lunes, 7 de agosto de 2017

El estilo es una decisión editorial, pero siempre entre márgenes de corrección lingüística

Portada de Sport, 23-07-2017.
El estilo   se   refiere   a   la   manera  particular   y   a   las preferencias de un periodista o un medio de comunicación a la hora de escribir; es un posicionamiento editorial que se plasma en libros y manuales que recogen normas de uso y obligado cumplimiento para velar por una uniformidad en la presentación de los contenidos al público.

Los libros de estilo, es verdad, no son gramáticas ni ortografías si bien se refieren a ellas en sus aspectos esenciales (sintaxis, puntuación, mayúsculas y minúsculas,...), en aspectos lingüísticos donde nada o muy poco es opinable y, por tanto, las determinadas posturas que los medios adoptan no suelen diferir en lo esencial. Otra cuestión, lógicamente, es la relativa a las dudas de escritura o significado que plantean determinadas palabras (neologismos, extranjerismos, falsos amigos o polisemias) y expresiones (redundancias, ambigüedades o tópicos y frases gastadas) e incluso otros ámbitos donde pueda existir controversia (escritura de cifras, horarios, siglas, toponimia,...).

En cualquier caso, el estilo en periodismo, por muy diferenciador que pretenda ser un medio respecto a sus competidores, debe moverse siempre entre márgenes de corrección lingüística; nunca debe estar reñido con la gramática porque, de ser así, acabaría despistando y confundiendo no solamente a los ciudadanos destinatarios de los mensajes que se vierten a diario, sino también a los propios redactores del medio en cuestión. Como señala la última edición del Hart's Rules, manual de estilo pionero de la Oxford  University  Press (1893), "los preceptos estilísticos solo entran en juego donde existan soluciones alternativas de validez igual o comparable", por lo que no cabe apelar a una cuestión de estilo en decisiones que impliquen incorrecciones en el empleo de una palabra o en la redacción de una oración o un titular. 

No es de extrañar por tanto la reacción de la Real Academia Española (RAE) tras el titular de portada publicado el pasado 23 de julio por del diario deportivo barcelonés Sport ("Así, sí Ney"), que adolecía de falta de rigor en el uso de las comas, dejando una frase que no se entendía bien y había que reconstruir mentalmente tras varias lecturas. En respuesta a cierto debate filológico suscitado en las horas posteriores en redes sociales, el propio medio justificó ese titular apelando a una cuestión de estilo: "En SPORT, como en otros medios nacionales e internacionales, nuestro libro de estilo deja claro que el cambio de color equivale a un signo de puntuación siempre que no provoque ninguna duda o confusión en su lectura (...) El paso de amarillo a blanco del titular en cuestión nos permite, a nuestro entender, prescindir de la segunda coma".

La RAE señaló que faltaba una coma delante del vocativo, esa pausa necesaria antes de la invocación o el llamamiento a alguien. Se trata de una coma que parece en vías de extinción, a tenor de otros muchos ejemplos que se ven con frecuencia en las portadas de los medios:


Desconozco a qué libros nacionales e internacionales se refiere Sport. Tengo más de medio centenar y en ninguno de ellos existe una norma en la que el color equivalga a un signo de puntuación y, por tanto, pueda sustituirlo en determinados titulares. 

De cualquier forma, hay otros medios donde la coma parece que afea la página y se omite en titulares, incluso los de portada. Tal es el caso de El Mundo, que "por cuestión de estilo", suele optar desde hace muchos años por prescindir de la coma elíptica, esa que suple al verbo, en los encabezamientos de las noticias principales de la primera página:


No solo es un error denominar este tipo de licencias "decisiones de estilo", porque se alejan de lo correcto lingüísticamente, sino también porque yerran en lo esencial en periodismo: la eficacia comunicativa. Y es que en ocasiones una deficiente puntuación en un titular puede traer como consecuencia una mala interpretación del texto y, por consiguiente, la emisión de un mensaje equivocado:



El estilo no es estética, sino que implica tomar decisiones editoriales siempre dentro de las soluciones que ofrece la lengua.

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