Hace tan solo unos meses la editorial Gallo Nero llevó a las librerías, casi de forma inadvertida, la obra Sobre el Periodismo, de Joseph Pulitzer, un texto breve de apenas 140 páginas que recoge traducidas algunas de las reflexiones sobre la naturaleza de la profesión que efectuó este húngaro visionario en diferentes artículos hace más de un siglo y que, sin embargo, mantienen todavía una pasmosa vigencia.
El Pulitzer editor llegó a Norteamérica en 1864 para quedarse y, de paso, para sentar las bases de lo que hoy podemos denominar como 'periodismo moderno'. Porque no solo fue capaz de convertir en muy pocos años un pequeño rotativo, The New York World (lo adquirió en 1883), en uno de los de mayor difusión de Estados Unidos, sino que además hizo de este periódico el mayor creador de tendencias hasta el momento en la prensa de este país y, en cierto modo, también del resto del mundo.
Así el World amplió el campo de acción de la prensa, hasta entonces básicamente dirigida a las pujantes clases medias de las grandes urbes, hasta alcanzar también a las capas sociales más populares. Para ello, primero redujo el precio del periódico (de cuatro a dos centavos), introdujo ilustraciones en las páginas haciendo uso de un diseño mucho más atractivo y dio mayor énfasis a los reportajes de denuncias y escándalos, así como las noticias de interés humano (Sloan & Mullikin, American Journalism, 2002).
Asimismo, consciente del valor especial que estaban adquiriendo entre los ciudadanos las noticias de deportes como el boxeo, el béisbol o el atletismo, no solo decidió incrementar de forma ostensible la cobertura de este tipo de contenidos, sino que convirtió a su periódico en el primero de Estados Unidos en contar con una redacción específica dedicada a cubrir competiciones deportivas.
De esta forma, tomando como referencia las secciones fijas de Deportes creadas en la prensa británica en décadas anteriores (The Morning Herald en 1817, Bell's Life en 1824 o The Times en 1829) y aprovechando las posibilidades de transmisión de noticias instantáneas de eventos lejanos a través del telégrafo, Pulitzer dio un paso más y se dotó de un cuerpo de especialistas comandados por un redactor jefe, los cuales acabarían dando a este tipo de contenidos un color, un lenguaje y un estilo diferenciados. Tal sería la relevancia que adquirió este newsroom que en la década de los años 20 llegó a producir alrededor del 40% de las noticias locales del periódico (Garrison, & Sabljak, Sports reporting, 1993).
Con Joseph Pulitzer, el periodismo deportivo se constituyó como lo que es hoy, un elemento esencial de la estrategia comercial de las empresas de comunicación para ganar cuantos más lectores mejor y hacerse así un hueco importante en el mercado. La fórmula ideada fue el infotainment o infoentretenimiento, que consistió en impulsar la hibridación de géneros y formatos, y presentar la información como espectáculo haciendo de los mensajes periodísticos un gancho perfecto para cautivar la atención del público y mantener las cuotas de audiencia.
No obstante, su "vocación por lo correcto", como así definiría su inquietud por hacer lo mejor de la profesión, le llevó paulatinamente a abandonar las técnicas más sensacionalistas para incidir sobre todo en el periodismo de investigación. Asimismo, procuró elevar elevar el nivel ético y cultural de la profesión a través de la enseñanza con el objetivo de inculcar al periodista una clara conciencia de la responsabilidad social que comporta su labor y una sólida defensa de la información como bien común:
"Sin unos ideales éticos, un periódico podrá ser divertido y tener éxito, pero no solo perderá su espléndida posibilidad de ser un servicio público, sino que correrá el riesgo de convertirse en un verdadero peligro para la comunidad".
Fiel a esta convicción, construyó, junto con otros pioneros como Walter Williams, decano fundador de la Escuela de Periodismo de Missouri, un modelo de formación de periodistas del cual hoy todos nosotros somos deudores.
El Pulitzer editor llegó a Norteamérica en 1864 para quedarse y, de paso, para sentar las bases de lo que hoy podemos denominar como 'periodismo moderno'. Porque no solo fue capaz de convertir en muy pocos años un pequeño rotativo, The New York World (lo adquirió en 1883), en uno de los de mayor difusión de Estados Unidos, sino que además hizo de este periódico el mayor creador de tendencias hasta el momento en la prensa de este país y, en cierto modo, también del resto del mundo.
Así el World amplió el campo de acción de la prensa, hasta entonces básicamente dirigida a las pujantes clases medias de las grandes urbes, hasta alcanzar también a las capas sociales más populares. Para ello, primero redujo el precio del periódico (de cuatro a dos centavos), introdujo ilustraciones en las páginas haciendo uso de un diseño mucho más atractivo y dio mayor énfasis a los reportajes de denuncias y escándalos, así como las noticias de interés humano (Sloan & Mullikin, American Journalism, 2002).
Asimismo, consciente del valor especial que estaban adquiriendo entre los ciudadanos las noticias de deportes como el boxeo, el béisbol o el atletismo, no solo decidió incrementar de forma ostensible la cobertura de este tipo de contenidos, sino que convirtió a su periódico en el primero de Estados Unidos en contar con una redacción específica dedicada a cubrir competiciones deportivas.
De esta forma, tomando como referencia las secciones fijas de Deportes creadas en la prensa británica en décadas anteriores (The Morning Herald en 1817, Bell's Life en 1824 o The Times en 1829) y aprovechando las posibilidades de transmisión de noticias instantáneas de eventos lejanos a través del telégrafo, Pulitzer dio un paso más y se dotó de un cuerpo de especialistas comandados por un redactor jefe, los cuales acabarían dando a este tipo de contenidos un color, un lenguaje y un estilo diferenciados. Tal sería la relevancia que adquirió este newsroom que en la década de los años 20 llegó a producir alrededor del 40% de las noticias locales del periódico (Garrison, & Sabljak, Sports reporting, 1993).
Con Joseph Pulitzer, el periodismo deportivo se constituyó como lo que es hoy, un elemento esencial de la estrategia comercial de las empresas de comunicación para ganar cuantos más lectores mejor y hacerse así un hueco importante en el mercado. La fórmula ideada fue el infotainment o infoentretenimiento, que consistió en impulsar la hibridación de géneros y formatos, y presentar la información como espectáculo haciendo de los mensajes periodísticos un gancho perfecto para cautivar la atención del público y mantener las cuotas de audiencia.
No obstante, su "vocación por lo correcto", como así definiría su inquietud por hacer lo mejor de la profesión, le llevó paulatinamente a abandonar las técnicas más sensacionalistas para incidir sobre todo en el periodismo de investigación. Asimismo, procuró elevar elevar el nivel ético y cultural de la profesión a través de la enseñanza con el objetivo de inculcar al periodista una clara conciencia de la responsabilidad social que comporta su labor y una sólida defensa de la información como bien común:
"Sin unos ideales éticos, un periódico podrá ser divertido y tener éxito, pero no solo perderá su espléndida posibilidad de ser un servicio público, sino que correrá el riesgo de convertirse en un verdadero peligro para la comunidad".
Fiel a esta convicción, construyó, junto con otros pioneros como Walter Williams, decano fundador de la Escuela de Periodismo de Missouri, un modelo de formación de periodistas del cual hoy todos nosotros somos deudores.
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