La principal diferencia cuando se compara el tratamiento informativo que recibe el deporte practicado por mujeres respecto al masculino es, fundamentalmente, que el primero normalmente precisa de éxitos internacionales de gran calibre para hallar un espacio en los medios, mientras que el segundo lo encuentra siempre, existan logros o fracasos, y, en el caso del fútbol, haya noticias o no. Sin embargo, con la excepción de los Juegos Olímpicos, donde países enteros se ilusionan con ver medallas de compatriotas y pasan más horas de lo normal delante de la televisión consumiendo deporte de todo tipo, ni siquiera lograr un título internacional garantiza a mujeres deportistas o a equipos femeninos aparecer siempre de manera suficiente en los medios.
Esta es una de las principales conclusiones a las que llega Vicente Soler Olcina en su tesis doctoral titulada El tratamiento informativo del balonmano femenino en los medios de comunicación deportivos especializados en España: Mundial de Dinamarca 2015. Este trabajo, defendido recientemente en la Universidad San Pablo CEU de Madrid bajo la dirección de los profesores Esther Cervera y Juan Oliver, constituye una muestra más de la relevancia creciente que está adquiriendo la investigación en materia de comunicación y deporte en España en los últimos años.
Soler Olcina defiende que "al deporte femenino en general, y al balonmano
practicado por mujeres en particular, se le puede otorgar una mayor difusión y
presencia en los medios de comunicación de en España" y agrega que "a pesar de que el
protagonismo del balonmano femenino se ha visto incrementado gracias a diversos
factores, todavía no se corresponde con las cotas informativas que tienen otras
disciplinas deportivas". Esta situación es particularmente llamativa en el caso del balonmano, el tercer deporte de equipo con más licencias federadas en España (92.716), según los datos del Consejo Superior de Deportes de 2015, tan solo por detrás del fútbol y del baloncesto; y en el que la selección femenina ha logrado en la última década v cuatro medallas
internacionales: dos platas europeas (2008 y 2014), un bronce mundial (2011) y un bronce
olímpico (Londres 2012).
Para evaluar el comportamiento de los medios al respecto del balonmano femenino, el autor en su estudio combina entrevistas
semiestructuradas a académicos, entrenadores, directivos, periodistas,
responsables de Comunicación y Marketing, exentrenadores y jugadoras; cuestionarios
a periodistas y a jugadoras; con el análisis de contenido periodístico en la cobertura
que hicieron medios de radio, TV, diarios deportivos y portales especializados del Mundial de Dinamarca 2015 absoluto de balonmano femenino.
Pese a que el partido del bronce olímpico en Londres 2012, conseguido ante Corea del Sur después de dos prórrogas, arrojó una audiencia récord para el balonmano femenino en España (1.681.000 espectadores, una cuota de pantalla del 18,8 %; el minuto de
ororeunió a 2.742.000 televidentes (32,6 %), esta modalidad dispone de un tiempo y un espacio mínimos en la actualidad deportiva en los medios de comunicación tradicionales, lo que, a su juicio, provoca, "entre otras consecuencias, la ausencia de patrocinadores y las consiguientes dificultades para incrementar presupuestos y salarios".
Los medios digitales especializados, al rescate
Como contraposición a esta falta de visibilidad generalizada del balonmano femenino, Soler Olcina destaca el papel que están desempeñando los nuevos medios digitales (el autor cita, por ejemplo, a HandStation, Valonmano con V y DeporteCienPorCien), que atienden mejor esa demanda informativa latente y desatendida hasta hace poco de los aficionados al balonmano y, así, "actúan como su mayor ventana de visibilidad en la actualidad".
Según el autor, "en contraposición a los grandes medios tradicionales, surgen dos nuevas opciones que ofrecen una información completa, extensa y puntual de la actualidad relacionada con el balonmano femenino: las webs especializadas y los podcasts. Además, estos contenidos son accesibles de forma gratuita, salvo contadísimas excepciones".
Asimismo, la tesis también recoge entre sus conclusiones el "esfuerzo paulatino, pero todavía insuficiente, de la Federación Española de balonmano como máximo organismo deportivo y agente responsable de la imagen y emisión de contenidos mediáticos de este deporte" al no existir aún la misma implicación del gabinete de prensa y ni las mismas voluntades de la institución en general por situar la disciplina masculina y la femenina al mismo nivel de atención deportiva y mediática.
Por otra parte, la investigación apunta a la necesidad de que las jugadoras de la selección nacional de balonmano se forjen una marca alejada del icono sexista tradicional y más relacionada con la transmisión de otros valores positivos relacionados con la práctica deportiva. A este respecto se destaca como ejemplo a Eli Pinedo, "una jugadora que cuida sus perfiles sociales, con página web propia y con un alto grado de interacción con sus seguidores" y a "figuras de prestigio mundial como Marta Mangué, que actúan como referencias de las jugadoras en edades tempranas".
La tesis termina abogando por un "cambio en la mentalidad sociocultural hacia el deporte femenino y el apoyo mediático de las instituciones en las competiciones de balonmano practicado por mujeres". En este sentido, el autor afirma que "es preciso el fomento del deporte base femenino a través de las escuelas y de programas estatales o regionales dirigidos a la formación de la deportista" y ese impulso de la competición desde la infancia cuente también con el respaldo de estamentos gubernamentales.
Parece razonable pensar como solución que la Federación Española en colaboración con los clubes vertebre una estrategia común de comunicación dirigida a ‘colocar’ el balonmano no solo en los medios (esto puede ser más una consecuencia del cambio social), sino también en los colegios y en el conjunto de la sociedad. Esta debe visibilizar la importancia de cada deporte a través de acciones formativas, celebración de eventos y publicaciones que deben promoverse desde las diferentes instituciones. Porque cultivar cultura deportiva lleva tiempo y no es, ni mucho menos, una tarea que pueda resolver solo el periodismo.
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