jueves, 1 de octubre de 2015

Diez recomendaciones sobre léxico y estilo para periodistas incluidas en el último 'Manual de español urgente'

El rigor y el respaldo académico con que contó siempre el Manual de Estilo de EFE y la preocupación creciente por el uso correcto del idioma entre periodistas y ciudadanos en general llevaron en 1985 a la agencia a tomar la decisión de vender y distribuir por primera vez en las librerías su libro de estilo, hasta entonces solo de uso interno para trabajadores de la empresa. Ese año se publicó la cuarta edición del texto con el título de Manual de español urgente y el subtítulo de '4ª edición corregida y aumentada del Manual de Estilo de la Agencia EFE'.

Acaba de ver la luz una nueva edición, la 19ª, de este libro de estilo, que desde entonces ha mantenido su nombre y vocación de servicio público y que hoy firma la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), institución que en 2005 tomó el relevo del Departamento de Español Urgente (DEU) creado en el seno de la referida agencia. La Fundéu abrió una nueva etapa al establecer unos objetivos más ambiciosos y analizar no solo la calidad del lenguaje utilizado en los servicios de EFE, sino también velar por los buenos usos idiomáticos en las informaciones publicadas a diario por los medios de comunicación en lengua española.


La 19ª edición del Manual de español urgente, que aparece siete años después de su última versión, se aleja de la estructura del libro que se ideó en 1985 y constituye una adaptación a las nuevas obras académicas, entre ellas la 23ª edición del Diccionario de la lengua española, además de un texto abierto y dinámico concebido también para su futura actualización en la web. La obra revisada incorpora dos capítulos sobre ortotipografía e internet, que se suman a los ya existentes sobre ortografía, puntuación, pronunciación, toponimia y antroponimia, y léxico y estilo, así como a un extenso glosario que incluye una relación de palabras y giros nuevos o dudosos como neologismos, impropiedades léxicas o siglas y abreviaturas. Por último, el manual incluye un apéndice con las novedades de la Ortografía de la lengua española de 2010.

Se trata de una obra de referencia obligada para periodistas que incluye interesantes recomendaciones sobre el buen estilo y la correcta redacción de textos, así como sobre el adecuado manejo de los diccionarios y otras obras filológicas que deben ser consultadas a diario e incorporadas como parte esencial de la rutina de nuestro trabajo profesional. De ellas, destacamos las siguientes:

Sobre el uso de los diccionarios

1. "Como criterio general, ha de evitarse el empleo de palabras o de acepciones no registradas en el diccionario cuando posean en este equivalencias claras". Para ello aconseja manejar los diccionarios de la Academia, incluido el Diccionario del estudiante, al igual que otros como el Diccionario del español actual de Manuel Seco o el Diccionario de uso del español, de María Moliner.

2. Hay que tener en cuenta que "no todo el léxico está registrado en los diccionarios". Hay muchas formas válidas que no están por cuestiones de espacio, como las palabras derivadas, o dialectalismos, tecnicismos y coloquialismos, cuyas voces "quedan reservadas a los diccionarios terminológicos que todo redactor especializado debería tener a mano" (...) "Es importante no rectificar un término remplazándolo por otro parecido solo porque no aparece en los diccionarios generales".

3. "La existencia de una palabra en el diccionario tampoco significa que sea válida en general. Hay que evitar los términos marcados como desusados, y más incluso los vulgarismos. También conviene evitar los extranjerismos (que deberán aparecer diferenciados en cursiva) cuando se ofrece una alternativa española".

Sobre la elección de las palabras

4. "Muchas de las anomalías léxicas que hoy se encuentran en los medios de información no son achacables a los periodistas, sino a sus fuentes". Políticos, tecnócratas o personal de la Administración a veces ponen en circulación neologismos, muchas veces efímeros. "Palabras de este tipo pueden aparecer en las citas textuales de quienes las emplean; fuera de este caso, el redactor debe ponerse de parte de sus lectores".

5. "Empléense todas las palabras que, sin tener equivalencia con otras ya existentes, parecen firmemente instaladas en la lengua, según el instinto idiomático. Pero hágase deliberadamente, previa reflexión, sin olvidar que el uso de las palabras es, como dijera Fray Luis de León, "negocio de particular juicio"; es decir, hay que decidir sobre su superfluidad, su carácter efímero, su adecuación al sistema de la lengua".

6. "Se recomienda la variedad de vocabulario". Ciertas palabras se repiten en exceso, como verbos comodín, frases hechas y tópicos, o adverbios terminados en -mente, y es preciso evitar esas repeticiones. Igualmente, aconseja "no abusar de metáforas como galo, luso, otomano, azteca, germano, nipón, etc., que, si bien permiten evitar reiteraciones, no deben desplazar a los gentilicios genuinos (francés, portugués, turco, mexicano, alemán, japonés, ...)".

7. "Las hipérboles que se reiteran dejan de serlo. Son expresiones de tipo "resultado histórico" y "partido del siglo" (...) Si la hipérbole, por abuso, deja de funcionar, la solución no es otra aún mayor (como "partido del milenio").

Sobre la redacción y la corrección de textos

8. "Conviene redactar por segunda vez cada noticia, con la atención puesta en la propiedad del léxico, la corrección de la sintaxis y la economía de recursos lingüísticos, sin mengua, claro es, de la información. Conservar esta es más importante que el ahorro, pues la concisión a toda costa puede oscurecer el mensaje más que aclararlo, pero tal vez no sea difícil compaginar ambas necesidades".

Sobre topónimos y gentilicios

9. Cuando haya hispanizaciones o formas tradicionales que no se hayan extendido suficientemente, se recurrirá a los endónimos o topónimos usados en origen. Manda el uso. Advierte, además, que en algunas ocasiones la elección de un topónimo u otro no es ideológicamente neutral, ya sea por afinidades políticas o culturales, por lo que encierra subjetividad y no será siempre fácil hallar soluciones satisfactorias para todos los gustos.

10. "No tiene por qué haber gentilicios para todos los topónimos. Es preferible emplear "de" a crear formar artificiales y momentáneas que podrían no tener continuidad". Aboga por ser cautos a la hora de crear y tener siempre en cuenta el funcionamiento de la lengua para la formación de palabras a partir del añadido de sufijos y su significado. 

Hay que dejar que el idioma evolucione y se ensanche, pero siempre dentro de un orden. 

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