acaba siendo radio con imágenes.
- Eso se aprecia incluso en el papel de los comentaristas. La narración en televisión, como en la radio, también es coral.
- Sí, claro. Primero era un solo narrador, luego es un narrador y un experto (exjugador u otro periodista), a continuación está el narrador, tres expertos y dos periodistas a pie de campo contando si se levanta el entrenador, si se está quitando la camiseta un futbolista,... todo eso en aras de un sentido a mi juicio equivocado del espectáculo. Todo eso lo que genera es confusión, ruido, un montón de opiniones. Bastaría con dos, incluso a pie de campo debería intervenir solo una persona cuando acaba el partido si hay que entrevistar a alguien, pero contar que el jugador se está quitando el chándal, que el entrenador gesticula en la banda,... y luego todo eso hace que, como está todo el mundo mirando, entrenador y jugadores se tapan continuamente la boca. En las retransmisiones se va al máximo detalle pero nos quitan los auténticos detalles. Es muy contradictorio. No lo entiendo y no me gusta que sea así.
- Usted señala que hay dos tipos de periodismo, el de fútbol y el resto.
- Absolutamente. Son mundos, no diría opuestos porque ambos son deporte, pero totalmente distintos en los planteamientos o en el tratamiento, aparte de que en cantidad el fútbol ocupa el triple o el cuádruple que todo los demás deportes juntos y, además, el fútbol genera sus propias noticias pase lo que pase, o aunque no pase nada, porque en fútbol cuando no pasa nada es que está pasando algo; mientras, los demás deportes están sujetos a que ocurra algo; si no hay un campeón, no hay tratamiento de ese deporte. El fútbol no necesita de la victoria o de la aparición de un jugador, le viene bien, pero si no aparece ninguna figura nueva, si no hay victoria, no importa porque seguirá teniendo una preponderancia enorme en la información deportiva.
- ¿Hay más noticias verdaderas entonces en otras secciones que en la de fútbol?
- Claro. Esto pasa sobre todo en España. Hay una diferencia cuantitativa y cualitativa enorme, primero porque se informa mucho más de fútbol que del resto de deportes y cualitativa porque tanta información acaba degenerando en cosas mal escritas, en que cualquier advenedizo tenga que hablar o escribir para rellenar espacio, el fútbol hay plumas ilustres pero acaba empobreciendo la prensa deportiva en general porque tiene que generar tanta información, a menudo irrelevante y superflua, que acaba envileciendo la profesión y causando desprestigio que el periodista deportivo tiene socialmente; aunque se le siga mucho, carece del prestigio de otras áreas informativas como la política o la económica, y no debería ser así.
- Quizá porque se confunde lo que es periodístico con lo que no lo es.
- En el fútbol todo parece periodístico, en los demás deportes no; pero solo es periodístico lo interesante, lo nuclear, lo de verdad; en el fútbol es interesante lo de verdad y todo lo demás, el núcleo y la hojarasca; la anécdota alcanza a veces el mismo valor periodístico y espacio en los medios que lo auténticamente importante.
- Decía Ramón Besa hace algunos meses en este blog que la futbolización el periodismo deportivo no tendría nada de negativo si de verdad hablase sobre fútbol como deporte.
- Sí. El fútbol ha llevado a uno de los fenómenos más nocivos y rechazables de la prensa deportiva, el periodista de bufanda, de camiseta, que no solamente ya se oculta vergonzantemente como desprestigio propio el mostrar los colores, sino que hace gala de ellos y lo lleva al paroxismo. En los demás deportes no ocurre eso. Solo el fútbol adquiere si no prestigio sí fama el periodista que hace profesión de fe de sus colores. Esto suele llevar en ocasiones a afirmaciones delirantes y a un sectarismo y una falta de objetividad que están reñidos con la esencia misma de la profesión.
- ¿Acaso esto no es una estrategia de los medios el aprovechar la popularidad de estos periodistas de bufanda dándoles visibilidad para atraer la atención del público a sus contenidos?
- Claro. Si los responsables de las empresas periodísticas dijeran "este no es el camino", no pasaría nada; ese camino se quedaría cerrado, pero la propia empresa y el director, como enlace entre la empresa y el lector, alienta este tipo de comportamientos.
- Al respecto de esta deriva de los contenidos deportivos, el debate ha de situarse también en la trivialización, en una fórmula en la que se llega a hablar a veces incluso más de la vida privada de los deportistas que de la propia competición.
- En un momento dado, una vida privada puede tener interés humano. Por ejemplo, un jugador que llega a la cima viniendo de una familia humilde con dificultades en la infancia y que por medio de su sacrificio, voluntad y también suerte ha llegado adonde ha llegado. Eso tiene interés humano, pero, claro, si pasas una fronteras, se llega al chismorreo, a la ausencia de interés realmente humano de ese personaje. De siempre en cualquier tipo de información periodística, el elemento humano más allá de lo profesional es muy importante y esto ayuda a conocer al personaje y a valorarlo. Pero en el futbol ese interés humano se ha llevado a la trivialización absoluta, a la ausencia total de interés. ¿Quién puede encontrar interés en ese tipo de contenidos? Quizá gente menos preparada, de poca cultura, o bien gente, sobre todo joven, que está acostumbrada a consumir esa información y a pensar que eso es también información, porque le estamos educando mal y creen que esa es la información y eso no es así. Estamos creando unas generaciones equivocadas respecto a lo que es el periodismo, el deportivo y el otro.
"El fútbol ha llevado a uno de los fenómenos más nocivos y rechazables de la prensa deportiva, el periodista de bufanda, de camiseta, que no solamente ya se oculta vergonzantemente como desprestigio propio el mostrar los colores, sino que hace gala de ellos y lo lleva al paroxismo"
- A partir de esa trivialización, se dan cabida a contenidos de corte sexista, con un enfoque eminentemente masculino.
- Además, de un sensacionalismo repugnante. ¿Dónde está la frontera? ¿Qué es lo que pide la gente? ¿La cuenta de resultados qué derechos tiene para hollar terrenos que no deben ser pisados por el periodismo? Es muy difícil, y seguramente es imposible según los momentos, las personas, el ambiente. Del mismo modo que es casi imposible deslindar opinión de información, y que la objetividad es casi imposible, separar los contenidos realmente interesantes y no cruzar ciertas fronteras no autorizadas es muy díficil, una lucha permanente y seguramente perdida, pero no por perdida debemos rendirnos. Hay que seguir buscando siempre no ya la perfección, que es imposible, sino la menor imperfección posible. Eso es un sueño, casi una utopía, pero seguimos peleando por ello.
- Además, la velocidad de los acontecimientos en el periodismo actual lleva a cometer aún más imperfecciones. Y eso quizá permite arrojar alguna reflexión sobre los formatos en papel respecto a lo que se ve en la web.
- El papel es el refugio del sosiego, la tranquilidad y, en el fondo, de la calidad. Si puedes reflexionar para escribir una crónica o hacer un perfil de un personaje, en la web no es posible, no puedes detenerte a tener el placer inmenso para alguien que escribe para pensar sobre cuál es el adjetivo exacto, el verbo más adecuado, el matiz perfecto, la metáfora o el juego de palabras. Eso en la prensa escrita sí es posible, puedes permitirte el lujo inmenso y cada vez más escaso y más apreciado de pensarte la información. En la web no. La actualidad es la actualidad, eso tiene su valor, pero también tiene su valor lo otro.
- Precisamente el futuro del papel apunta a ese valor, debe apostar por eso ...
- Claro, un futuro de refugio, minoritario pero no tan minoritario porque habrá todavía mucha gente que prefiera el papel. Por tanto, habría que fomentar por un lado la inmediatez de las redes, que ya se fomentan solas por otra parte, y por otro, la calma, el análisis reposado del papel. Pueden ser perfectamente compatibles y nos apuntamos a ambos vehículos con mucho gusto.
- Sin embargo, desde la dirección de muchos medios se tiende a apostar solo por lo digital y parece renunciarse en cierto modo al soporte impreso.
- Renuncian a sus propias convicciones. Lo actual manda, las empresas mandan, pero pese a ello aún el prestigio está en el papel, incluso el negocio sigue estando en el papel, pero no hay vuelta atrás. Gran parte de los problemas de las empresas periodísticas es que lo digital no produce beneficios porque, además, hay que luchar contra la cultura extendida, generalizada, de que la red es gratis. Puede ser más o menos barato, pero nada es gratis. Hay que luchar contra ese acendrado sentimiento, esa creencia, ese mantra, de que la red va por el aire y no se pueden poner puertas al campo. ¿Cómo que no? Claro que se puede, porque, entre otras razones, si no lo hacemos, todo empeorará, todo se empobrecerá y acabaremos con la gallina de los huevos de oro.
- La televisión ha tenido una fusión de géneros, hasta tal punto que por ejemplo, los partidos de fútbol aquí se cuentan como si fuera la radio, lo cuentan segundo por segundo, pero no debería ser así, ya lo estás viendo. ¿Por qué? Por un sentido del espectáculo. Si el narrador se limita a decir "Iniesta, Piqué,...", puede parecer soso; pero se hace radio en televisión, los géneros se confunden, se pervierten por un sentido nocivo del espectáculo. El espectáculo debe continuar sin espacios muertos, hay que estar hablando siempre. Esto en la radio es normal porque no estás viendo el partido, pero en televisión acaba siendo radio con imágenes.
- Eso se aprecia incluso en el papel de los comentaristas. La narración en televisión, como en la radio, también es coral.
- Sí, claro. Primero era un solo narrador, luego es un narrador y un experto (exjugador u otro periodista), a continuación está el narrador, tres expertos y dos periodistas a pie de campo contando si se levanta el entrenador, si se está quitando la camiseta un futbolista,... todo eso en aras de un sentido a mi juicio equivocado del espectáculo. Todo eso lo que genera es confusión, ruido, un montón de opiniones. Bastaría con dos, incluso a pie de campo debería intervenir solo una persona cuando acaba el partido si hay que entrevistar a alguien, pero contar que el jugador se está quitando el chándal, que el entrenador gesticula en la banda,... y luego todo eso hace que, como está todo el mundo mirando, entrenador y jugadores se tapan continuamente la boca. En las retransmisiones se va al máximo detalle pero nos quitan los auténticos detalles. Es muy contradictorio. No lo entiendo y no me gusta que sea así.
- Usted señala que hay dos tipos de periodismo, el de fútbol y el resto.
- Absolutamente. Son mundos, no diría opuestos porque ambos son deporte, pero totalmente distintos en los planteamientos o en el tratamiento, aparte de que en cantidad el fútbol ocupa el triple o el cuádruple que todo los demás deportes juntos y, además, el fútbol genera sus propias noticias pase lo que pase, o aunque no pase nada, porque en fútbol cuando no pasa nada es que está pasando algo; mientras, los demás deportes están sujetos a que ocurra algo; si no hay un campeón, no hay tratamiento de ese deporte. El fútbol no necesita de la victoria o de la aparición de un jugador, le viene bien, pero si no aparece ninguna figura nueva, si no hay victoria, no importa porque seguirá teniendo una preponderancia enorme en la información deportiva.
- ¿Hay más noticias verdaderas entonces en otras secciones que en la de fútbol?
- Claro. Esto pasa sobre todo en España. Hay una diferencia cuantitativa y cualitativa enorme, primero porque se informa mucho más de fútbol que del resto de deportes y cualitativa porque tanta información acaba degenerando en cosas mal escritas, en que cualquier advenedizo tenga que hablar o escribir para rellenar espacio, el fútbol hay plumas ilustres pero acaba empobreciendo la prensa deportiva en general porque tiene que generar tanta información, a menudo irrelevante y superflua, que acaba envileciendo la profesión y causando desprestigio que el periodista deportivo tiene socialmente; aunque se le siga mucho, carece del prestigio de otras áreas informativas como la política o la económica, y no debería ser así.
- Quizá porque se confunde lo que es periodístico con lo que no lo es.
- En el fútbol todo parece periodístico, en los demás deportes no; pero solo es periodístico lo interesante, lo nuclear, lo de verdad; en el fútbol es interesante lo de verdad y todo lo demás, el núcleo y la hojarasca; la anécdota alcanza a veces el mismo valor periodístico y espacio en los medios que lo auténticamente importante.
- Decía Ramón Besa hace algunos meses en este blog que la futbolización el periodismo deportivo no tendría nada de negativo si de verdad hablase sobre fútbol como deporte.
- Sí. El fútbol ha llevado a uno de los fenómenos más nocivos y rechazables de la prensa deportiva, el periodista de bufanda, de camiseta, que no solamente ya se oculta vergonzantemente como desprestigio propio el mostrar los colores, sino que hace gala de ellos y lo lleva al paroxismo. En los demás deportes no ocurre eso. Solo el fútbol adquiere si no prestigio sí fama el periodista que hace profesión de fe de sus colores. Esto suele llevar en ocasiones a afirmaciones delirantes y a un sectarismo y una falta de objetividad que están reñidos con la esencia misma de la profesión.
- ¿Acaso esto no es una estrategia de los medios el aprovechar la popularidad de estos periodistas de bufanda dándoles visibilidad para atraer la atención del público a sus contenidos?
- Claro. Si los responsables de las empresas periodísticas dijeran "este no es el camino", no pasaría nada; ese camino se quedaría cerrado, pero la propia empresa y el director, como enlace entre la empresa y el lector, alienta este tipo de comportamientos.
- Al respecto de esta deriva de los contenidos deportivos, el debate ha de situarse también en la trivialización, en una fórmula en la que se llega a hablar a veces incluso más de la vida privada de los deportistas que de la propia competición.
- En un momento dado, una vida privada puede tener interés humano. Por ejemplo, un jugador que llega a la cima viniendo de una familia humilde con dificultades en la infancia y que por medio de su sacrificio, voluntad y también suerte ha llegado adonde ha llegado. Eso tiene interés humano, pero, claro, si pasas una fronteras, se llega al chismorreo, a la ausencia de interés realmente humano de ese personaje. De siempre en cualquier tipo de información periodística, el elemento humano más allá de lo profesional es muy importante y esto ayuda a conocer al personaje y a valorarlo. Pero en el futbol ese interés humano se ha llevado a la trivialización absoluta, a la ausencia total de interés. ¿Quién puede encontrar interés en ese tipo de contenidos? Quizá gente menos preparada, de poca cultura, o bien gente, sobre todo joven, que está acostumbrada a consumir esa información y a pensar que eso es también información, porque le estamos educando mal y creen que esa es la información y eso no es así. Estamos creando unas generaciones equivocadas respecto a lo que es el periodismo, el deportivo y el otro.
"El fútbol ha llevado a uno de los fenómenos más nocivos y rechazables de la prensa deportiva, el periodista de bufanda, de camiseta, que no solamente ya se oculta vergonzantemente como desprestigio propio el mostrar los colores, sino que hace gala de ellos y lo lleva al paroxismo"
- A partir de esa trivialización, se dan cabida a contenidos de corte sexista, con un enfoque eminentemente masculino.
- Además, de un sensacionalismo repugnante. ¿Dónde está la frontera? ¿Qué es lo que pide la gente? ¿La cuenta de resultados qué derechos tiene para hollar terrenos que no deben ser pisados por el periodismo? Es muy difícil, y seguramente es imposible según los momentos, las personas, el ambiente. Del mismo modo que es casi imposible deslindar opinión de información, y que la objetividad es casi imposible, separar los contenidos realmente interesantes y no cruzar ciertas fronteras no autorizadas es muy díficil, una lucha permanente y seguramente perdida, pero no por perdida debemos rendirnos. Hay que seguir buscando siempre no ya la perfección, que es imposible, sino la menor imperfección posible. Eso es un sueño, casi una utopía, pero seguimos peleando por ello.
- Además, la velocidad de los acontecimientos en el periodismo actual lleva a cometer aún más imperfecciones. Y eso quizá permite arrojar alguna reflexión sobre los formatos en papel respecto a lo que se ve en la web.
- El papel es el refugio del sosiego, la tranquilidad y, en el fondo, de la calidad. Si puedes reflexionar para escribir una crónica o hacer un perfil de un personaje, en la web no es posible, no puedes detenerte a tener el placer inmenso para alguien que escribe para pensar sobre cuál es el adjetivo exacto, el verbo más adecuado, el matiz perfecto, la metáfora o el juego de palabras. Eso en la prensa escrita sí es posible, puedes permitirte el lujo inmenso y cada vez más escaso y más apreciado de pensarte la información. En la web no. La actualidad es la actualidad, eso tiene su valor, pero también tiene su valor lo otro.
- Precisamente el futuro del papel apunta a ese valor, debe apostar por eso ...
- Claro, un futuro de refugio, minoritario pero no tan minoritario porque habrá todavía mucha gente que prefiera el papel. Por tanto, habría que fomentar por un lado la inmediatez de las redes, que ya se fomentan solas por otra parte, y por otro, la calma, el análisis reposado del papel. Pueden ser perfectamente compatibles y nos apuntamos a ambos vehículos con mucho gusto.
- Sin embargo, desde la dirección de muchos medios se tiende a apostar solo por lo digital y parece renunciarse en cierto modo al soporte impreso.
- Renuncian a sus propias convicciones. Lo actual manda, las empresas mandan, pero pese a ello aún el prestigio está en el papel, incluso el negocio sigue estando en el papel, pero no hay vuelta atrás. Gran parte de los problemas de las empresas periodísticas es que lo digital no produce beneficios porque, además, hay que luchar contra la cultura extendida, generalizada, de que la red es gratis. Puede ser más o menos barato, pero nada es gratis. Hay que luchar contra ese acendrado sentimiento, esa creencia, ese mantra, de que la red va por el aire y no se pueden poner puertas al campo. ¿Cómo que no? Claro que se puede, porque, entre otras razones, si no lo hacemos, todo empeorará, todo se empobrecerá y acabaremos con la gallina de los huevos de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario